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Es absurdo pretender convencer a Florentino Pérez de que no sólo de Ronaldos, Figos y Zidanes vive el hombre... Pero yo no arrojo la toalla. La obsesión por no fichar un defensa central es elogiable si uno considera que la cantera posee el talento suficiente como para ahorrarse un porrón de euros. Pero al presidente, con toda humildad, le recordaría que de pequeño me leí un libro que se titulaba ‘El Maravilloso Mundo del Fútbol’. ¿Sabe uno de los capítulos que más me gustó? Aquél en el que se relataba que Pirri era un chaval de 18 años al que el Madrid, a través de un tal Antonio Martínez Ruiz, lo fichó por un cambio de residencia (vivía y jugaba en Ceuta) y un pago de 200.000 pesetillas de la época.

Fue el año de la marcha del mítico Di Stéfano (1963-64). El madridismo se preguntó quién sería ese chaval de piernas arqueadas hacia fuera y de orejas generosas. Pronto supieron que el tal Pirri los tenía cuadrados y que el Madrid había encontrado una mina de oro de la nada. Presidente, hágame caso. Pretender que el Madrid vivirá en el futuro sólo de nombres es un error tan grande como considerar que el gol de Milla en Tenerife fue ilegal. No sea usted prejuicioso, deje que Valdano y su equipo de JASP (Jóvenes aunque sobradamente preparados) le den una sorpresa y dese una alegría a bajo precio. Claro que yo quiero a Ronaldo. Pero también a los Pirris, Rubenes... o Chivus de turno.