La prueba: 15 años de sequía con Franco

Ayer los árbitros, hoy es el Gobierno de Aznar. Manolete, sólo te falta echar la culpa al chapapote. Insisto. ¡Qué pena!.

Tomás Roncero
Nació en Villarrubia de los Ojos en 1965. Subdirector de AS, colaborador del Carrusel y El Larguero y tertuliano de El Chiringuito. Cubrió los Juegos de Barcelona 92 y Atlanta 96, y los Mundiales de Italia 90, EE UU 94 y Francia 98. Autor de cuatro libros: Quinta del Buitre, El Gran Partido, Hala Madrid y Eso no estaba en mi libro del Real Madrid.
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Me irrita esa cantinela tan fraudulenta y falaz que ha pregonado durante décadas ese presunto apoyo gubernamental hacia el Madrid. Manolete, coge el libro de Historia porque te voy a contar un cuento y no es precisamente el de Caperucita. Si mi memoria no falla, Francisco Franco fue Caudillo de España desde el año 1939, al término de la Guerra Civil. ¿Sabes quién ganó las Ligas en los siguientes 15 años? Cuatro tu querido Atlético de Madrid (las dos primeras bajo la militarizada denominación de Atlético Aviación), cinco ese Barcelona que también ha hablado siempre de persecución "desde Madrid", tres del Valencia (que también se sube ahora al carro de los llorones), una el Sevilla y otra el Athletic de Bilbao. ¿Y ese Madrid del Gobierno y del poder central? Cero patatero.

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Te recuerdo Manolete que Santiago Bernabéu (¡presente!) puso firme a Franco en tres ocasiones y que jamás admitió ser un estómago agradecido del Régimen. Además, con la Democracia y la España de las Autonomías el Madrid perdió cuatro Ligas con la Real Sociedad y el Athletic de Bilbao (1981-84), con el PSOE se perdieron las cuatro Ligas del dream team, y con el PP el Barça, el Deportivo y el Valencia se dieron varios festines....

Manolete. Aznar está hechizado por el Madrid porque bajo su perfil pétreo hay un corazón inteligente. Además, te recuerdo que el futuro monarca de este país, el príncipe Felipe, es atlético hasta la médula. Pero se enamoró de Eva Sanum, una vikinga ejemplar. Al final, sois débiles. Y si perdéis la fe, votáis en blanco. ¡Maldito color!

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