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Todo está en tu mano

El Bernabéu se convirtió el miércoles en el coso taurino más severo del mundo. Con razón. Su primer espada teórico, al menos en la relación de premios recibidos y por su incuestionable calidad futbolística, recibía el primer aviso del tendido del siete de una afición a la que no es fácil engañar. Ronaldo se sintió herido por la declaración de amor que el madridismo improvisó hacia Raúl en el día más importante del Centenario. Pues que incremente su nivel de autocrítica y pronto enamorará a ese Senado que le ha puesto el pulgar hacia abajo. Si Ronaldo decide irse el primero antes de que acabe una fiesta histórica para el club, abriendo la veda para que otros se sintieran legitimados para hacer lo mismo, ahora debe apechugar con la repulsa de esa grada que sólo mitifica a la gente que está comprometida con la causa.

Si Ronaldo no ordena su vida, un día terminará dando una rueda de Prensa, como hizo Raúl hace cuatro años. Raúl se ganó el respeto eterno porque supo elegir el camino: triunfar en el Madrid. Si Ronaldo se hubiese quedado a escuchar el discurso final de Florentino habría captado este mensaje: "El Madrid seguirá cuidando los valores que le han he hecho universal más allá de lo futbolístico". Ronie, cuando quieres, eres el número uno. Pero si no te involucras, tu colección de trofeos se te caerá encima.