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Cuando conversé por primera vez con Vicente del Bosque me olvidé del estrés y me dieron ganas de llevármelo a tapear por la Plaza Mayor para hablar horas y horas de fútbol. Justo de lo que más sabe. Seguro que Lorenzo Sanz desconocía que al despedir al presuntuoso de Toshack y llamar a filas a este "hombre de la casa" en el invierno de 1999, estaba sembrando la semilla de uno de los árboles más robustos de los que debe sentirse orgulloso el madridismo emergente de inicios de siglo. Los más ingratos llevan tiempo con la soga preparada, pero la sabiduría de este domador de voluntades le permite eludir las ejecuciones previstas...

Con Valdano situado en un escalón que jamás pisará las paredes del vestuario (nunca ambicionará el banquillo del Bernabéu) y Florentino empeñado en que sea una versión de Alex Ferguson con acento de Salamanca, a Del Bosque sólo le queda elevar el nivel de exigencia de una plantilla que, como las buenas familias, cada año le da una alegría impagable. Octava, Liga, Novena... ¿Qué es un triste? Bobadas. Un ganador que iluminó estas mil y una noches de blanco satén...