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Han pasado casi dos meses desde la noche de marras. El 3 de octubre, Las Palmas pasaba por encima del Madrid sin respeto alguno hacia el campeón (4-2), Zidane se retiró lesionado, un crío llamado Rubén le metió a Casillas un golazo al más puro estilo Acuña y la dupla formada por Iván Campo y Karanka vivió su peor experiencia con la camiseta blanca. El donostiarra estaba empezando a sufrir el calvario de su inquietante estado de ansiedad, mientras que el vitoriano naufragaba por jugar en la banda izquierda, posición que aborrece. El caso es que la paupérrima clasificación liguera de ese momento (14º) hizo creer a los agoreros que el campeón estaba muerto. Ilusos.

Del Bosque ha dado una lección de equilibrio y coherencia. No se ha dejado llevar por los laberintos tácticos planteados desde las diferentes pantallas mediáticas y ha seguido fiel a su estilo. El club le respaldó en los momentos de mayores dudas y el resultado ahí está. El Madrid enfila los próximos 22 días con el perfil propio del ganador. El objetivo primordial, la Liga, pasa por el doble duelo con acento vasco en el Bernabéu (Osasuna y Real Sociedad) y la doble excursión por las islas (Tenerife y Mallorca). Además, el martes caerá el Panathinaikos y la Champions se aparcará hasta febrero con los blancos en la cima de todas las apuestas de Europa. Y la Copa del Centenario quedará encauzada tras eliminar en octavos de final a la víctima que salga del sorteo del martes. Por si fuera poco, ayer mismo se confirmó que la próxima semana llegará un río de millones (63.000) a la Tesorería del club. Ricos y victoriosos. No hay duda. Nos espera una blanca Navidad.