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Ni pivote ni rombo ni ná

Cuando uno era pequeñito, el Madrid jugaba un 4-4-3 clásico con un centro del campo formado por Ángel, Del Bosque y Stielike. El primero no copaba portada alguna de periódico, pero recuperaba 1.200 balones por partido y fue uno de los precursores de las famosas faltas tácticas. El segundo, actual técnico madridista, era un tipo muy técnico y, aunque parecía lento, sabía dar esa velocidad al juego de la que anoche adoleció su equipo en Zaragoza. El tercero, el alemán, era como tres Acuñas juntos y aunaba fuerza y calidad en proporciones descomunales. Una máquina. Curiosamente, en aquella época nadie hablaba de dobles pivotes ni de rombos. El fútbol se escribe con renglones menos torcidos y más sencillos. Fútbol es fútbol. ¿O no Vujadin?

Viene esto a colación porque existe un tipo de futbolista en el actual campeón, personificado en Albert Celades, que no ha sido capaz de dejar su huella dada su incapacidad para imponer su personalidad, que se le presuponía cuando Lorenzo Sanz se lo quitó al Barça (previa escala en Vigo) pero del que sólo sabemos que habitualmente aparece en los días de zozobra y naufragio. Celades fue titular ante el Betis (3-1) y ayer en La Romareda (2-1), y en Las Palmas saltó al campo con 2-2 en el marcador para ser testigo de los dos goles letales de Rubén. Celades, como Rivera o Congo, están en el Madrid sin haber pasado el control de calidad.