Nathan Chen culmina su obra
El estadounidense se redime tras su actuación en PyeongChang y se cuelga el oro en el patinaje artístico masculino. Yuzuru Hanyu, fuera del podio.
Cuando necesita relajarse, Nathan Chen coge su guitarra y, con la misma elegancia y finura con la que se desliza sobre el hielo, puntea sus seis cuerdas. Con melodías tranquilas y series de acordes que envuelven todos los pensamientos anteriores a la competición. Música, por lo general, más sosegada que la utilizada en su programa libre, el que le ha confirmado como campeón olímpico. Al ritmo de Elton John, quién sabe si como respuesta hacia los habituales insultos homófobos, el patinador estadounidense ha vuelto a regalar una exhibición. Una actuación a la altura de su palmarés, el de un triple campeón del mundo de patinaje. En PyeongChang, donde llegaba como uno de los grandes favoritos, el programa corto le pasó factura. Falló como no acostumbra y no se pudo recuperar a tiempo. Ahora, ha culminado su redención.
Tras su decepcionante participación en 2018, inició el camino hacia ella. Entre una cita olímpica y la otra, ha llegado a acumular más de 1.300 días sin perder ningún certamen. Más de tres años de dominio inapeable. Campeonatos nacionales, internacionales, récords y un sinfín de logros que, desde hoy, compartirán banda sonora con la película Rocketman. "Todo en la vida sucede por una razón. Y si tomas la decisión correcta después de que pase algo...", aseguraba Rafael Arutunian, entrenador de Chen, a través del canal oficial de los Juegos Olímpicos, tras la sesión preparatoria del miércoles.
El tópico se ha cumplido. 218.63 puntos en el programa libre que, de nuevo, han marcado una diferencia abismal respecto al resto de competidores. Sumados a los 113.97 del programa corto, 332.60 puntos totales a los que no se han podido acercar los japoneses Yuma Kagiyama (310.05) y Shoma Uno (293.00), plata y bronce respectivamente. El primero, campeón de los Juegos de la Juventud Lausana 2020 y subcampeón mundial en 2021; el segundo, plata en PyeongChang. La otra cara de la moneda, Yuzuru Hanyu (283.21). Su objetivo en estos Juegos era lograr un cuádruple axel, inédito en unas olimpiadas, pero, buscando lo nunca visto, se ha visto desplazado al cuarto puesto. Gran favorito, bicampeón olímpico y leyenda absoluta de la disciplina, tropezó en el programa corto. Uno que, esta vez, Chen superó a través de La Boheme, de Charles Aznavour, y un nuevo Récord del Mundo. A ritmo reposado, como cuando se refugia en su guitarra.