JUEGOS PARALÍMPICOS TOKIO 2020
Sergio, el guardián de la España paralímpica se formó en el Rayo
Se enamoró del fútbol para ciegos viendo las semifinales de los Juegos de Londres y en los de Tokio ha defendido la portería junto a Pedro Gutiérrez. Vistió la camiseta franjirroja en infantiles.
Sergio era guardameta y había pasado por varios equipos madrileños, como el Betis San Isidro, el Pozuelo o el Rayo Vallecano, donde jugó con los infantiles. De Vallecas ha dado el gran salto hasta Tokio —sus segundos Juegos—, donde defiende la portería de la Selección española de Fútbol-5 para ciegos, alternándose bajo palos con Pedro Gutiérrez. "Lo habitual es tener un portero titular, pero España rota. Jugamos en función de las características del rival. Pedro es más bajito y explosivo, mientras que yo domino la larga distancia. Somos como hermanos. Cuando le marcan a él es como si me lo hicieran a mí", explica justo el mismo día en que La Roja paralímpica termina su periplo en sexta posición, por culpa del goalaverage.
El cancerbero siempre es la figura más singular de un equipo y eso en el fútbol para ciegos cobra otra dimensión. Son los únicos que ven durante los duelos y su voz es la que guía al resto de sus compañeros, que siguen un balón sonoro. La sensación desde fuera es que pueden ver, gracias a su manera de orientarse, de disparar, de recortar... Hay filigranas con el balón, pero también lucha. Salvo el tintineo de la pelota y los antifaces costaría encontrar la diferencia con el fútbol convencional. Porque si el fútbol es ordinario, el fútbol para ciegos es extraordinario. Todo eso le sedujo y aterrizó en Selección en 2013. "Nuestra función es la misma, debemos parar, pero damos más importancia a la guía. Es fundamental colocar a los compañeros bien para que te tiren menos. Hay que dar mucha información con pocas palabras y la tensión que requiere el momento. Fuera del campo les ayudas en todo. Ahora somos diez en el apartamento y es como 'Gran Hermano', tenemos al madrugador, al gruñón... Es una gran familia", admite.
De niño coleccionaba los recortes de periódicos de Casillas, Buffon o Peter Schmeichel. Soñaba con ser como ellos y detener el esférico en el último momento, para éxtasis de la grada. Ser el héroe. Es amigo de uno de esos héroes, de Alberto García, el capitán del Rayo, quien acaba de colgar los guantes. El cancerbero franjirrojo tuvo oportunidad de conocer a nuestra Selección antes de partir a Tokio y así recuerda esa experiencia: "Sergio y yo nos conocimos en un Máster. Yo iba como ponente para explicar cómo gestionar las individualidades desde la capitanía y el bien común. Cuando acabó la clase les abrí la puerta por si querían profundizar en algo, que les contara alguna experiencia o les ayudara en algo. Sergio me invitó a ir a ver a la Selección, que estaba preparando los Juegos. Los conocí y les di una charla. Cada uno me contó su experiencia. Me di cuenta de que la pasión de Sergio es la portería y se desgasta mucho en intentar que todo el mundo reme en la misma dirección y haya sentimiento de equipo. Gente como él es indispensable". Los elogios son bidireccionales. "Alberto y yo tenemos una complicidad especial. Estando aquí me mandó un mensaje porque había visto unas imágenes nuestras celebrando un gol y me dijo que en esos detalles se veía la piña que somos", añade Sergio.