JUEGOS PARALÍMPICOS TOKIO 2020
Caverzaschi, el tenista paciente que hace historia llegando a cuartos
Ningún tenista español se había metido en cuartos de unos Juegos. Allí Tom Egberink lo eliminó en un partido aplazado durante horas por la lluvia. Mejora su papel de Río y sigue creciendo.
Después vendría Río y su diploma, una progresión que continúa. “Soy otro tenista. Además de haber mejorado muchos aspectos de mi juego, estoy más acostumbrado a gestionar la presión, los momentos tensos de partidos importantes y lo disfruto más”, analiza el madrileño para quien la mente tiene tanta importancia (o más) que el físico. Hace meditación y tiene en su libreta un tesoro. Sus anotaciones van desde los aspectos técnicos del juego hasta la montaña rusa de emociones que puede llegar a experimentar. "En el tenis estás solo ante los problemas y la meditación me hace calmarme y centrarme. Lo de la libreta me ayuda. Ahí tengo de todo. Me desahogo. Desde insultarme (‘Me cago en todo Dani, haz lo que tienes que hacer’) a cosas más tácticas (‘Tírale dos al revés y luego ábrele a la derecha’). Es gracioso. A veces leo lo que he escrito en el pasado y me río. Las conservo en casa de mi madre. Algún día las sacaré a la luz”, bromea.
Porque si algo le define es su gran sentido del humor. La llave para vivir y transmitir su experiencia con la discapacidad, con la que convive desde la infancia, tras nacer sin fémur ni rodilla en la pierna derecha y con afectaciones en la izquierda debido a una malformación congénita. “Va mejorando la percepción y normalización de la discapacidad, pero todavía estamos lejos de otros países. Viví en Inglaterra, allí estudiaba la carrera —se graduó con Matrícula de Honor en Económicas por la Universidad de Warwick como homenaje a su padre, que falleció meses antes— y participé en los Juegos. Todo se transformó. De repente los deportistas paralímpicos se convirtieron en estrellas. Yo iba a una tienda a comprar ropa y no se apartaban todos o me venían a ofrecer ayuda. Era un cliente más, te daban los buenos días y... ‘Oye, cualquier cosa, me dices’. En España vamos evolucionando, pero continúa vigente ese estereotipo del pobrecito. En mi caso se normalizó la discapacidad desde pequeño. Mis padres me trataban como uno más y mis amigos me decían: ‘Eh, cojo’ y yo le respondía: ‘Eh, negro’. Siempre había mucho humor. Esa es la mejor manera", argumenta.
Para Dani el deporte es uno de los grandes pilares de su vida. Los probó todos en su infancia en Estados Unidos: natación, baloncesto, esquí... Incluso el tenis de pie con una prótesis. "Me gustó, pero no me enganchó. Me freían a palos todos, no podía seguirles el ritmo. Hacía fútbol y era diferente porque jugaba como portero y me podía tirar y atajar, pero en tenis… ¡Imagínate! Fui a cuatro o cinco clases nada más y seguí con otros deportes. Luego cuando probé el tenis en silla, que ahí sí que estaba en igualdad de condiciones, me encantó”. Cuestión de paciencia...