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JUEGOS PARALÍMPICOS TOKIO 2020

Adi, la atleta que huyó de Mali y ahora reina en los 100 metros

Se impuso a la azerí Valiyeva y la estadounidense Crosby. Su albinismo la obligó a salir de su país natal y terminó en un centro de menores de España, donde la adoptaron con 14 años.

Tokio
La atleta española Adiaratou Iglesias compite en las series de la prueba de 100 metros lisos en categoría T13 en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020.
Kiyoshi OtaGetty Images

Su vida fue una huida hacia delante. La necesidad la fue empujando a avanzar. Y así, Adiaratou Iglesias (Bamako, Mali, 6 de febrero de 1999) ha sido la más rápida en recorrer los cien metros T13 y se ha colgado el oro con un tiempo de 11.96, por delante de la azerí Lamiya Valiyeva y la estadounidense Kym Crosby. Gracias a su medalla, España cierra la jornada del martes con 26 —27 contando la que se asegura para mañana en tenis de mesa— y la particularidad de que todos los oros del día —tres de seis metales— los han firmado debutantes: Sergio Garrote, Marta Fernández y ahora, Adi.

"Estoy súper contenta, no me lo creo aún. Por la mañana ha sido un poco complicado y sabía que no había estado al cien por cien. ¿Por qué no darlo todo en la final? Eran todas buenas, pero yo también podía", confesó muy emocionada la campeona, que admitió: "No sabía que había ganado. Sabía que había alguien a mi lado, que más o menos íbamos juntas, pero no si había alguien a mi derecha". Nadie voló tan rápido.

El Mundial de Dubai en 2019 supuso su despegue. Adi consiguió dos platas en 100 y 200 metros T12 y presentó su candidatura a reina de la velocidad. Hoy se ha hecho con la corona. Un triunfo que va más allá de lo deportivo porque su vida ha estado plagada de obstáculos. Nació en Bamako y allí su albinismo la ponía directamente en el punto de mira. La cultura y la superstición de ese país relaciona el albinismo con la mala suerte, aunque se puede terminar con ella amputando uno de sus miembros a quienes lo padecen. Eso sirve de amuleto. Por precaución, Adi no salía de su barrio y su familia tomó la decisión de enviarla a España, donde residía uno de sus hermanos.

Otra vida se abría ante sí, pero no necesariamente la que la pequeña de once años imaginaba. Las cosas no fueron bien por La Rioja y terminó en un centro de menores. A los catorce años conoció a su madre adoptiva, Lina Iglesias, que se quedó prendada con Adi, a quien define como un ser de luz. Esta profesora gallega hizo que desplegara sus alas y volara. Buscó un club en Lugo para que practicase atletismo y demostró un talento innato. Con una facilidad pasmosa emulaba a aquellos deportistas que veía, de forma borrosa, por televisión cuando era sólo una niña en su Mali natal.

A su proceso deportivo le acompañó otro personal. Ganó carreras, pero también autoestima. Al principio no quería mostrar su cuerpo, sentía vergüenza, inseguridad... Sin embargo, su confianza crecía cuando volaba sobre la pista y también ante otros deportistas sin discapacidad. Ahora se siente libre y poderosa, corre como el viento sin miedo y con corona.