JUEGOS PARALÍMPICOS TOKIO 2020
Teresa Perales acrecienta su leyenda y se acerca a Phelps
La nadadora se llevó la plata en los 50 metros espalda S5 y ya suma 27 medallas. Sólo una le separa del registro de Phelps. Antes, Nuria Marqués consiguió la plata en los 100 espalda S9.
Hace tiempo que Teresa Perales, de 45 años, desterró de su vocabulario la palabra imposible. Muchos la emplearon cuando sufrió una luxación en el hombro izquierdo durante el Europeo de Madeira el 17 de mayo, con los Juegos de Tokio asomando en el horizonte. Se equivocaron. Este lunes la nadadora, flamante Premio Princesa de Asturias de los Deportes, ha conseguido la medalla de plata en la final de los 50 metros espalda S5 (con un tiempo de 43.2, por detrás de la china Dong Lu) y ya tiene un total de 27, por lo que el registro de Michael Phelps (28) está a tiro. Además, la aragonesa tendrá una nueva oportunidad. Le queda la prueba de relevos 4x100 estilos femenino, su última bala para esta cita.
Su sonrisa lo decía todo y nada más terminar, Teresa se fundió en un abrazo con Darío Carrera, técnico de la Selección española. Habían quedado atrás la incertidumbre, los plazos... A lo largo de varios meses su rutina fue la de nadar con un solo brazo y sus palabras transmitían la sensación de que no llegaría recuperada al Tokyo Aquatics Centre. Es más, la nadadora incluso avisó de lo complicado que sería verla en una final. Difícil, que no imposible. "Le he echado más coraje que la 'rasmia', que es una palabra muy aragonesa, que significa un par de esos a la vida", confesó.
Apenas un mes antes de los Juegos probó a quitarse el cabestrillo y nadar con ambos brazos. Erre que erre Tenía que intentarlo. Tenía que llegar y llegó. El hombro le sigue dando guerra y pasará por el quirófano a la vuelta, pero ahora exprimirá cada prueba como si fuera la última. Ya lo demostró el pasado jueves, metiéndose en las finales en 100 metros libres S5 y el relevo mixto 4x50 metros libres. Dos quintos puestos para dejar atrás definitivamente el miedo y las inseguridades derivadas de aquella lesión. "Venía muy tocada del hombro. Me voy a operar la semana siguiente de volver a España. Esta medalla casi roza el milagro y la voluntad humana", manifestó en zona mixta.
Nuestra sirena sigue acrecentando su leyenda —suma siete oros, diez platas y diez bronces— y ya toca con la yema de los dedos los números de Michael Phelps, que también aspira a igualar otro nadador, el brasileño Daniel Dias, con 27 metales, los mismos que Perales. Pase lo que pase, Teresa ha dado una lección más de perseverancia y esfuerzo, de superación. "Había gente que me decía que me quedara en España, pero quería intentarlo. Habrá que seguir. Ojalá cayera alguna más este año, pero va a ser difícil. Quiero igualar a Phelps y el objetivo es superarlo, aunque ya de momento este año no se me queda el hueco vacío en la vitrina", bromeó. Tiene París en mente.
No rendirse ha tenido su recompensa, tanto en Tokio como en la vida. No lo hizo cuando una neuropatía le robó la movilidad de sus piernas ni tampoco cuando perdió a su padre por leucemia. No lo hace nunca. Y eso la ha convertido en el icono del deporte paralímpico. Hoy su marido Mariano y su hijo Nano estarán celebrando la medalla en Zaragoza. También millones de españoles en sus casas, conscientes de que imposible no es más que una palabra...
Nuria Marqués, una sirena precoz que conquista la plata
El futuro ya está aquí. Nuria Marqués confirmó en Tokio lo que se adivinaba en Río, que tiene un talento abrumador y que el mañana de nuestra natación pasa por sus brazadas. La catalana consiguió una plata en los 100 metros espalda S9, con un tiempo de 1:10.26, superada sólo por la estadounidense Hanna Aspden. Gracias a las medallas de Teresa y Nuria, España cierra la jornada con veinte metales.
"Me siento bastante bien por la medalla. Han sido años muy duros, sobre todo estos dos últimos con la pandemia, porque era muy difícil mantener la forma física con un parón tan largo que no tenemos ni en vacaciones. Psicológicamente incluso más. He debido sacrificar muchas cosas. Estos últimos meses hemos tenido que estar lejos de la familia por el tema del contagio. La medalla es superreconfortante. Lo he dado todo en la piscina, pero en otras competiciones he tenido mejor tiempo. En estas condiciones he dado el cien por cien", afirmó.
Río 2016 puso el foco en una jovencísima Nuria Marqués, que cosechó un oro (400 libre) y una plata (100 espalda) dando la campanada y convirtiéndose en la gran revelación. Si aquellos Juegos supusieron su descubrimiento, los de Tokio han sido su consagración. Ya apuntaba maneras. Y es que es una nadadora precoz. Su primer contacto con la piscina llegó cuando sólo tenía nueve meses y sus padres decidieron llevarla a hacer cursillos. Desde entonces no ha salido del agua. Ese es su hábitat.
Su vida era como la de cualquier niña, salvo que el fémur de su pierna izquierda no le crecía a un ritmo normal. Eso hizo que con ocho años le tuvieran que amputar el pie y le obligó a llevar una prótesis. Participó en campeonatos de Cataluña, de España... Y ganaba, pero no brillaba. Algo que cambió con el descubrimiento de la natación adaptada. Era 2013 y arrasó. A lo largo de ese camino pudo conocer a su admirada Teresa Perales. De ella recibió cariño, consejos... Era un espejo en el que mirarse. Su referente. Ahora Nuria encabeza una nueva generación, en cuyas calles transitan Sarai Gascón, Michelle Alonso...
Sus buenos resultados en Río hicieron que afrontara esta cita con mayor presión. Ya no era la niña que iba a pasarlo bien, de pronto se había convertido en una mujer en la que se depositan grandes expectativas. A su preparación en la piscina se unen también sus estudios de Fisioterapia. Trabajo y esfuerzo, lo que ha vivido en casa. Sus padres nunca la sobreprotegieron y ella lo agradece. Gracias a eso sabe que el sacrificio de cada brazada tendrá su recompensa. Hoy de plata.