JUEGOS PARALÍMPICOS TOKIO 2020
Susana Rodríguez es de oro
La triatleta conquistó el primer puesto, junto a su guía Sara Loehr, en la clase PTVI. Además, Héctor Catalá logró una plata y Sánchez Palomero, un bronce. España suma ya diez medallas.
Susana Rodríguez ha pasado de la portada de 'Time' a colgarse el oro en Tokio. La gallega partía como favorita en todas las apuestas y cumplió con las expectativas, coronándose junto a su guía Sara Loehr, como la nueva reina del triatlón en clase PTVI. La también campeona del mundo y de Europa mostró su autoridad desde los primeros compases de la prueba y cuando cruzó la meta se fundió en un abrazo con Sara antes de caer exahusta. Es el premio a la constancia y la dedicación. Esta es su primera medalla en unos Juegos, después de haber cosechado un diploma en Río 2016. Tras la competición apenas podía reprimir las lágrimas. "Es una pasada, cuando dicen nuestros nombres, el himno... tienes el corazón en un puño. No te lo puedes imaginar hasta que te pasa", dijo sin poder disimular su enorme felicidad.
El oro no hace más que acrecentar la figura de esta médico de profesión que estuvo en primera línea luchando contra la pandemia en el hospital de Santiago, centrada en la atención telefónica. Hoy todos esos pacientes celebran su éxito. "Cada una de esas personas que nos haya seguido me da fuerza. Eso llega de alguna manera. Los voluntarios, los medios... te hacen no sentirte sola aquí en Tokio", afirmó antes de que volvieran a sonar los aplausos en su honor.
España madrugó y tuvo su recompensa, va cogiendo carrerilla en el medallero. El triatlón subió tres preseas más al casillero. Al oro de Susana Rodríguez se unieron el bronce de Álex Sánchez Palomero y la plata de Héctor Catalá. Ni la dureza extrema de la prueba, ni el sofocante calor del Parque Marino de Odaiba —se superaba el 80% de humedad y se rondaban los 30 grados—, amilanaron a nuestros deportistas que demostraron que nada ni nadie puede con ellos.
El primer metal de la mañana, el de bronce, se lo colgó Sánchez Palomero en la prueba de PTS4, correspondiente a deportistas con discapacidad física, con un tiempo de 1:04"24. No es la primera medalla del salmantino, de 34 años, en unos Juegos. Ya tenía en su haber otro bronce de Pekín 2008. Sin embargo, el de entonces lo consiguió en un deporte diferente: la natación. Más concretamente, los 100 metros braza. Ahora ha vuelto al podio y tendrá que cumplir la promesa que le hizo a su hijo Bruno antes de poner rumbo a Tokio: regalarle un perro.
No ha sido fácil el camino de Álex. A los 17 años, cuando soñaba con ser bombero y se preparaba para afrontar la carrera de arquitectura, su vida dio un volantazo. Sufrió un accidente de tráfico con la moto. Para no atropellar a un peatón que cometía una imprudencia, terminó perdiendo el control de su vehículo y cayendo, algo que le provocó graves daños en el brazo derecho, desde entonces sin sensibilidad ni movilidad.
El camino tampoco ha sido fácil en lo deportivo. Su capacidad de adaptación ha sido asombrosa. Un cambio en la normativa de Londres 2012 provocó que no pudiera competir con el brazo dentro del bañador, algo que le perjudicó y le hizo replantearse su futuro. Hasta el punto que dejó de nadar durante meses. Ahí descubrió el triatlón y sus resultados fueron buenos. Todo parecía ir bien, pero volvieron los contratiempos. Su categoría no figuraba en el programa de Río 2016. Esa decepción ha sido la gasolina para volar en Tokio.