JUEGOS PARALÍMPICOS TOKIO 2020
Sergio Ibáñez, un debut de plata
El aragonés, de 22 años, se quedó a las puertas del oro en un igualado combate con Kuranbaev, que terminó con polémica por una decisión arbitral. 'El Fideo' se estrenaba en unos Juegos.
Para un judoca pisar el Nippon Budokan es un ritual mágico. El silencio que envuelve sus alrededores, su solemnidad, contrasta con los gritos sobre el tatami. Para un joven de 22 años, debutante en unos Juegos Paralímpicos, colgarse una plata allí es un sueño hecho realidad. Sergio Ibáñez cayó en una reñidísima final contra el uzbeko Uchkun Kuranbaev, número cuatro del mundo, y suma una medalla más para España. 'El Fideo', como le apodan por su altura y delgadez, cayó en la final celebrada en el santuario de las artes marciales en Tokio. Nunca lo pensó cuando con sólo ocho años se inició en esta disciplina, a la que llegó gracias a una carta de la ONCE, porque el aragonés tiene una discapacidad visual del 79% que le afecta al nervio óptico y le provoca fotofobia.
Aquel fue el primer rival que tuvo que enfrentar. Era tímido, le costaba relacionarse con otros niños y también encajar en un deporte, lo intentó con el fútbol, con la natación... Y en el tapiz encontró su sitio. Allí se fue creciendo. Hasta el punto de derribar barreras. Se impuso a rivales sin discapacidad en el Campeonato de España absoluto en 2018 (plata) y 2020 (bronce). Esta temporada se ha trasladado al CAR de Madrid y entrena bajo las órdenes de Raúl Clemente, Javier Delgado y el seleccionador Alfonso de Diego.
Esta medalla se edificó en diferentes niveles. El primero de ellos se cimentó sobre las 10:30, hora local, cuando el judoca se midió al puertorriqueño Luis Jabdiel Pérez en la categoría de -66Kg y lo ganó por 'ippon'. Su siguiente faena no resultó nada fácil. Por algo tenía enfrente al número dos del mundo, el azerbaiyano Namig Abasli. Éste sufrió dos amonestaciones, pero consiguió alcanzar el 'gold score'. Debía arriesgar para doblegar al español, quien finalmente se impuso por 'waza ari'.
Su victoria contra el georgiano Giorgi Gamjashvili, en apenas 43 segundos, por 'ippon' le llevó directo a la final. Allí peleó hasta quedar sin aliento y el oro se escapó en otro 'gold score' muy discutido. El árbitro dio por bueno un 'waza ari' rival, con el que el equipo español no estuvo de acuerdo y finalmente no se revisó. "Creo que iba dominando el combate. Él llevaba dos 'shidos' (amonestaciones) y estaba a una de ser descalificado. Hay una acción antes de que empezara el 'gold score' que he marcado yo y se ha perdido tiempo en revisar. La segunda tengo que verla más en frío, hay más dudas", comentó. A pesar de esta polémica, Sergio ya tiene la medalla con la que lleva soñando los últimos cinco años y devuelve al judo español a lo más alto, puesto que sus últimos metales databan de Atenas 2004, con la plata de David García del Valle y el bronce de Raúl Fernández.
La entrada del Budokan recibe a los nuevos 'discípulos' con una estatua de Jigoro Kano, el inventor del judo, acompañada por las tablas del Budo, una especie de mandamientos comunes para todas las artes marciales. Preceptos de obligado cumplimiento. A ellos se une la Carta del Budo, que ofrece unas pinceladas de cómo encajar con deportividad y humildad la victoria y la derrota. Sergio es ejemplo en ambas.