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SEMIFINALES | JAPÓN 0-ESPAÑA 1

Asensio, gol de oro

El madridista rescata a la Selección en la prórroga con un zurdazo de bandera, asegura la medalla y mete a los de Luis de la Fuente en la final contra Brasil.

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Asensio, gol de oro

Hay jugadores que nacen con estrella. Es algo que se tiene o no se tiene. Un don que no se va ni con lesiones y ni con suplencias. En las últimas semanas surgió una moda peligrosa: criticar a Marco Asensio. Parecía incluso algo cool. El balear fue suplente, ni siquiera la primera sustitución elegida cuando tocó cambiar las cosas. Pero en la prórroga, esa zurda de oro salió una vez más para rescatar a España cuando peor lo estaba pasando. Que Asensio haya sido suplente en unas semifinales de estos Juegos Olímpicos es difícil de explicar, pero en la vida todo pasa por algo: el destino le tenía reservada la gloria del gol de la victoria. Esa es su mayor virtud, la que vale millones: aparecer en los momentos decisivos.

España dejó su peor primera parte de todo el campeonato. Conviene destacarlo, porque las había habido muy malas y el listón no estaba excesivamente alto. El seleccionador fue fiel a su sentido de la meritocracia: quien se lo gana, juega. Rafa Mir fue titular después de su partido contra Costa de Marfil. En la cabeza del seleccionador es impensable sentar en el banquillo a un futbolista que viene de hacer un hat-trick, pero el problema es que todos los automatismos, el mes que llevan juntos, los entrenamientos… Todo ha sido pensado con la figura del falso nueve y lo de colocar a un ‘nueve’ puro es más complejo que simplemente alinearlo: le deben llegar balones. Poca culpa tiene Rafa Mir. El problema es que su rol en esta Selección, por el estilo de juego, es de recurso y no de actor principal.

La ausencia de un jugador como Marco Asensio la acusó España: misma posesión, pero diez metros más atrás. Eso provocó que en los anteriores partidos el principal problema de La Roja estuviera en la falta de puntería y en el primer acto ante Japón directamente lo que no hubo fue ocasiones.

Los japoneses comenzaron con respeto, metidos atrás. Duró 20 minutos, lo que tardaron en reponerse del susto del minuto 5, cuando Merino mandó alto un cabezazo. Tuvieron dominio con poco colmillo los nipones y la más clara de los primeros 45 minutos fue de Rafa Mir, que definió mal en un mano a mano.

En la segunda mitad, De la Fuente movió el banquillo: Vallejo por Óscar Gil, que se cargó nuevamente con una amarilla demasiado pronto, una mala costumbre que tiene en este torneo. El seleccionador dudó hasta el último momento si colocar de titular al capitán y rectificó en el descanso su decisión inicial.

En el 56’ hubo una jugada que pudo cambiar el partido. El árbitro indicó un penalti a Merino que posteriormente corrigió (con absoluta justicia) el VAR. El problema no fue la pena máxima, que no era, la queja española viene porque la jugada que cortó el árbitro para pitarlo tenía altísimas probabilidades de terminar en gol. Uno de esos detalles del videoarbitraje que aún quedan por pulir.

El seleccionador agitó el árbol: Soler y Puado por Merino y Olmo. La frescura no evitó que siguiera la espesura en los metros finales. A esa falta de ideas española se sumó el problema de que Japón, poco a poco, fue creyendo que la victoria era posible. Kubo y Doan, dos futbolistas que pueden hacer una gran carrera en Europa, comenzaron a asomarse a campo rival con más peligro en cada jugada (en el 78’ el madridista avisó a Simón, que tuvo su primera intervención peligrosa).

En los minutos finales, más por empuje que por juego, España tuvo dos claras. Mir ejecutó ambas al revés: chutó cuando tenía un claro pase a Puado y pasó cuando era mejor disparar. La Selección, fiel a su tradición de este verano, llegó a la prórroga. Cinco de cinco entre Eurocopa y Juegos.

La prórroga fue primero para España y en los minutos finales los japoneses buscaron su gol, con varias ocasiones claras. Entonces apareció la zurda de oro de Marco Asensio. Se quitó la camiseta, lo celebró con rabia y terminó mirando al cielo para acordarse de su madre. Un gol que es también reivindicación, porque el balear es un jugador que acepta bien la crítica pero no la mofa. Y en los últimos días se había hecho más lo segundo que lo primero.

España está en la final de unos Juegos Olímpicos 21 años después. Será contra Brasil, el partido soñado. Las dos favoritas frente a frente en un encuentro que suele darse con cuentagotas y que conviene saborear, porque que estos dos gigantes futbolísticos se crucen en una final olímpica puede tardar décadas en repetirse…