España echó humo durante una hora contra el colegiado de la semifinal de fútbol entre Japón y la Selección. El equipo de Luis de la Fuente fue claramente perjudicado en el minuto 55 cuando, en cuestión de segundos, pasó de tener una ocasión clara convertida en penalti a una falta en contra con tarjeta amarilla incluida. La acción fue un evidente fallo arbitral por no seguir los protocolos actuales y no dejar acabar la jugada antes de parar el juego. Pudo costar un disgusto. Pero Asensio lo solucionó. En la jugada polémica en cuestión. Merino se internó en el área con claras opciones de marcar y cayó a pocos metros de la portería en lo que, en un principio, parecía un penalti claro. El rechace de esa jugada fue a parar a los pies de Rafa Mir, que se quedaba mano a mano frente al portero nipón con muchas opciones. El marcador en ese momento era de 0-0. El colegiado, el peruano Kevin Ortega, detuvo el encuentro antes de finalizar la jugada al decretar pena máxima. Sin embargo, desde la sala VOR le reclamaron para que revisase la jugada. Al final, tras volver a ver las imágenes, tanto él como los espectadores, pudieron comprobar que Merino había golpeado al defensa antes de caer, en su intento de disparar, y no al revés. La indignación en España no fue por corregir la señalización del penalti, sino por haber detenido el juego antes de que, presumiblemente, Rafa Mir marcara. Desde el banquillo de La Rojita intentaron presionar al colegiado mientras tomaba una decisión, pero se mantuvo firme, anulando el penalti, señalando falta a favor de Japón y quitando la tarjeta amarilla al defensor que había peleado con Merino dentro del área. El seleccionador lamentó una jugada que podría haber puesto el partido a favor en un momento decisivo. La victoria final en la prórroga hizo olvidar todo lo anterior.