JUEGOS OLÍMPICOS | PIRAGÜISMO AGUAS BRAVAS
Llorente y la puerta maldita
El segoviano David Llorente se pasó la puerta nueve y le penalizaron con 50 segundos. Ahí se escapó una buena actuación, fue décimo en la final.
“Hay veces que entras en ese estado de flow y todo va a cámara lenta. Así sale todo solo”, reflexiona voz alta David Llorente. Antes de abrir la compuerta del canal de Kasai se echó agua en la cara. Un ritual. Buscaba ese estado. Y salió con su kayak (K1)lanzado, a pasar limpias cada una de las puertas del piragüismo de aguas bravas. Pero el ímpetu le pudo, demasiado acelerado. Se pasó la novena puerta y todas sus opciones de medallas se desvanecieron. Terminó décimo de 10 en la final.
El de Palazuelos de Eresma, de 25 años, es un segoviano que decidió jugársela. Lo dejó todo de chaval y se marchó a la Seu d’Urgell. Vivió con una señora que le acogió en el pueblo y pudo dedicarse su pasión. “Por un centímetro, de repente pierdes todo”, explicaba apesadumbrado por los 50 de penalización que le habían caído. Si no habría sido diploma, mínimo… En Palazuelos habían puesto una pantalla gigante… “Les pido perdón”.
“Este no es un canal fácil, hay mucho juego de rulo. Estás muy expuesto a los remolinos de agua. Hay mucha variedad”, contaba Llorente, que en la semifinal sí había sacado una buena versión (98.26), no la mejor, pero un tiempo que le habría valido para estar cerca de las medallas.
A Llorente, un chaval sonriente y amable la mala suerte ya le jugó una mala pasada antes de los Juegos de Río 2016. Se rompió un hombro y tardó mucho en recuperarse. Tanto que no llegó a los Juegos. Ahora, con cara visiblemente triste, se queda sin diploma olímpico y sin… quién sabe. Una maldita puerta, la 9, lo cambió todo.
El piragüismo de aguas bravas español cierra así su participación en los Juegos de Tokio con una plata de Maialen Chourraut, dos diplomas, con los octavos puestos de Nuria Vilarrubla (C1) y Ander Elosegi y este décimo de David Llorente.