Fútbol en los Juegos Olímpicos: ¿por qué van jugadores sub 23 y cuántos de la absoluta pueden ir?
La norma actual se puso en vigor en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, pero todo se originó por un conflicto entre el COI y la FIFA en 1930.
Se dice que el fútbol es el deporte rey, pero en los Juegos Olímpicos, el rey es el deporte, en general. Aunque ello no evita que muchos focos se los llevé el balompié. Grandes estrellas se darán cita en el torneo olímpico que comienza este jueves 22 de julio, con un Egipto-España (09:30 horas). Futbolistas de tronío en muchos casos, sí, pero sin muchos de los cracks del planeta fútbol. Y es que, recordemos que el fútbol es una competición Sub-23 en los Juegos, pero ¿sabemos por qué?
Antes de nada, no debemos olvidar que hay una excepción, en concreto tres, que permite a los países participantes incluir a tres jugadores mayores de 23 años en la convocatoria, por España son Marco Asensio, Dani Ceballos y Mikel Merino. Además, en Tokio tenemos otra particularidad, pues aun siendo 2021, el límite se marca en el 1 de enero de 1997, ya que la edición debería haberse disputado en 2020, pero la COVID-19 lo impidió. Así, los nacidos anteriormente, excepciones aparte, tendrán que ver la cita olímpica desde sus casas.
Un conflicto como germen
Atrapando el guante antes lanzado, la categorización Sub-23 nace de un conflicto. Contextualicemos. Londres 1908 fue la primera ocasión en la que el fútbol formó parte del calendario olímpico y en ese momento no había limitación alguna. El éxito de la cita no tardó en convertir a la competición en el mayor evento futbolístico a nivel mundial, hecho que hizo que la FIFA entrase en escena. Así, el organismo internacional se encargó de organizar las ediciones de 1924 (París) y 1928 (Ámsterdam).
Pero todo estalló en 1930, con la disputa del primer Mundial en Uruguay. El éxito a lo largo del globo hizo que la FIFA no quisiera que su nueva creación perdiera protagonismo, por lo que, para impedir que hubiera un 'Mini Mundial', decidieron sacarlos de plano, y del calendario, en los Juegos de Los Ángeles de 1932. En Berlín 1936 volvería a la palestra, pero serían selecciones amateur las encargadas de luchar por la gloria olímpica.
Todo ello restó interés de manera inevitable al torneo futbolístico hasta que en 1984, de nuevo en Los Ángeles, la normativa volvió a cambiar tras una reunión entre el COI y la FIFA. Todas las confederaciones, a excepción de UEFA y CONMEBOL, podían volver a llevar a profesionales en sus convocatorias. ¿Europa y Sudamérica? También, pero siempre que los seleccionados no hubieran disputado un Mundial con la absoluta de su país respectivo.
Resolución final
La iniciativa gustó, puesto que las selecciones europeas y sudamericanas comenzaron a llevar equipos compuestos por las estrellas del futuro, cargadas de jugadores en edad juvenil que utilizaban el torneo como trampolín. Así, en 1992, Barcelona fue la cita que lo cambió todo. Una nueva reunión entre COI y FIFA determinó que la mejor opción, y más atractiva, sería la de articular selecciones de categoría Sub-23 con la posibilidad de incluir a tres mayores entre los elegidos. Dicho y hecho. La edición española fue un éxito y quedó coronada por la victoria de los Kiko, Luis Enrique, Abelardo, Guardiola y compañía, con Vicente Miera en el banquillo. Desde entonces, nada ha cambiado y el conflicto del pasado ha quedado más que enterrado.
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