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JUEGOS OLÍMPICOS

Rumbo al Olimpo

Saúl Craviotto y Mireia Belmonte apuntan a ejercer de abanderados en los Juegos de Tokio, donde se estrenará una fórmula mixta.

Saúl Craviotto y Mireia Belmonte aspiran en Tokio a su quinta medalla olímpica.
FOTOMONTAJEDIARIO AS

EI 23 de julio, en el Estadio Olímpico de Tokio, 11.000 deportistas desfilarán un año después de lo previsto y se abrirán los Juegos de la XXXIII Olimpiada. "La luz al final del túnel" de la pandemia que vislumbra con ansia Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional. Otra cosa serán las condiciones en que se celebrarán. Pero se adivinan como el inicio del triunfo de la humanidad sobre el virus. Y allí deben estar 300 españoles. Todo apunta a que liderados por el piragüista Saúl Craviotto y la nadadora Mireia Belmonte, que portarían la bandera en una novedosa fórmula mixta que ha alentado el COI para esta edición. Los dos aspiran a entrar en el Olimpo (la morada de los dioses del deporte) con una quinta medalla que les igualaría con David Cal, el español más laureado.

El abanderado será elegido por la Junta de las 33 federaciones olímpicas. Y la norma del Comité Olímpico Español dice que el honor corresponderá "al deportista clasificado en esos Juegos con mejor palmarés olímpico de la delegación". Ese es Craviotto, que tiene dos oros, una plata y un bronce. Le sigue, también con cuatro medallas (un oro, dos platas y un bronce), Mireia. Así, según las reglas y la recomendación del COI, ellos deberían suceder a Rafa Nadal, que encabezó al equipo en Río.

Craviotto (Lleida, 36 años) persigue sus cuartos Juegos. Estos días ha afrontado "reventado" test en el embalse de Trasona (Asturias) que indican que va en la dirección correcta. "Sí, estoy con muchas ganas e ilusión, y ese es el ingrediente principal para alcanzar cualquier reto, tener las pilas cargadas", avisa. El K4 500 del que forma parte tiene plaza para Tokio (es el actual subcampeón mundial por detrás de Alemania), pero subirse a él está caro. Craviotto se lo jugará en un selectivo interno (sin fecha, la Federación Española está en proceso electoral) contra los compañeros con los que triunfó en el último Mundial (el campeón olímpico en K1 1.000, Marcus Cooper, Carlos Arévalo y Rodrigo Germade), Cristian Toro (oro en Río junto a Saúl en K2 200) y Carlos Garrote (oro y bronce mundial en K1 200 en 2018 y 2019). Estos dos últimos se entrenaban en otro grupo en Madrid y desde octubre se han trasladado a Trasona a las órdenes de Miguel García.

"Al final nos hemos juntado seis para sacar a los mejores cuatro y vamos por buen camino. Lo de antes no tenía mucho sentido. Ahora estamos remando todos en la misma dirección y puliendo detalles, y es la única forma de avanzar", se alegra el catalán afincado en Gijón. Y pide celeridad en el proceso de selección: "Preparar unos Juegos Olímpicos con menos de tres meses sería de risa".

Quien ya tiene billete seguro para dos pruebas es Mireia (Badalona, 30 años). Logró las mínimas en 1.500 y 800 el pasado mes en Castellón y en su programa estajanovista pretende nadar también los 200 mariposa (oro en 2016), 200 y 400 estilos y 400 libre. Buscará los tiempos en el próximo Open de Sabadell de marzo.

El confinamiento no fue fácil para ella, porque tuvo que ser intervenida de dos hernias inguinales en julio. "Todavía arrastro molestias, pero voy controlando bastante bien el dolor y ya me estoy entrenando casi a tope. Hay que tener capacidad de sacrificio, de reinventarse, saber lo que quieres y poner ilusión para conseguirlo", cuenta con una sonrisa. No sube a un podio internacional desde julio de 2017 en el Mundial de Budapest (plata en 400 estilos), porque le han lastrado diferentes problemas físicos (padeció vértigos) y personales. Pero, otra vez, está dispuesta a darlo todo para optar a una nueva medalla en Tokio.

Atrás quedan los meses de piscinas cerradas, comiéndose el coco. "La pandemia y el confinamiento han supuesto un tiempo de aprendizaje y de adaptación a situaciones diferentes a las que estamos acostumbrados a vivir. Sin embargo, la lesión ha sido aún más dura porque he tenido que estar seis semanas en reposo, algo que para mí no es nada fácil. Tenía muy presente y pensaba mucho que había unos Juegos al año siguiente y no sabía si me iba a recuperar o no. Al final con buena vibra, positivismo, un objetivo y ganas todo se soluciona, y ahora ya estoy viendo la luz. No esperaba para nada hacer la mínima en diciembre y por eso estoy muy contenta", revisa Mireia, el ejemplo de trabajo que ponen los técnicos cuando se pregunta por qué España no da más campeones en natación. Su secreto es trabajar más que nadie.

A Craviotto, policía nacional de profesión ya cuando ganó un oro con Carlos Pérez Rial en Río 2018, la pandemia le cogió en Gijón. Y pidió reincorporarse a su puesto. "El hecho de estar en la calle y verla desierta te producía la sensación de estar dentro de una película de miedo. Aun así lo viví con naturalidad porque es mi trabajo. Lo veo como algo normal y me sentí hasta algo incómodo al comprobar la repercusión que tuvo", dice ahora echando la vista atrás.

De controlar las calles para vigilar el cumplimiento del confinamiento, pasaba a entrenarse en seco con un ergómetro (simulador de kayak) en la terraza de su casa. "Sufrí la lesión del codo de golfista por el cambio. No es lo mismo meter la pala en un fluido líquido que trabajar con un sistema rígido de cuerdas. Con tantos kilómetros me acabé machacando la articulación, y además no podía acudir al fisio... Pero ya está perfecto", explica. Lo único positivo es que logró pasar más tiempo en casa con sus dos hijas.

El parón del piragüismo mantiene a Craviotto sin competir desde agosto de 2019, en el último Mundial. "Tengo ganas de volver a sentir la tensión y los nervios de estar en una salida", reconoce. "Yo voy a por todas. No ir a los Juegos no pasa por mi cabeza, pero está en la baraja. Esto es deporte", asume. Bien lo sabe él. Y Mireia. Los mascarones de proa de España en Tokio. Los aspirantes al trono absoluto en el Olimpo.