Craviotto: "Tenemos un oro a tiro y el K4 está paralizado..."
El cuádruple medallista olímpico, que debería ser el abanderado de España, debe superar aún un test interno porque hay seis aspirantes a cuatro plazas. "Es de locos".
El próximo 29 de abril, si el Comité Olímpico Español es fiel a sus normas, Saúl Craviotto debería ser elegido abanderado de España en los Juegos de Tokio (24 julio-9 agosto)... Si es que el piragüista está clasificado. Porque casi todo el mundo da por hecho que ya es así, y que buscará allí una quinta medalla (dos oros, una plata y un bronce entre Pekín 2008 y Río 2016). Pero no. Es la paradoja en la que vive el piragüismo, una federación con tantos campeones (10 medallas en aguas tranquilas y dos en bravas desde Atenas 2004) que no le caben todos en Japón.
¿Por qué? El Comité Olímpico Internacional, en busca de no exceder de 11.000 deportistas y de la paridad de sexos, obliga a las federaciones internacionales a componer difíciles puzles para celebrar pruebas sin sobrepasar el cupo. España, porque las plazas son para el país y no nominales, ha clasificado en hombres al K4 500, el K1 200, el K2 1.000 y el K1 1.000. En teoría, deberían ir ocho palistas. Pero las normas restringen el número a seis. Un problemón.
Paco Cubelos e Íñigo Peña (dobles subcampeones mundiales) serán casi seguro el K1 1.000 y de ahí saldría el K1 de esa distancia. Y en el K4 500 debe estar el palista del 200. Craviotto, Marcus Cooper (oro en Río), Carlos Arévalo y Rodrigo Germade fueron plata mundial en agosto, pero también fue bronce Carlos Garrote en 200 (campeón en 2018) y Cristian Toro dio un paso al lado por estrés dos meses antes, pero estaba en el K4 desde el inicio y había sido oro en 2016 en un K2 con Craviotto.
Así que la federación ha arbitrado una serie de intrincados controles internos, que se pueden extender incluso hasta mayo, para que sea el cronómetro el que determine quién se sube al K4. Un criterio justo y objetivo para la RFEP, una complicación extrema para los piragüistas.
"Es de locos, conseguimos clasificar a la primera y ahora entramos en un proceso igual o peor a cuando no estábamos clasificados", explica Craviotto (35 años) tras un acto en Madrid de su otra faceta, la de "cocinilla" porque ganó MasterChef 2017, y el miércoles presentó una hamburguesa vegetal.
"Yo lo hubiese hecho de forma diferente, no voy a entrar en los detalles. Pero estamos sometidos a un estrés brutal. Veo que los portugueses están preparando el K4, los alemanes en Estados Unidos concentrados, los canadienses... Y el K4 español, que tenemos a tiro de piedra el oro olímpico, estamos haciendo el loco, entrenando el K1. Es una situación que a cualquiera que se lo cuentes no se lo cree. Se tendría que haber pensado esto mucho antes", se queja el ilerdense afincado en Gijón. Porque en la primera fase de esos selectivos (uno en marzo, otro en abril), los seis implicados tendrán que demostrar primero que son los más rápidos en K1 200 y K1 400.
"El proyecto del K4 se ha paralizado ahora por completo. Estamos centrados en el K1 200 y el K1 400, que es donde nos jugamos la plaza. Llevo tres años inmerso en una cosa y ahora en tres meses me piden que gane en otra. Es como si a Usain Bolt para ir a Tokio le dicen que debe ganar en Jamaica en 1.500. No es su distancia. Y eso nos causa mucho estrés", sigue, dando muestra del nivel de tensión que se respira. Un misil como el K4 necesita muchísima sincronización. La que se obtiene trabajando juntos y no por separado.
Absurdo
Craviotto entiende que no es del todo culpa de la Federación Española, que algo había que hacer ante el absurdo de no poder viajar con los ocho. "Es lo realmente surrealista, lo más grave de todo esto más allá de los criterios que se hayan establecido y gusten más o menos. Lo realmente flagrante es que seamos ocho deportistas los que podríamos ir y optar a medalla y que dos se tengan que quedar en casa. No es culpa a nivel federativo, sino internacional. Una pena", cierra. El día que se elije al abanderado, él podría no tener aún su billete a Tokio. Un contrasentido.