Lamine hace historia

Pocos escenarios tan apropiados como el Olympiastadion de Berlín, que ha sido testigo de hazañas de mitos del atletismo como Jesse Owens y Usain Bolt, para alumbrar el estreno del jugador más joven de la historia de la Eurocopa. Hasta hoy, el futbolista más joven en el torneo europeo era Kacper Kozlowski, que debutó con 17 años y 246 días en el España-Polonia de la pasada edición en La Cartuja. A sus 16 años y 338 días (cumplirá 17 el próximo 13 de julio), Lamine Yamal ha pulverizado el récord anterior. Además lo ha hecho como titular, rebajando también la mejor marca en ese apartado que tenía, con 18 años y 71 días, el defensa neerlandés Jetro Willems. En cuanto a la historia de la Selección, el extremo hace descender considerablemente ese doble registro, que pertenecía a Pedri, que se estrenó en una Eurocopa con 18 años y 201 días, también como titular. Por si fuera poco, coronó su estreno en un Europeo dando una asistencia: la del gol de Carvajal, el tercero contra los croatas.

“Venimos a hacer historia”, dijo a principios de semana en una entrevista concedida a AS y en la que demostró una naturalidad impropia de su juventud. Se le ve cómodo a Lamine, lejos de la timidez que podría esperarse de un chico jovencísimo que tiene unas inquietudes muy distintas a las de jugadores que pertenecen a otra generación y que conviven con él en la concentración de Der Öschberghof. Pero todos, desde el capitán Morata hasta el madridista Joselu; pasando por Nico Williams y Fermín, de los que está muy cerca, lo han acogido con el cariño suficiente para crearle un ecosistema que le permita no echar de menos sus cosas de siempre: La Masia, su familia o sus amigos de siempre.

Pese a haber jugado hasta 57 partidos oficiales y estar en marcha desde julio del año pasado, cuando ya ofreció muestras de su clase mundial en la gira del Barcelona por la costa oeste de Estados Unidos, Lamine llega con buenas piernas. “Xavi me ha gestionado bien”, admitió también en la entrevista que concedió el pasado martes a AS. El futbolista que “cierra los oídos” cuando juega, como si parase el tiempo, es una de las grandes atracciones del mundo del fútbol en esta Eurocopa y ya es un futbolista que ha trascendido las fronteras de LaLiga para ser señalado como una de las jóvenes grandes estrellas del futuro, al nivel de los Bellingham, Vinicius, Musiala, Wirtz. Favorito al Golden Boy del año, en el que sucedería a sus compañeros Pedri y Gavi; y al madridista Bellingham, último ganador, hay una expectación terrible alrededor de su figura. Sus colegas de Rocafonda, ese barrio por el que aún puede pasear sin capucha porque aún es uno más allí, esperan que les salude con el 304 que construye con sus manos cada vez que marca un gol.

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