Tras dos partidos consecutivos, ante equipos de tronío, sin encajar y con sendos recitales de casta y defensa, se sigue echando de menos capacidad anotadora
Por favor, fíjense en la foto que encabeza estas líneas. Más allá del pie derecho de Mantilla, que le quitó a Óscar Clemente la que probablemente fue la mejor ocasión de Las Palmas en el primer tiempo, miren la cara del camargués, y la de Íñigo, que llegaba de refuerzo. Pura determinación. Puro compromiso. ADN Racing. En otros lares, en Las Palmas, por ejemplo, el fútbol se entiende de otra manera, aquí, más allá de que gustan los buenos, como a todos, la grada de El Sardinero se derrite con los que se dejan la piel. Y si llevan el escudo por encima y por debajo de la camiseta, mejor. Por cierto, hace un par de veranos, con 20 años (él, que ya me gustaría a mí), Mantilla me dijo: “Yo tengo un pasado”. Y era verdad. Entonces, que alguna gorda había liado. Ahora lo que tiene es futuro. El que le corresponde a un defensa muy rápido, muy concentrado, muy fuerte, duro si hace falta, y ganador de todo tipo de duelos. Con un poco de mejor pie sería el Rudiger blanco. El sargento furia ataca de nuevo.
No llega
Las sensaciones de los dos últimos partidos han sido mucho mejores que en los cuatro anteriores, incluso la cosecha, cuatro puntos ante Sporting y Las Palmas, sin encajar, era para haberla firmado con sangre. Sin embargo, lo del árbol y el bosque. En cinco de los seis partidos no se ha conseguido marcar ni un solo tanto. Y los dos que se marcaron en Gijón fueron excepcionales, fruto de dos asistencias a 70 metros de la portería rival y de una defensa verbenera del contrario. No habrá muchos de esos a lo largo del curso. Si se quiere ver la botella medio llena se puede reseñar las tres ocasiones, clarísimas, de los primeros 18′ de partido, incluso la mejoría, notable, en las acciones de ataque a balón parado (ahí también se ha notado Pombo, que me lo dejé antes en el tintero). Vale. Es cierto. Pero no llega. Con un gol cada tres partidos, de media, vas al hoyo.