Otro parón de morros
Como a finales de agosto, cuando se marchó con la lapidaria frase de Flick en Vallecas, el Barça se va al parón con dos derrotas, sin el liderato, el ruido de Lamine, cinco lesiones y el asunto del estadio sin solucionar.
El Barça se fue al segundo parón de morros después de ser abrasado por el Sevilla. No es la primera vez esta temporada. El 31 de agosto, antes de la primera ventana FIFA de partidos de clasificación para el Mundial, empató en Vallecas y Flick soltó aquella bomba en forma de frase (“los egos matan el éxito”), que venía a completar el toque de atención que le había dado a sus jugadores después del primer partido en Mallorca. La temporada terminaba de empezar, pero al alemán hubo demasiadas cosas que no le convencieron en pretemporada. De hecho, llegó a deslizar algunas públicamente. “No estaba contento con Fermín, pero ha mejorado las últimas semanas”, dijo después del Gamper. A Flick tampoco le hizo demasiada gracia el show que se generó alrededor del cumpleaños de Lamine ni, por supuesto, el nuevo jaleo de las inscripciones, que se resolvieron con cuentagotas. Primero, con Joan García. Luego, con Rashford y más tarde con Szczesny y Gerard Martín. Bardghji tuvo que ser inscrito con el filial contra la recomendación de LaLiga.
De ese primer parón, Flick regresó con la intención de que el equipo sumase las siete victorias que había hasta la siguiente parada, esta de octubre. Empezó bien, derrotando a Valencia, Newcastle, Getafe, Oviedo y Real, pero ha terminado mal, con las caídas ante el PSG y el Sevilla. Con cinco lesionados. Uno, de larga duración, Gavi. Otro, baja a medio plazo (Joan García). Y otras tres ausencias que duelen en la línea de creación y vanguardia (Raphinha, Lamine y Fermín).
El Barça es segundo en LaLiga con 19 puntos y circula en la mitad de la larguísima clasificación de la fase liga de la Champions con una victoria y una derrota. La situación no es límite, pero no hay rastro de la euforia que despertó el inicio de la temporada anterior. Y, sobre todo, el ruido sobre el club no cesa. Lamine es una fuente permanente de debate desde su renovación. La fiesta de cumpleaños, el Balón de Oro, su lesión en el pubis en el primer parón y la guerra política de la pasada semana, con la convocatoria de Luis de la Fuente y el parte médico del Barça que impedirá que esté contra Georgia y Bulgaria en los partidos de Elche y Valladolid.
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El Barça sigue sin resolver el lío del estadio. Durante el parón, ha jugado dos partidos en el Estadi Johan Cruyff (Valencia y Getafe) y dos más en el Lluis Companys (Real Sociedad y PSG). En principio, esos cuatro partidos debían jugarse en el Spotify, pero el club sigue sin recibir los permisos pertinentes del Ayuntamiento y la última es que se quedará en Montjuïc hasta que haya luz verde a la fase 1B de la obra, la que permitirá que juegue en el Camp Nou con un aforo de unos 50.000 espectadores. No hay una consecuencia directa entre el estado de la obra y las derrotas del equipo, pero en el vestuario no hace demasiada gracia esa mudanza constante en espera de la vuelta a casa. Y menos, la desinformación al respecto. De fondo, la Asamblea del próximo 19 de octubre en que el club presentará pérdidas y que volverá a ser telemática, por lo que se anuncia una ofensiva de la oposición en las dos próximas semanas. El club tiene que aprobar las cuentas antes de una semana clave que incluirá un partido de Champions en el que sólo cabe ganar (Olympiacos) y el Clásico. Los partidos que se jugaron entre el parón de octubre y noviembre resultaron decisivos la temporada pasada para asentar el proyecto de Flick (la fiesta ante el Bayern y el 0-4 contra el Madrid incluidos). Flick no estuvo en la sala de prensa del Sánchez Pizjuán tan picante como en Vallecas, pero el Barça se ha ido a otro parón de morros.
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