El cocido talismán de Santillana
El legendario goleador fue el invitado de excepción al cocido que cada mes reúne a un grupo de ilustres madridistas en El Rincón de Toñín.
Imaginen un bar humilde de Entrevías, en el corazón de Vallecas. Se llama ‘El Rincón de Toñín’ y lo regenta un popular aficionado merengue que se caracteriza por ir al fondo norte el Bernabéu con su capote taurino, adornado con un escudo enorme de su amado Real Madrid. Una vez al mes organizan un cocido irrenunciable, elaborado con sabiduría gastronómica por Sonia, que acoge gente variopinta del mundo del fútbol. Desde expresidentes (Pedro García, del Rayo Vallecano), empleados ilustres del Congreso de los Diputados (Antonio Chaves, lo sabe todo del 23-F), empresarios más madridistas que Bernabéu (Fede, Santi, Javi, Juan), entrenadores y contertulios televisivos (Fran Garrido), artistas (Pedro hizo la estatua de 400 kilos de Di Stéfano en Valdebebas), periodistas deportivos (Pedro Pablo, Mata, Carmelo, Navcerrada, Julián ‘El Churri’), profesionales impecables de Hacienda (Antonio), del Estado (Alfonso), aficionados ilustres (Frasquito, 90 años le contemplan), humoristas legendarios de nuestro país (Millán, de Martes y Trece), aficionadas (Lolita), alcaldes (Alberto, de Calanda), directores de comunicación (Sanjurjo, de la Federación Madrileña), aficionados de más allá de las fronteras (José Ignacio, que vive en Estados Unidos), presidentes de peñas (Nabil, Lidia), veteranos ilustres del mejor equipo del Mundo (Antonio Ruiz, José Luis Peinado)… Me dejo muchos porque somos legión.
Pero el otro día, con la canícula de agosto apretando, imaginen las caras de perplejidad y de orgullo cuando de pronto cruzó la puerta Carlos Alonso Santillana. Una de las leyendas indiscutibles del Real Madrid. Después de Raúl, el gran goleador de la historia del club: 290 dianas, aunque él aclara con buen criterio que “metí 60 o 70 más, porque en verano los Trofeos Carranza, Colombino o Teresa Herrera se jugaban con la intensidad de la Copa de Europa, con los mejores equipos del mundo y con primas muy importantes por ganar”.
Al lado de Santillana se sentó, entre la sopa de fideos y el plato de garbanzos bien regado con repollo y aceite de oliva, Millán. Entre chiste y chiste de mi genial paisano manchego, Millán se tomaba un respiro y alucinaba escuchando al que fue uno de sus grandes ídolos madridistas. El cántabro recordó cómo eran sus vuelos sin motor, la primera gran remontada, que fue en 1975 ante el Derby County (Santillana metió el gol de la gloria en la prórroga con una acción individual prodigiosa), y las eliminatorias inolvidables de los 80 ante el Inter. Todos disfrutamos con un cocido que se convirtió en una master class de fútbol. Y concluimos que esto acaba de empezar y que el Madrid de Ancelotti acabará levantando el vuelo. Como lo hacía él, el inigualable Carlos Alonso Santillana.
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