“Descender al Valencia lo llevas contigo hasta la muerte”
Con Robert Fernández hablamos del Villarreal-Valencia de esta noche y de su vida que vio pasar hace dos años tras sufrir un infarto que le cambió para siempre.


Robert Fernández (Betxí, 1962) nos cita en una cafetería de Rocafort, donde reside desde hace décadas. Está ubicada en una plaza peatonal, tranquila, silenciosa. El lugar es un reflejo de cómo es su vida ahora, alejado del estrés de los despachos de los clubes de fútbol. Hace dos años, en concreto se cumplieron el pasado 11 de febrero, Robert Fernández, leyenda del fútbol español, con pasado de futbolista en el Villarreal, Castellón, Valencia y Barcelona, y experiencia en la dirección deportiva de estos dos últimos clubes, sufrió un infarto al corazón. “Por suerte todo quedó en un susto”, enfatiza, apostillando que su fortuna fue múltiple: le pilló en casa, con su mujer y con una unidad del SAMUR cerca de Rocafort, que le trasladó de inmediato al Hospital La FE de Valencia, donde se recuperó sin secuelas físicas, aunque nació otro Robert.
De ello nos habla en una charla que habíamos calculado que duraría una media hora y que se prolongó durante casi dos horas de tantas cosas que quería y tenía que contar. Robert nos relata el día que sufrió el infarto y los posteriores, nos habla de sus padres, de su hermano Pedro que se “empeñó” en hacerle futbolista cuando él quería ser ciclista, de sus inicios en el Villarreal con 12 años, de sus traspasos al Castellón, al Valencia... Del descenso a Segunda División del Valencia de 1986 y de las diferencias y paralelismos que ve con la actual situación del equipo de Carlos Corberán, de la mala gestión de Peter Lim y de por qué le dijo “no” cuando le intentó fichar para la dirección deportiva tras la salida de Mateu Alemany... En la conversación también para aparece el Barcelona de Hansi Flick: “Verlo jugar es una maravilla”.

Hace dos años que sufrió un infarto, ¿cómo se encuentra?
El pasado día 11 se cumplieron dos años, sí. Mi mujer me lo recordó. El tiempo pasa volando. Estoy bien, muy bien. Por suerte fue un susto…
¿Qué recuerda?
Lo recuerdo todo de ese día. Venía de tomar un café con Pepe Rico (abogado) y Miguel Tarín en La Terreta de Massanassa. Nos juntamos todos los sábados. Cuando llegué a casa, empecé a tener una sensación mala, fea, desagradable. Subí a cambiarme para pasear al perro. Mi mujer estaba abajo y no le quise decir nada. De repente me dio como un golpe fuerte en el corazón y ahí ya sí me preocupé mucho. Le llamé y ella avisó al SAMU. Por suerte la Unidad Móvil estaba cerca de Rocafort y conocíamos a la jefa del servicio, cosa que te tranquiliza. Me llevaron directos a La FE. Allí te das cuenta del goteo de hombres y mujeres que sufren problemas cada día, a cada hora. Cuando llegué a la FE, un equipo médico me estaba esperando. Y uno de ellos me dijo: “Pero Don Roberto, ¿Qué hace usted aquí?”. Y mientras me trasladaban en camilla, me contó que sus abuelos tenían hace años una casa en Rocafort y que un día fueron a la mía para que yo le firmara un autógrafo. Aquel niño ahora era un médico en cuyas manos estaba mi vida. No me preguntes por qué, pero mi pensamiento fue: “Me conoce, estoy salvado”.
Como recuerda aquel día con tanto detalle, ¿en qué piensa uno en esos momentos?
En que aquí nadie va a quedar vivo y que había tenido la suerte de estar en casa, porque si eso me pilla con la bicicleta a 80 kilómetros … Yo no tuve secuelas en el corazón porque todo fue muy rápido, pero si el corazón se seca, entonces sí que tienes un problema, porque ya no se puede recuperar. Creo que es bueno que lo diga y que la gente lo sepa, porque hay mucha que tiene un dolor en el pecho y no le hace caso por miedo a tener que ir al hospital. Y piensa: “Mañana estaré mejor”. Eso es un error, que no se queden en casa. Hay que ir al hospital y si después no es nada, mejor. Y la gente que tiene colesterol se tiene que medicar. Porque, como es mi caso, con el hereditario no hay solución y antes o después vas a tener un problema si no te cuidas y medicas.
¿Le ha cambiado la vida?
Sí, mucho. Ahora no discuto con nadie. Si hay una discusión, me voy. Antes no era así. Le doy muchísima importancia al tiempo, que es lo más valioso que tenemos junto a la salud. Solo quiero tiempo para mí. Estrés no quiero, porque el estrés es una enfermedad oculta de la que no te das cuenta pero que cuando aparece te hace daño. Y lo único que quiero es tiempo, estar con mis amigos, poderme tomar un café como el que nos estamos tomando ahora, con gente que me gusta estar. Salir con la bicicleta, ir al cine, una buena cena, estar con mi nieto, con mis perros… No quiero problemas porque es que no merece la pena. Cuando ves la puerta… eres consciente que no somos nadie.
El estrés es una enfermedad oculta, de la que no te das cuenta que está, pero que cuando aparece te hace daño”
Robert Fernández
Por lo que me cuenta, ¿lo de volver a una dirección deportiva ni lo contempla?
No, no. Eso se acabó ese día. En verdad, más o menos, ya se había acabado antes, aunque siempre podía surgir la posibilidad de volver al Valencia. Pero ahora no. No me planteo vivir con estrés y el fútbol es mucho estrés. En el fútbol estás tomando permanentemente decisiones que son importantes por muchos factores, económicos, emocionales…, aunque al final dependes siempre de los jugadores y del entrenador. Así que no, ahora soy un mero espectador, analizo los partidos del Valencia en À Punt porque me lo paso bien. Pero ni tan siquiera voy a Mestalla. No piso el estadio desde el partido del Centenario.
¿Por qué?
Porque ir allí ahora en este momento tan difícil es ir a sufrir; porque cuando quieres una cosa, sufres. Y en la radio estoy más tranquilo.
Entiendo que no se puede trabajar en el mundo del fútbol sin esa tensión…
No, imposible, yo al menos no lo concibo, porque hay tanto en juego que es imposible. Lo veo cuando voy a estadios por mi trabajo en Interestar Deporte (agencia de representación, en la que ejerce de relaciones públicas). Cuando estoy con los directores deportivos de los equipos, los veo sufrir y recuerdo todo el sufrimiento que yo he pasado. Y esa tensión te la llevas a casa. Así que no, es incompatible ese trabajo con la tranquilidad que ahora busco. Ya he peleado muchos años en el fútbol como jugador y director deportivo. Así que prefiero ahora ver el fútbol como comentarista, que es lo que haré esta noche con el Villarreal-Valencia.
No voy a Mestalla porque ir ahora en este momento tan difícil es ir a sufrir; porque cuando quieres una cosa, sufres”
Robert Fernández
Vale, hablemos del Villarreal-Valencia. Se suele vincular sus inicios con el Castellón, pero usted empezó en el Villarreal.
Así es. Yo empecé a jugar en el Villarreal a los 12 años.
¿Antes dónde jugaba?
En ningún sitio. A veces a la hora del patio en el colegio de Betxí… pero a mí me niño me tiraba más la bicicleta. Recuerdo como si la tuviera delante una que me compró mi padre. Rojo Ferrari, preciosa. Yo me pasé la niñez viendo cómo se arreglaban los pinchazos y las cadenas en el taller de bicicletas de mi padre. A mi padre la Guerra Civil le fastidió su carrera de ciclista. Llegó a ser amateur. Pero él era asturiano y republicano. Lo capturaron en la zona de Teruel y lo llevaron a un retén de Betxí. Allí es donde conoció a mi madre, que era de Macastre pero estaba en Betxí en casa de unos familiares porque eran tiempos difíciles. Pero allí se conocieron y nacimos mis hermanos y yo.
¿Y quién le hizo dejar la bicicleta por el balón?
Mi hermano Pedro, que era 18 años mayor, porque yo fui un error (ríe) ya que tenía otro hermano 20 años mayor (José Luis). Pedro se empeñó en que yo dejara la bici: “Vas a ser futbolista”. Fíjate qué decisión más importante en mi vida tomó mi hermano. Pedro había pasado por el Juvenil del Valencia y llegó a ser internacional en inferiores con España. Pero tuvo un problema de corazón y en el Valencia le dijeron que bajo ningún concepto le iban a dejar continuar jugando, porque en esas fechas había fallecido un jugador del Sevilla por un problema de corazón. Así que Pedro tuvo que dejar el fútbol y se esforzó para que yo fuera futbolista.
¿Y qué hizo para que lo fuera?
Pues entrenarme. Nos salíamos todas las tardes a la calle, nos íbamos al frontón para dar pelotazos a la pared… Yo tenía 8 o 9 años. Apenas jugaba partidos, porque en Betxí no había equipo. Solo entrenaba con mi hermano. Y llegó un día en el que mi hermano me dijo: “Ya estás preparado”. Él jugó en el Villarreal antes de fichar por el Valencia, así que conocía gente allí. Me llevó a hacer una prueba y me quedé hasta los 16 años, cuando me fichó el Castellón.
De niño quería ser ciclista, pero mi hermano Pedro se empeñó en que fuera futbolista”
Robert Fernández
Cómo cambian los tiempos. Hoy con 12 años los padres ya se piensan que tienen un Messi en casa y con 16 años el Villarreal actual no suelta a un futbolista como usted ni de coña…
Bueno, eran otros tiempos, claro. A los 15 ya empecé a entrenar con el primer equipo del Villarreal, que militaba en Tercera, una Tercera muy dura. Tuve la suerte de cruzarme con Josep Seguer como entrenador, una leyenda del Barcelona. Él me subió al primer equipo y me dijo una frase que nunca olvidaré: “Tú serás mundialista”. Y lo fui. Ese hombre apostó por mí. Él fue quien me bajó al centro del campo, porque yo antes era delantero. Mi hermano había hecho muy buen trabajo conmigo, yo tenía buena coordinación, buen remate y bastante gol. Y físicamente era fuerte, aguantaba bien las cargas. Recuerdo que el primer día Seguer me hizo una advertencia y un consejo: “Tú en mi equipo no juegas sin espinilleras”, porque yo jugaba sin ellas y con las medias bajadas como Gordillo, “y acostúmbrate a llevar siempre camiseta de algodón debajo de las camisas, te resfriarás menos”. Aquel fue mi primer vestuario profesional, el Villarreal era un gallito de la Tercera. Después me fichó el Castellón, que estaba en Segunda. Pagaron 500.000 pesetas.
Años después cerró el círculo regresando al Villarreal, donde se retiró.
Volví precisamente por eso, porque es un club al que le estaba y estoy muy agradecido por todo lo que hizo por mí. Cuando salí del Valencia me quería Benito Floro para el Albacete y Juande Ramos para el Logroñés, que estaban los dos en Primera. Pero tenía una deuda con el Villarreal y la pude saldar con el ascenso a Primera en mi último año.
Cuando salí del Valencia me quería Benito Floro para el Albacete y Juande Ramos para el Logroñés, pero tenía una deuda con el Villarreal”.
Robert Fernández
¿Cuánto pagó el Valencia por usted la primera vez? Porque en su época fue de los jugadores que más dinero movió en traspasos.
La verdad es que sí. En Castellón estuve dos años. En el primero jugué unos 25 partidos y en el segundo lo jugué todo, quedé el máximo goleador. Pero yo sabía desde diciembre que al año siguiente me iría al Valencia. Antonio Sales, que era el presidente del Castellón y al que considero como un padre, nos dijo a Ribes y a mí que el club necesitaba dinero y que nos iría muy bien en el Valencia, que pagó 25 millones de pesetas. Pero antes ascendimos al Castellón a Primera.
¿Hay paralelismos con el Valencia actual y su primer Valencia? Lo digo porque en 1983 se salvan con un gol de Tendillo al Real Madrid en la última jornada y tres años después descienden a Segunda.
Con el Valencia al que llegué, no. Aquel era un magnífico Valencia, que venía de ganar la Copa, la Recopa y la Supercopa de Europa. Había un equipo espectacular, del que yo quería formar parte sí o sí. De hecho, renuncie a ir al Mundial Juvenil de Australia para estar en el Valencia…
¿Por qué tuvo que renunciar?
A mí me pilló que tenía que cumplir con el servicio militar y tenía que estar 40 días en Alicante. El Capitán General me llamó un día para decirme que habían recibido un fax de la Federación para que me concedieran permiso durante el Mundial. Pero me dijo que tendría que recuperar esos días que estuviera en Australia después. Le dije: “De eso nada”. Lo que quería era acabar cuanto antes mi etapa en Alicante para poder incorporarme al Valencia. Y no fui al Mundial. Pasé los 40 días en ese cuartel y luego ya me trasladaron a otro cerca de Borbotó, donde también estaban Tendillo, Bermell y Moreno. Ahí ya sí podía ir a entrenar con el Valencia. Te cuento una anécdota: el día de mi primer partido en Mestalla me presentó sin botas. Se las pedí a Ricardo de la Virgen, que era un jefe de todo en el club: “Pues bien empiezas chaval, pidiéndome ya cosas el primer día…”.
¿Qué pasó entonces para acabar en Segunda?
Mi primer año fue bueno. En la Copa de la UEFA competimos bien. Pero ya el segundo año flojeamos en Liga. Nos salvamos por ese gol de Tendillo contra el Real Madrid. A partir de ahí, entramos en declive porque el club entró en una situación de impagos y el público estaba muy nervioso. Era un problema jugar en Mestalla, se llenaba el campo de almohadillas, paraban el partido, salir a la calle era increíble. Miguel (Tendillo) y yo tuvimos una enganchada muy fuerte con aficionados en Tribuna. Era un suplicio. El Valencia era un gran club, pero se iba deteriorando. La remodelación de Mestalla para el Mundial y la compra de la Ciudad Deportiva de Paterna lastraron las arcas. Los cambios de entrenador eran permanentes. La noche del Real Madrid, la del gol de Tendillo, por ejemplo, fuimos a tomar algo a un local del centro y a Koldo Aguirre lo destituyeron allí mismo…
Tendillo y yo tuvimos una enganchada muy fuerte con aficionados en la puerta de Tribuna de Mestalla...”
Robert Fernández
¿Cómo recuerda la temporada del descenso?
Desde el principio yo no me encontraba bien. Estaba lesionado. Fuimos a hacer la pretemporada a Tenerife, cosa ya de por sí muy atípica. Pero allí no me sentía bien. Me fui a Barcelona para ver a Jorge Guillem, que era el médico de la Selección. Allí decidimos que había que abrir, porque no sabían que tenía en el tendón. Cuando abrieron vieron que el tendón se deshacía por tanta cortisona que me habían pinchado para que jugara… y tuvieron que seguir abriendo. Me hicieron un injerto de casi un palmo. Llegaron a pensar que tenía una enfermedad y me hicieron una biopsia. Ahí me preocupe mucho, claro, hasta que me dieron los resultados y se descartó que sufriera un cáncer. Pero me tiré ocho meses de recuperación. Guillem me dio el alta tras llevarme a entrenar con la Selección Sub-21 a Denia. Así que Di Stéfano me reclutó para los últimos ocho o diez partidos… pero no hubo forma de salvarnos. Bajamos por un punto.
¿Un descenso con el Valencia se olvida?
No, no. Eso no se olvida nunca. Además, lo llevas dentro. Todos los que estábamos lo vamos a llevar hasta el día de la muerte. Eso no se puede olvidar.
¿Y cómo lo ve ahora?
Yo soy muy optimista. Pienso que el Valencia no va a bajar, que va a sufrir hasta el final, porque ahora le vienen dos partidos muy complicados (Villarreal y Atlético). Van a sufrir mucho, hasta los últimos partidos, pero lo van a sacar porque veo dos diferencias con nuestra época.
Pienso que el Valencia no va a bajar, que va a sufrir hasta el final, pero no va a bajar”
Robert Fernández
¿Cuáles?
A nosotros nos descolocó el club porque no podía hacer frente a los pagos. Eso ahora no pasa. Yo, que era internacional y por ahí ingresaba algo de dinero, tuve que dejar dinero a un compañero para poder pagar el alquiler. Y después, el público. El de entonces no es el de ahora. Ahora va al campo, apoya al equipo. Otra cosa es después del partido, que entiendo que se manifiesten como consideren que tienen que hacerlo. Pero Mestalla ahora apoya al Valencia. Si el público le girase la cara al equipo te diría que no hay solución. Pero yo eso no lo veo. Ni tampoco veo al equipo con los brazos bajados, lo veo bastante entero. Hay partidos que no los va a poder ganar, pero otros sí.
¿Le da para ganarle al Villarreal?
Sinceramente creo que no. Ni al Villarreal ni al Atlético. Dudo que los ganen. Pero da igual. Yo no crearé una opinión negativa porque no sean capaces de ganar estos dos partidos. Lo que sí hay que pedirles es que no pierdan en Pamplona y ganen al Valladolid. Es lo que ha pasado en las últimas semanas. Hizo bien el entrenador en no jugar con los titulares en Copa, porque los partidos que tenían que ganar eran los que ganaron en Liga. Yo creo que en este momento el Valencia no le puede ganar al Villarreal.
¿Pero más por méritos del Villarreal o por deméritos del Valencia?
Porque el Villarreal es un club y un equipo muy equilibrado, un proyecto de verdad. Vale que esto es fútbol, pero en el Villarreal todo es bueno: tiene un buen entrenador y un buen equipo. Su dinámica es positiva, está pensando en Europa… Así que lo normal es que no gane el Valencia y no pasa nada, los partidos que tienen que ganar sí o sí son los que está ganando. De hecho, si hubiera ganado no hubiera perdido los días del Valladolid, Espanyol y Alavés estaría con cinco o seis puntos más y en una situación mucho más tranquila.
El Villarreal es un club y un equipo muy equilibrado, un proyecto de verdad”
Robert Fernández
¿Cuál es el problema del Valencia?
Quizás el único paralelismo que hay con mi época es que se han ido jugadores importantes que no se han reemplazado. Y en eso, el dueño es el que tiene la culpa de lo que está pasando. No inyecta dinero para que la gente pueda ir al mercado a fichar jugadores, ya no jugadores importantes sino simplemente jugadores que te puedan dar un equilibrio y una estabilidad. ¿Qué hacía el club en mi época? Solo jugadores jóvenes al primer equipo, como ahora, pero estos necesitaban otros a su lado que les den ese equilibrio y estabilidad.
¿Por eso le dijo “no” al Valencia de Peter Lim? Porque a usted le llamaron tras la salida de Marcelino y Mateu Alemany, que es el punto de inflexión hacia abajo del Valencia…
Yo tuve una reunión con gente relacionada con el club, sí. La sensación que me dio es que no sabían lo que querían, pero que iban a tirar hacia adelante con el tema. Pero era una locura. Lo único que buscaban era encontrar un nombre que pudiera parar ciertas cosas. Yo entendí que así le íbamos a hacer daño al club y que ellos me iban a hacer daño a mí… porque para un “ex” es muy difícil estar hoy en el Valencia. Tiene que ser muy duro.
Le dije “no” al Valencia de Peter Lim porque ellos solo me querían como parapeto”
Robert Fernández
¿Por qué para un “ex”?
Porque un “ex” es muy detectable en el campo, en la calle y para la gente será el bulto sospechoso. Dije “no” porque ellos no sabían lo que querían. Mira, justo el otro día coincidí con (Albert) Celades en Getafe, que era entonces el entrenador. Celades estuvo en mi casa tomando un café cuando (Anil) Murthy estaba empeñado en que yo entrase al club, pero ya le dije que no lo veía claro. Además, yo quería que algunas personas estuvieran conmigo y el club no se planteaba esa situación. Estaba claro que quien entrase iba a sufrir, porque detecté enseguida que el club iba a estar muy dirigido desde Singapur. Ellos solo me querían como parapeto, para frenar la opinión pública, y así no puede funcionar un club. A los 20 días firmaron a César (Sánchez), que me enteré por mi mujer.
Usted ya sabía cómo gestionaba el club Peter Lim durante el traspaso de Paco Alcácer, porque mientras en Valencia decían que no había nada, el dueño estaba reunido para venderlo…
Es que los dueños son los dueños. Ellos pueden hacer lo que quieran. El club se les vendió a él y puede decidir lo que quiera. Para que no fuera así, se debería haber plasmado en la venta una serie de obligaciones…
Curiosamente usted estuvo en los inicios de Fernando Roig en el Villarreal…
Yo regresé con Pascual Font de Mora y a los dos años llegó Fernando Roig. En mi primer año teníamos un equipo limitado, tuvimos la suerte de salvarnos en la última jornada en Almería, y con unos graves problemas de instalaciones. Recuerdo hablar con el alcalde de Betxí para poder ir allí a entrenar algunos días. Pero después empezaron a decidir cosas importantes. Hicieron los descartes que hacían falta, llegó Subirats de entrenador, chavales del Valencia que nos dieron energía como Palop, Angulo o Albelda… y se fue armando un equipo que nadie pensaba que fuéramos aspirantes al ascenso, pero que era muy fuerte mentalmente, muy maduro, con una idea clara. Con la llegada de (Jose Antonio) Irulegui nos convertimos en un equipo muy fiable, era difícil de superarnos. Hoy en día aún nos juntamos una vez al año para comer. Fíjate, diría que ese equipo es el mejor que ha pasado por el Villarreal, porque trabaja en unas situaciones muy complicadas y logró el ascenso.
Ahora el Villarreal tienen dos Ciudades Deportivas propias y un estadio de La Cerámica recién reformado…
Eso se intuía desde el primer día de (Fernando) Roig. Hablabas con él y sentías que su mensaje era hacer un gran club. Y así lo ha hecho. Los estadios se ven realmente como son cuando no hay gente, ahí ves todas las cosas. Estuve el otro día con À Punt y fue la experiencia más bonita que he tenido en Vila-real. El estadio es extraordinario.
En Barcelona hay dos principios: uno es jugar bien y otro es campeón; con Flick lo primero lo hace de maravilla...”
Robert Fernández
Más allá del derbi, ¿cómo ve al Barcelona de Flick?
Lo veo muy, muy bien. Vino sin hacer mucho ruido. Es cierto que venía del Bayern y era conocido. Allí ya daba sensación de ser un entrenador atrevido y moderno. Pero ser entrenador del Barcelona no es fácil. El Barcelona tiene una idea de juego muy clara y de ahí no puedes salir. Además, venía tras la etapa de Xavi, que no había estado bien en su último año. Así que tenía que hacer olvidar ese año, meter al equipo arriba… y hoy ver al Barcelona es una maravilla. Ahora lo que hay que esperar es que sea campeón. En Barcelona hay dos principios: uno es jugar bien, porque si no juegas bien no te lo van a perdonar, y tienes que ser campeón. Con la primera está cumpliendo, porque me encanta verlo jugar, con mucha gente joven, gente de allí y eso ayuda a asentar el club; ahora Flick tiene la asignatura de campeonar.
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