“Es el Balón de Oro del pueblo”
Karim Benzema concedió una entrevista a France Football con motivo de su primer Balón de Oro que recibió el pasado lunes en París y habla de la importancia de su familia.
Karim Benzema consiguió el pasado lunes su primer Balón de Oro en París en una ceremonia inolvidable para los amantes del fútbol. Como cada año, el ganador del prestigioso galardón concedió la clásica entrevista a France Football muy sensitiva, relacionando cada sentido con el terreno de juego y definiéndose como un artista del fútbol. El Diario AS ha podido acceder a la misma y aquí esta la traducción.
¿Qué siente al ganar el Balón de Oro?
Alegría, orgullo, hay muchos recuerdos, muchos tópicos que me vienen a la cabeza. No hay un premio individual más bonito en todos los deportes. En primer lugar, el nombre: Balón de Oro. Es algo diferente, magnífico, todo oro, el colmo de la belleza. Y no se puede comprar. Es mío y fui a buscarlo yo mismo. Es una locura.
Se nota que le gusta
El destino estaba escrito. Va sobre mi vida, mi carrera y mi historia. No me veo dejando de jugar al fútbol sin él. Tuve que ir a buscarlo. Lo quería y hacía todo lo posible para conseguirlo, pero no era una obsesión o algo en mi cabeza que me volvía loco. Tenía que averiguar cómo hacerlo, tenía que acercarme, tenía que volver a acercarme, y “tac”, tenía que cogerlo. Tienes el Balón de Oro, has hecho historia en este deporte. Y yo juego al fútbol para dejar algo, aunque sea una acción o una emoción.
¿Con quién has hablado del Balón de Oro?
Con mi madre. Era su sueño. Siempre me decía: “Eres el mejor, lo ganarás”. Era especial, estaba convencida, persuadida. No fueron discusiones largas, pero tuvo tiempo para decirme unas palabras. Cuando me preparaba para una nueva temporada, cuando hablaba con mis padres, con mi hermano..., mi madre me dijo: “Espero que sigas teniendo el Balón de Oro en la cabeza.
¿A qué sabe el Balón de Oro?
Está más allá de todo. Es un trofeo individual, pero es, y siempre será, colectivo, con mis compañeros de equipo, por supuesto, pero también con la gente de fuera. Lo comparto con la gente de dónde vengo, de los barrios, mis fans, todo el mundo... Es mi Balón de Oro, pero en realidad es el Balón de Oro del pueblo.
¿Qué plato es el Balón de Oro?
Se mezclan todos los ingredientes adecuados. Es como si vas a un restaurante y dices: “Hoy sólo vengo por esto, no hace falta añadir nada de nada. Déjalo así “. Y como francés, ganarlo después de “Zizou” es especial, magnífico. Es importante, es mi hermano mayor, aprendí fútbol con él y con Ronaldo.
¿Es el Balón de Oro lo único que más quieres tocar con las manos y no con los pies?
Dormiré con él. Haré lo que un niño pequeño hace con su primera manta. Cada vez que lo vea, me recordará mi infancia. Y las imágenes de mí cuando era joven pasarán por delante. No sé cuánto tiempo, tal vez nunca termine. Esta es mi vida... La evolución de un niño con un pequeño balón de cuero que se convirtió en un balón de oro. Es increíble.
Díganos cómo siente un partido con los cincos sentidos
Miro la portería de mi rival y mi rival directo. Miro y analizo en pocos segundos a mi defensor, dónde está, su comportamiento, si va a venir con fuerza a por mí, o si me va a dar tiempo a controlar o si va muy rápido. Los ojos transmiten al cerebro y lo sé. Mi juego comienza en el momento del saque de centro.
¿En el túnel de vestuarios no se juega nada contra el rival?
No. Sólo un pequeño impulso de concentración mientras bajo las escaleras. Como capitán, me doy la vuelta y miro a mi equipo y le transmito esto: “Ya está, venga, vamos a salir al campo”.
Cuando entras al Bernabéu, ¿qué te proporciona la visión?
Es maravilloso. Puedo escuchar a los aficionados y la adrenalina está bombeando. Saludamos a nuestros rivales, etc. Sé dónde están mis seres queridos, nos miramos, hay una conexión. Tengo que hacerlo, lo necesito. No empiezo un partido sin esa mirada.
Comienza el partido, tu equipo tiene el balón, ¿a dónde se dirigen tus ojos?
No miro el balón sino quien lo tiene y entonces sé dónde colocarme. Me aseguro de anticipar dónde va a ir el balón por el movimiento. Me concentro en el tempo para conseguir el movimiento adecuado. Pero mis ojos vagan por todas partes, siempre.
¿En qué parte del terreno de juego prefieres colocarte?
En el área, para terminar la acción y marcar, o en la salida de balón me coloco pasado el centro del campo, en los últimos treinta metros. Me gusta tomar la posesión del balón allí y tener todo el campo delante y a todo el estadio para iniciar la acción. Ahí es donde veo y leo el juego.
¿La visión de juego es el saber?
Si quieres jugar rápido, es mejor ver antes de tener. Por lo tanto, hay que observar para saber qué va a hacer con el balón, y eso es algo que hay que aprender. Controlar, mantener, jugar a un toque, atacar, retrasar, hay muchas posibilidades. Así que tengo que ver para saber. Pero estoy buscando el siguiente movimiento. No lo que voy a hacer, sino lo que puede pasar después. Ya he visto lo que tengo que hacer, lo sé. Así que miro a mi alrededor para pensar en el siguiente movimiento, y para tener un tiempo extra por delante.
¿Ves todo lo que te rodea con mucha claridad?
Sí, pero no pongo toda mi atención visual en lo que está cerca, cerca de mí, sino en lo que está en el lado opuesto. Porque ahí es donde puede haber espacio. Si lo veo, “boom”, controlo de manera que oriente hacia el otro lado y espero que mi anticipación visual también haya sido anticipada por el que va a recibir, por ejemplo. O si uno de nuestros centrocampistas me da el balón, sé: “Aquí, va a ir así, al otro lado, así, es bueno...”. Parece sencillo, es cierto. Solía discutir esto con ‘Zizou’. A veces los dos nos enfadábamos por un pase errado. Porque nos parecía sencillo, pero en realidad... yo decía: “No, pero es un pase fácil. “OK, pase fácil para ti. Pero hay que ver al otro jugador y ponerse en su lugar. En mi cabeza, veo el fútbol como un deporte sencillo, de un solo toque, que involucra al otro, que se mueve, que recibe, que da, que marca y en el que se hace gol. Así que lo que parece sencillo para mí puede ser complicado para otra persona. Yo no soy el otro, y el otro no soy yo.
¿Sus ojos están en permanente movimiento?
Lo que se mueve continuamente son mis ojos. Busco en todas partes. En el fútbol actual, no se habla de los ojos. Ya no es “tengo el balón, ¿qué he visto para saber qué hacer con él?”, sino “¿quién pasa?, ¿quién marca?, ¿quién dispara?, ¿quién regatea?, ¿quién corre más rápido y salta más alto? Para ser un gran jugador, es importante tener la cabeza y los ojos antes que los pies.
¿Hablas con tus compañeros con los ojos?
Depende del jugador. Con Modric no hay que hablar, se comunica con los ojos. Me mira, sabe cómo está posicionado mi cuerpo. Lo miro y sé cómo está colocado el suyo. Y ambos sabemos lo que va a pasar. Contra el PSG (3-1 en el Bernabéu) todo el mundo piensa en la jugada del 2-1 que iba a disparar, pero yo sé que va a hacer ese pase. Y él también lo sabe porque freno y retrocedo, mientras finge que va a disparar. Son los ojos, los movimientos y la cabeza antes que los pies. Entre los grandes jugadores, las miradas son suficientes para entender e interpretar una situación.
¿A los rivales los miras?
Siempre. Me tomo un minuto para observar a los defensas, para ver su actitud ante mis movimientos y su comportamiento. Cuando recibo el balón, varío mis controles, y entonces sé dónde pueden estar las dificultades. Los analizo. Pero no hay contacto visual. Existe, pero no estoy en ello.
¿Intentan intimidarte los rivales con la mirada?
Sí, a menudo. La verdad es que me hace reír. Es cierto y hasta es divertido. Te encuentras con un defensa que hace cosas así y luego ve que no sirve de nada. Así que me toca el hombro y básicamente me dice: “Adelante, tómatelo con calma...”. Un defensa podría querer impresionarme. Le digo: “Mira, puedes pegarme, pero ve al balón”. Juguemos al fútbol. No me interesa ir de frente. No me gusta entrar ahí, y no quiero hacerlo. He visto antes la agresión en los ojos de los defensas, sí, desagradable. Pero no es nada.
¿Al portero también le miras?
Ya lo veo antes de los partidos. Intento ver dónde es muy bueno y dónde no lo es tanto. Eso puede ayudar.
¿Tu mirada se puede escapar durante un partido?
No hasta el punto de convertirse en un espectador. Pero ya me ha pasado cuando estoy cansado, o cuando es un partido complicado, que se me va la mirada por un rato. Se pierden dos o tres oportunidades, o se está en fuera de juego dos veces seguidas. Pero me hablo a mí mismo para volver al juego rápidamente.
¿Qué oyes en el campo?
Todo. La afición, los compañeros, el balón, los entrenadores hablando… todo. Oigo cada sonido con claridad. Y estoy prestando atención a todo. (Señala su oreja derecha y su cabeza.) Todo entra. Es como un concierto.
¿Qué escuchas en un partido?
Depende. Oigo los sonidos, pero estoy concentrado en lo mío, en el manejo del balón. Por ejemplo, cuando disparo, ya por el sonido que hace el balón, sé si va a ser fuerte, a portería, a gol o fuera. En el momento en el que se dispara y hace el sonido de impacto, lo sé. Por otro lado, el sonido que hace el balón al llegar a mí en un pase no va a afectar a la forma en que lo recibo o lo controlo. Lo importante es cómo me sitúo en relación con el balón que se me dirige, si estoy en movimiento o parado, dónde estoy en relación con la portería. Si tengo que adaptar la forma de posicionarme o si debo orientar mi cuerpo.
¿Cómo te llaman tus compañeros?
Karim, Nueve, depende. O “Kariño” (en español, cariño significa “darling”).
¿Escuchas a Ancelotti en los partidos?
No. Es más gestual. Ya lo sientes cuando no está contento. A menudo me dice: “¿Qué estás haciendo? Lo dice en general para todo el equipo. Tenemos una buena conexión. Mourinho, hablaba mucho. Pero eran otros tiempos, otro fútbol y con más tensión. Lo hacía gritando, animando, un poco de todo. Puede ser agradable o desagradable. Pero sigue siendo uno de los mejores entrenadores que he tenido. “¡Cuando Zizou no está contento, tú también lo oyes y lo sientes!
¿Cómo percibes al público?
Es importante, influye. Por ejemplo, recibes el balón, fallas un regate, un tiro. Si te silba, es complicado. Pero si te anima, ¿qué haces? A la siguiente bola que no entre, lo vuelves a intentar. Y el siguiente balón que toques es igual y posiblemente marques.
¿Escuchas si les gusta lo que ven?
Por eso juego al fútbol, para conseguir las emociones del público y para darles algo. Quiero provocar en ellos lo que doy a mi familia. Quiero que todo el público ante el que toco sienta... ¡que hay algo! En el campo, soy receptivo a los olés y a los gritos. Cada vez más, el delantero tiene que marcar. Pero es complicado y es difícil marcar. Están los mejores porteros del mundo. Pero también entiendo los run-run, al final la gente siente emoción. Por eso trato de ofrecerles algo, de hacerles reír, aunque sea con un pase o un buen control. Un pase que nadie ha visto antes, excepto yo, que no es un gol, es un pase, y sin embargo el aficionado dirá: “Espera, eso me gusta”. Me gusta oír al público.
Eres un jugador de fútbol para los amantes del fútbol
Crecí con este fútbol de amantes y conocedores del fútbol. Porque así es como lo vi. En mi infancia crecí con el FC Nantes (Le Jeu Nantaise), el juego a un toque y los movimientos rápidos. Y luego, en mi barrio, crecí con niños mayores, de seis o siete años más grandes, más fuertes y rápidos que yo. Ver rápido, pensar rápido, actuar rápido.
¿Escuchas el silencio?
Sí, cuando estoy a punto de lanzar un penalti, por ejemplo. Tomemos el del City en el partido de vuelta (semifinal Champions, 3-1). Había mucho ruido y está en mis oídos. Era como estar en un avión. Conseguí concentrarme y entonces empecé la carrera. No hay más ruido, sólo unas palmadas que hice, muy suavemente. Está la gente hablando o el guardia de seguridad. Pero no oía nada.
¿Escucha los silbidos de la grada?
Sí, en el Bernabéu, en la selección francesa, incluso en Lyon, y es difícil. Porque es tu público. Llegan con el tiempo y eso significa que no has hecho lo correcto durante un periodo determinado. Tienes que decirte a ti mismo: “¿Qué puedo hacer para salir de esto? ¿Sigo así, pierdo la confianza, me asusto, me convierto en un jugador ordinario y me pitan todo el tiempo? ¿O tomo el relevo, porque conozco mi calidad, y asegurarme de que me aplaudan? Tienes que elegir. Había silbidos que me daban dolor de cabeza. Cuando volvía a casa... Tienes que intentar no contaminarte la cabeza. Es complicado, pero también puede hacerte llegar más alto.
¿Escuchas las provocaciones verbales?
Hay algunas, pero no se pueden calcular. Insultos en un terreno de juego, pegar la cabeza contra la del otro o empujar, no veo qué sentido tiene. Nunca llegaremos al final. No me interesa. Estamos aquí para jugar.
¿Nos atrevemos a provocar todavía verbalmente?
Francamente, no, ha pasado mucho tiempo. Incluso cuando un tipo me hace una entrada dura, después se arrepiente. “Relájate, mientras juegues la pelota, no hay problema”, le digo.
¿Hay algún estadio con un olor particular?
De hecho, sientes cuando lo vas a estropear. En París (octava Champions), sabía que iba a hacer algo... No es que fuera a marcar tres goles, pero lo sentí todo, el vestuario, la concentración, los compañeros, la afición, no fue como siempre. El terreno de juego estaba bien regado, etc. Sientes que algo va a pasar. A veces tenía la misma impresión en Gerland. En vísperas de los partidos, solía ir allí con Bernard Lacombe (exdelantero del Lyon, máximo goleador francés en la Ligue 1, entonces asesor del presidente Aulas), dábamos una vuelta y podía sentir si iba a marcar.
¿Eres un jugador que apesta a fútbol?
Sí, eso creo. Porque mi juego es sencillo. Si coges el panenka contra el City (ida de semifinales, 4-3 ganó el City), cuando lo hablo con mi hermano pequeño, me dice: “¡Estás loco! Pero, ¿por qué?” Antes, fallabas dos penaltis en el mismo partido, no debías tirarlo y ahora estás en semifinales, 4-2, y haces un panenka. No era extravagante. Para mí, era sencillo, así que tuve que hacerlo. En el partido anterior, cuando tiré a la derecha, mi lado fuerte, el portero me había parado dos penaltis. ¿Disparar a la derecha? Eso está caliente. ¿A la izquierda? No sé. En realidad, me dije ¡voy hacer un “Zizou”! Eso es lo que tenía en mente. Jugar al fútbol consiste en hacer cosas sencillas que parecen complicadas.
¿Qué gusto tiene marcar un gol?
¡Es tan bueno! Te encanta, a la gente le encanta, los objetivos importantes, cuando todo el mundo está bajo presión y es liberador. Pfff... Es una locura. Es violento, íntimo. Hay que vivirlo. Y entonces sientes la importancia que tienes hacia tus compañeros de equipo que son felices. Trabajamos toda la semana, boom. “Ya ves, he marcado”, lo siento en ellos. Y luego, la victoria es emocional.
¿Y la derrota?
Si has perdido, es porque lo has hecho mal. Si se respeta lo que hay que hacer, dado el club que somos y el equipo que tenemos, no deberíamos perder. Has jugado mal, no te tomas bien la derrota, pero al menos sabes por qué. Lo peor es jugar bien y perder. Dominas, has estado bien, el portero lo saca todo y ellos, en una acción te han marcado.
¿Tiene sabor a venganza el Balón de Oro?
¿Venganza? No. He estado nominado durante mucho tiempo (en 2008 por primera vez) pero, al final, siempre estaba demasiado lejos, aunque podría haber estado más arriba en algunos momentos. Pero tranquilo, me dije cada uno a lo suyo. El año pasado, no ganamos nada colectivamente, terminé cuarto. Fue difícil, pero no hay que preocuparse. ¿Tengo que hacer más? Bien, iré a hacerlo. Pero no es una venganza. Fui a buscarme a mí mismo, trabajé solo, desde abajo, con mi vida tal y como es. No hay que olvidar que hace cinco años, querían hacerme ver como este individuo, allí... Me quedé en mi sitio, seguí trabajando, me tomé mi tiempo. Volví al frente y aquí estoy. Es un Balón de Oro especial, uno de los más bellos. De hecho, es historia. Ha recorrido un largo camino. Hace cinco años, nadie habría predicho esto, nadie. Por eso es excepcional, magnífico, por eso marcará la historia del Balón de Oro. Fui a buscarlo.
¿El instinto capta la realidad o la anticipa?
Siempre tienes un pensamiento que te dice que hagas una cosa. Entonces elige. Hago caso a mis instintos y lo hago. Las veces que tuve un “tal vez”, fallé el tiro. Pero mi instinto es más el de disparar y terminar. El resto es más bien un sentimiento. Siento la acción a través de los movimientos, como cuando anticipo el movimiento de mi defensor para moverme. El tercer gol contra el PSG es realmente instintivo. Corro hacia el balón. Pude poner el pie plano, tengo el cuerpo un poco doblado, y el instinto me dice que le pegue con el exterior, continúo mi recorrido y el balón aún no ha entrado y ya estoy celebrándolo Eso es instinto.
¿Es cada balón que tocas una oportunidad?
Sí. Intento asegurarme de que así sea. Pero depende de cómo llegue el balón, de cómo lo toques y de lo que ocurra después. La acción que sigue proviene de la forma en que se realiza la continuación. No sólo es importante el final, todo cuenta. Si tu desvío desde el exterior no está en la trayectoria del jugador al que quieres pasarle la pelota, éste se frena y nada es lo mismo. Todo es creativo. El camino es creativo.
¿Te has convertido en un artista?
En lo que hago, sí. Después de eso, hago mi propio negocio. Todo lo que hago, incluso un simple pase, un simple movimiento, depende de lo que pueda ocurrir después. Crecí con el fútbol de los artistas, “Zizou” y Ronaldo. A pesar de todos los grandes jugadores que hemos visto desde entonces, están a otro nivel. Cristiano y Messi también son artistas por lo que han hecho, no se puede hacer lo que ellos hacen.