Cucalón: “No puedo estar toda la vida pensando... ¿Por qué a mí?”
Marc Cucalón vio cómo una infección “rara” le obligaba a colgar las botas con 19 años. El último capítulo de una “película” que recorre en AS.
“Al 2025 le pido salud”. Un deseo universal, pero lleno de significado cuando lo verbaliza Marc Cucalón (16 de noviembre de 2004). Lo hace en su visita a AS, donde llega rodeado de recuerdos. Vivía “una película” en el Real Madrid. Hasta que el 6 de septiembre de 2022 su vida cambió. Rotura de cruzado en la Youth contra el Celtic. Y algo más. En la operación le atacó una infección “rara”. Un calvario de 796 días. Hasta colgar las botas con 19 años, días antes de cumplir los 20. Antes había cambiado su Alfajarín por el Zaragoza y, con 11 años, conquistado un salto a La Fábrica. El menudo delantero que goleaba en su pueblo aprendió que le hacía más feliz asistir. Y manejar al equipo. Una reconversión que terminó en Valdebebas. Llegó como ‘10′, terminó como metrónomo de la cantera blanca. Y como capitán de la generación del Triplete con Arbeloa. Cuando la comparación con Xabi Alonso tomaba forma, llegó la pesadilla de Glasgow. Un punto y aparte como futbolista, punto y seguido en el fútbol. “Ahora me estoy formando como entrenador. Porque el fútbol es mi vida. Lo tengo claro”. Porque el tiempo ha curado la herida mental: “No puedo estar toda la vida pensando... ¿Por qué a mí?”. Y deja un mensaje: “Al final del túnel hay luz”.
Entrevista
‘Marc, que te quiere el Madrid’. ¿Lo recuerda?
Sí, me lo dijo mi padre al salir del colegio. Me quedé un poco paralizado. Tenía 11 años, pensaba que sólo estaba el Zaragoza y no veía más allá. Al Madrid no se le puede decir que no. Era un paso grande, pero uno de los mejores pasos que he dado en mi vida.
Y, de repente, al Madrid. Y a Madrid. Un salto enorme. De club y de ciudad. Siendo tan niño, ¿cómo se gestiona eso?
Nadie me dijo nada en particular. Siempre me han apoyado en todas las decisiones que he tomado. Fui yo el que da el paso. Mis padres me dijeron que hiciera lo que hiciera estarían ahí. Que mi decisión sería la correcta. Mi familia me ha hecho siempre tener los pies en el suelo. Vi que era la mejor decisión y no me arrepiento de nada.
“Cuando mi padre me dijo que me quería el Madrid me quedé paralizado”
Se adaptó volando.
Futbolísticamente no me costó. Me costó más lo sentimental. Los primeros días fueron duros, lloré muchas noches. Pero al final vas haciendo amigos, te vas involucrando... El Madrid te lo deja todo perfecto para crecer y madurar.
¿Mantiene aún a ese primer grupo de amigos?
Sí. Sobre todo veo a los que han llegado. Me alegro un montón de ver que esos amigos que hice llegaron donde a mí me hubiera gustado estar. Se me viene (a la mente) Yeremay, que está en el Depor haciendo una temporada impresionante. Coincidí con él y me hizo madurar mucho. Me sacaba dos años y fue como mi padre. Ahora no tengo mucha relación con él, pero no le quito ojo. Mi primo pequeño se ha hecho fan del Depor por él. Hace tiempo que no le hablo para decir cómo me va, porque soy bastante reservado, pero tanto mi familia como yo le tenemos bastante admiración. Nos alegramos un montón. Es el sueño que no tuve yo, pero te alegras.
¿Lo piensa mucho?
Mi generación era la de Nico Paz, Mario Martín, Gonzalo... Y sí, dices, ‘qué pena no haber podido ser yo el que ha tenido esa suerte’. Pero en realidad no es suerte, es dedicación. Desde pequeñito lo ves. Se sacrifican muchas cosas para llegar. Y, aunque duela pensar que no he sido yo, te alegras por ellos.
Todo fue rodado. Era uno de los grandes talentos de La Fábrica. Imagino que entrenaría con los mayores.
Sí. Recuerdo entrenar con Vinicius, Rodrygo… Era impresionante. Es algo que contaré a mis nietos, que he entrenado con Vinicius. Era brutal la calidad que tenía. ¡Y Marcelo! En un rondo me hizo un caño impresionante y me quedé un poco paralizado (ríe).
“Contaré a mis nietos que entrené con Vinicius”
¿Quién apadrinaba a los canteranos?
Marcelo. Siempre ha sido muy de la cantera. Nos ayudaba a todos los que íbamos con el primer equipo, nos acogía y nos facilitaba todo. También Isco. Un día me dijo que tenía mucha calidad y me hizo el día. ¡Me quitó todos los nervios!
Y se le comparaba mucho con Xabi Alonso.
Sí, se fue diciendo y Arbeloa me dijo muchas veces que me fijase en él y me ponía videos suyos. Me comentó que le habló de mí. Y es increíble. Me ponía vídeos de sus desplazamientos de balón y yo flipaba. Me impulsaba para empaparme todo lo que pudiera de él.
Porque no llega a coincidir temporalmente con Xabi (cuando entrenaba en La Fábrica), ¿no?
Yo era una categoría menor. Pero sí recuerdo quedarme a ver entrenamientos suyos, después de los míos, para saber cómo analizaba las cosas, cómo entrenaba simplemente. Me acuerdo estar en Valdebebas así asomadillo (sonríe) para ver cómo entendía el fútbol.
“Arbeloa me ponía videos de Xabi Alonso”
¿Se paraba a pensar todo lo que le ocurría o se normaliza?
No te da tiempo, va todo muy rápido. Era como una película. Ahora me entristece un poco no haber disfrutado de ese momento, porque siempre miras al futuro, el ‘qué va a ser’. Hay que disfrutar del ahora.
Hasta que llegó Glasgow...
(Sonríe) Había épocas donde sentía rencor por ese partido. Pero con el tiempo lo vas asimilando. Ves que ha sucedido y que no puedes hacer nada. No puedes estar toda la vida lastimándote, pensando... ¿Por qué a mí? Al final extraes lo positivo. Como el momento en el que Kroos me dio su camiseta, te quedas con eso. Sucedió porque tenía que pasar. Pasó y a mirar adelante.
¿Ha llegado a ver el vídeo?
Me costó. Estuve un año o dos sin verlo. Duele, duele porque es lo que ha roto todo, lo que ha roto el sueño... Pero, como te digo, lo asimilas.
“Estuve uno o dos años sin ver el video de la lesión”
¿Cómo recuerda el momento?
Recuerdo que fue una acción en la que se me cae encima y noto un crujido. Y ahí ya vi, porque muchos compañeros habían tenido esa lesión y me contaban su experiencia, que algo pasaba. Le dije al médico que me había roto. Me dijeron que estuviera tranquilo, que esperásemos a las pruebas, pero en tu cabeza te imaginas lo peor. Es algo de lo que me arrepiento, de no habérmelo tomado más tranquilo. Cuesta, claro, pero hubiera sido mejor normalizarlo.
No imagino cómo sería ese viaje de vuelta...
Fue muy difícil, no quería hablar con nadie, con nadie absolutamente. Ni escribir un Whatsapp a mi familia. No tenía fuerzas. Y lo de Kroos (le regaló una camiseta firmada en el avión de vuelta) me impulsó. Me hizo el viaje más ameno.
Arbeloa le ayudó mucho ahí, ¿no?
Sí, sí, fue increíble. Desde el momento del crujido. En el vestuario, en la vuelta, en las pruebas, durante el proceso...
Y también Sergio Canales.
Sí, Sergio Canales es amigo suyo y justo antes de la operación me llamó y me contó su experiencia, me dio bastantes consejos. Me vino genial su ayuda. Y durante el proceso me iba preguntando que cómo iba todo. Me daba consejitos y para mí son increíbles. Son pequeños consejos que quizá para otros parezcan una tontería, pero para mí eran impresionantes. Su mentalidad me ha venido genial.
“No sabía que se podía tener un dolor así, era insufrible”
Ya en Madrid se confirma la rotura.
Al llegar de madrugada me hacen las pruebas y me comentan lo que tengo. Y después pasa un mes. Para recuperarme. Fue ligamento interno, que se regeneró, pero también el cruzado y eso había que operarlo. Todo sale bien, pero cuando llego a casa empieza el dolor. Un dolor insufrible, no sabía que se podía tener un dolor así. Empezó la fiebre también y sabía que algo iba mal...
¿Vuelve al hospital?
Sí. Me hicieron muchos análisis para encontrar qué ocurría.
Porque no es algo habitual.
Nada habitual. Puede pasar en un quirófano, porque pasa, pero es muy difícil. Fue una infección rara que era difícil de encontrar. Pero gracias a Dios y a todos los cirujanos he podido salir de esto. En total fueron cinco operaciones... La primera, la normal del cruzado. Después, al comprobar que tenía infección tuve dos más de urgencia, para limpiarla y deshacernos de ella. Y otras dos más, para tener mejor movilidad de rodilla. Y poder tener una vida cotidiana. En ese proceso esa es la meta.
Y, en todo momento, pensando en volver a jugar.
Claro. Durante ese proceso sólo piensas: “A ver cuándo estoy para empezar”. Pero es que no puedes hacer ni lo mínimo. No puedes andar sin muletas. No puedes hacer vida normal. Ahí vas asimilando que quizá ese momento nunca vaya a llegar. Y haces luchas pequeñitas. ‘Vamos a ver si hoy tengo menos dolor’, ‘a ver si puedo caminar con una muleta en lugar de dos’, ‘a ver si puedo bajar las escaleras sin cansarme’. Pequeñas luchas cada día que te hacen avanzar poco a poco.
¿Cuánto tarda en caminar sin muletas, con normalidad?
Un año. Soñaba con eso, con poder andar sin muletas, sin dolor, sin que se hinchase la rodilla. Lo veía súper lejos. Y conseguirlo y al mes entrar en una operación para mejorar... Fue un palo duro. El estar tanto tiempo para volver a andar y, de nuevo, no poder hacerlo. Pero bueno, sigue la lucha. Tus batallitas del día a día. Al final del túnel hay luz. Todo pasa, siempre.
La madurez con la que habla es brutal...
Es que esto te hace madurar. Estas experiencias te hacen mejor persona y valoras el mínimo detalle. Valoras el tener una vida normal. Son cosas que pasan, mejoras cada día y luchas por lo que puedes. De la experiencia, aunque haya sido mala, sacas lo positivo.
“Cosas así te hacen valorar los detalles de una vida normal”
¿Llega a utilizar ayuda psicológica?
Lo llevé bien con mi gente al principio, pero llega un momento en el que te viene bien. La salud mental es muy importante y el Madrid me facilitó la psicóloga del club. Me vino muy bien. Estuve bastante tiempo con ella. Me dio, por así decirlo, una mano para seguir adelante.
El Madrid le ha arropado.
Sí, desde que entré, de niño, me facilitaron las cosas enormemente. También desde que me pasó eso han estado conmigo de la mano. Se han comportado como lo que es, el mejor club del mundo.
Ponerle palabras al adiós sería un trago complicado.
Muy complicado. Tuve la ayuda de mi familia, casi no me salían las palabras. Mi tía, a la que le tengo un inmenso cariño, me ayudó a intentar expresarme. No podía hacer ni una sola frase de esa carta. Pero salió y salió todo bien. Estoy muy contento de haberme quitado ese peso de encima.
“Al final del túnel hay luz”
¿En qué momento dice: ‘no puedo más’?
Tú siempre esperas levantarte una mañana y decir, ‘a ver si hoy estoy ya bien’, ‘a ver si puedo hacer algo más’. Pero llega un momento en el que ves lo que hay, que no hay más. Hablas con los profesionales y hace menos de un año llegó el momento de decir ‘adiós’. Y a tomarlo con positividad.
En la carta lo dices. Que no es una despedida triste.
Sí. Lo asimilas. Ves lo privilegiado que has sido durante tantos años. Has estado en el mejor lugar del mundo, donde un niño de pueblo como yo jamás hubiera imaginado estar. Lo tomas como una experiencia de vida increíble que recordarás para siempre.
¿Y cómo es su relación con el fútbol ahora? ¿Costó volverse a poner frente a la tele?
Me costó una barbaridad. Hasta hace poco no vi un partido entero. Fui poco a poco. Pero no podía estar sin sentirlo, sin verlo. Me faltaba algo y ya me he reconciliado con el fútbol. Ahora me estoy formando como entrenador. Porque el fútbol es mi vida. Lo tengo claro.
Su horizonte
Otros jugadores prometedores no han tenido suerte y han sido personas de éxito en otros ámbitos, como Álvaro Benito. ¿Dónde se sitúa tu futuro profesional?
Le tengo mucho cariño a Álvaro Benito. Me ayudó mucho y su caso se asemeja al mío. Sacas el lado positivo de ello. Coincidí con él en el Madrid y le admiro también mucho como entrenador. Veía sus partidos y desde pequeño pensaba que podría ser como él. No sabía que tan pronto. Recuerdo darle las gracias en algún mensaje.
“El caso de Álvaro Benito me ayudó mucho”
¿Qué entrenador le ha marcado más?
En la cantera del Madrid he tenido a los mejores. Desde los 11 años he estado quemando etapas y he aprendido de todos. No podría quedarme con uno, pero Arbeloa fue el que estaba en el momento en el que sucedió todo y me ha ayudado también mucho en lo personal. Pero quedarme con uno es muy difícil. Todos, también Jorge López en el Zaragoza.
¿Algún referente?
Xabi Alonso, me fijo mucho en él. Me encanta su juego, cómo ve el fútbol. Ya lo hacía como jugador. Y Arbeloa, que sigo viendo sus partidos en la cantera. Veo todos los que puedo y me fijo mucho en Arbeloa. El poco tiempo que estuve con él fue increíble. Fue como estar diez años juntos por todo lo que aprendí.
Usted que conoce bien el contexto. ¿Qué importancia tienen casos como el de Raúl Asencio para los chicos de La Fábrica?
Nos forman para eso. Para el momento de debutar, para dar la talla en el momento en el que el primer equipo necesite nuestra ayuda. Ver que Raúl logra eso es algo increíble. Es de admirar y en la cantera sé que todos le tienen le tienen mucho cariño. Y eso crea esa sensación de que puede ser, algún día.
¿Qué le pide a los Reyes Magos para 2025?
Sobre todo, después de lo que he pasado, salud. Para mi familia. Y volver al fútbol. Como entrenador o como sea, pero volver.
Antes del salto
¿Dónde son las primeras patadas a un balón?
La verdad que siempre he sido muy futbolero. Mi padre, de niño, ya me llevaba a un campo allí en mi pueblo, en Alfajarín, y recuerdo ir con el balón a todas partes. Ir dando toquecitos con mi padre a ver a mi familia. El fútbol lo ha sido todo siempre para mí.
¿Hay algún futbolista más en la familia?
Mi hermano. También le gusta mucho. Más en la ciudad, por Zaragoza. Por aquí, por así decirlo, ha sido 'el hermano de calidad' (sonríe). Pero bueno, yo fui quien más progreso tuvo. Desde pequeñito siempre ha sido muy bueno.
¿Cuáles son los primeros partidos de fútbol de la tele que se le vienen a la mente?
Los primeros, siempre del Zaragoza. Mi familia es que es muy del Zaragoza. Recuerdo esos 'casi ascensos'. Siempre a punto de... Siempre hemos estado esperando que suba, porque yo lo he conocido en Segunda, y estoy seguro que dentro de poco estaremos donde nos merecemos. Y luego, claro, al Madrid. Siempre ganando la Champions. Siempre he visto a un Madrid ganador.
¿Quién era su ídolo por aquel entonces?
He tenido bastantes. Iba cambiando desde niño. En el Zaragoza, Zapater. Después, cuando pasé a un club como el Madrid me fijaba en Kroos, Iniesta... Jugadores que han marcado una época y me fijaba en ellos.
¿Siempre fue centrocampista?
No (ríe). Comencé de delantero. Quería meter goles. Pero cuando me hice más mayor vi qué era el fútbol y disfrutaba casi más con una asistencia que con un gol. Y fui retrasando la posición hasta el centro del campo.
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