No le importa ser el central más caro de la historia del Madrid (“me da igual”). Tampoco llevar apenas dos partidos de blanco. La presión no va con él. Si fichar un central era necesario, que lo era, y mucho, Dean Huijsen ya es indiscutible. Sin medias tintas. Sin períodos de adaptación. 180 minutos han sido suficientes. Para demostrar que es un central diferente. Y también diferencial. No por sus 195 centímetros, sino por sus pies (maneja ambos con soltura). “Encajo bien en el fútbol de Xabi”, dijo en su presentación. No le falta razón. Aunque con un matiz. Ante Al Hilal y Pachuca, por momentos, el fútbol de Xabi fue él. Huijsen es futuro, y mucho, muchísimo, presente.

Más que revelación, ya es obligación. Una pieza capital. En campo propio y rival. Con importancia creciente, además, respecto a su estreno. Es líder blanco en despejes totales (10) y de cabeza (6). Cifras naturales para un defensa. Pero no lo es su medalla de oro en pases exitosos (127), pases que rompen líneas (31) y pases rompelíneas que terminan en el último tercio del campo (11). Todo ello condimentado con 22 pases al campo contrario por noche, un promedio de 11. Por contextualizar, el mejor central en este aspecto en las cinco grandes ligas en la 2024-25 ha sido Schlotterbeck, del Dortmund, con 10,3. Por detrás de Dean.

Impacto. Esa es la palabra que mejor resume los primeros retazos del internacional español en el Madrid. Lejos de pesarle la presión, la ha manejado con la misma calma con la que saca el balón jugado, ya sea a través del pase o la conducción. O del regate, algo donde también dejó detalles frente a Pachuca (completó dos de los tres que intentó). La capacidad de, a pesar de ser diestro, manejar también la izquierda, le permite colocarse en el perfil zurdo de la zaga y, desde ahí, poner los cimientos de la jugada.

Algo que, desde que Alaba entró en recesión por las lesiones, había desaparecido. Uno de esos pases, de hecho, fue el origen del 3-0 de Valverde. Con el interior y por el interior encontró el desmarque de Vinicius. Así comenzó la sentencia. Con alma (y cerebro) de centrocampista y cuerpo de mariscal. Un ‘unicornio’, que dirían en el universo NBA.

Adaptación y bendición

Los juicios todavía son prematuros. No obstante, van dos partidos. Pero en el Madrid, aunque tenían claro que era el fichaje, deslizan que la adaptación ha superado incluso las expectativas. Y entienden que hay margen de mejora, como es lógico. También el propio jugador. Especialmente a la hora de cuerpear, de enfrentarse con arietes muy físicos que prefieran fijarle o en jugadas cerca del área de pequeña donde es la contundencia la mejor herramienta.

Pero, hasta ahora, lo ha compensado con inteligencia. Defendiendo hacia adelante y realizando lecturas acertadas de la situación. Anticipar en lugar de esperar, en general, está siendo su receta del éxito. Y para Xabi, con querencia por la presión, por contar con defensas con libertad para la interceptación y la creación y la posesión (superaba el 60% en el Leverkusen), Huijsen es, está siendo, una bendición.

Más que nunca

Con dos o con tres centrales, Huijsen llegó para ser capital. Desde el minuto uno. Y así está siendo. Aunque su presencia es, ahora, más importante incluso que antes de que cristalizase su aterrizaje. Porque Asencio no estará contra Salzburgo tras su expulsión. Porque Rüdiger, aunque apunta a titular, apenas volvió a vestirse de corto ante Pachuca 54 días después de operarse la rodilla. Y porque Militao y Alaba siguen entre algodones. Una necesidad Mundial.

El guante de Florentino

Florentino ya le radiografió en la puesta de largo del zaguero: “Tienes un talento especial para desarrollar un fútbol elegante”. Lo está demostrando. Y el presidente también le lanzó un guante: “Muchos grandes querían contar contigo, pero tenías claro que querías venir aquí, a construir tu propia historia. Llegas al Madrid, a tu mayor desafío en tu carrera”. Huijsen acepta el reto. Sin medias tintas.

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