Haaland solo quiere pasarlo bien
Pep Guardiola ha encontrado la pieza final de su puzzle. Ha resuelto el rompecabezas. El atacante noruego era lo que le faltaba a su equipo.
Acostumbrado a contar con un ataque eficiente, el juego del Manchester City ha cobrado una nueva dimensión durante el verano. Principalmente con la llegada de Erling Haaland. Atado en las primeras semanas del mercado de fichajes, el delantero ha aterrizado en el Etihad Stadium con la misión de hacer los remaches necesarios. Se arremangó y se puso manos a la obra. Sin tiempo que perder, y sin dejar cabo suelto. Un equipo al que le costaba ganar si se ponía por detrás en el marcador se ha convertido con la llegada de Haaland. Ahora, el City gana los partidos que antes no podía. Más seguro, más despiadado.
El internacional noruego es un manitas a la sombra. No hace ruido, no contribuye especialmente en la creación de juego de los suyos. Tampoco necesita hacerlo. Como frente al Crystal Palace, cuando empató el encuentro en su primer contacto con la pelota. Y como el miércoles frente al Borussia Dortmund. Fue el jugador que menos toques realizó durante el encuentro, de los celestes que salieron como titulares, pero fue el más decisivo.
Los alemanes parecían haber dado con la fórmula de mantener a Haaland a raya. Quizá solo quien ha jugado con él conoce sus puntos flacos. Así lo pareció durante 84 minutos. Pero no. Tampoco ellos lograron evitar lo que parece inevitable después de mes y medio de competición. El noruego marcó su gol. El decimotercero en nueve partidos. Se divierte. Se lo pasa bien. Todo parece un juego de niños para este muchacho de 22 años. Incluso frente a los medios. “No pudieron pararme… así es que marqué”. No pudieron, no.
El espectacular centro de João Cancelo con el exterior del pie izquierdo superaba en altura al futbolista, que mide 195 centímetros. Cualquier otra persona de tal envergadura habría intentado cabecear el esférico. Él no. Erling saltó y estiró su pierna izquierda por encima de su testa. Elástico, preparado. Haciendo valer sus trotes y amagos hasta ese momento. Una suerte de calentamiento previo al momento decisivo. La pelota dio en el exterior de su pie y se alojó en el interior de la portería.
Durante una rueda de prensa, hace dos semanas, Pep Guardiola reconoció que esas ganas de divertirse son útiles para un futbolista. “Si hay ese punto amateur, de pasárselo bien, debe pasárselo bien. Si disfrutas darás lo mejor de ti”, explicó el catalán. “Les damos balones para que se lo pasen bien. Ese es nuestro objetivo. A veces, competir, pasar malos momentos y superarlos también puede ser divertido”.