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China

Fin a la burbuja china

La salida de Oscar le muestra al mundo que la época dorada del gigante asiático ya es historia. La austeridad y Setién, líderes en la reconstrucción.

Jonathan Viera, del Beijing Guoan, saluda a la afición en la pasada temporada de la Superliga china.

En la vida hay situaciones en las que una ambición desmedida puede ser motivo de la más profunda de las decepciones. Que el dinero no todo lo puede conseguir y que, como recitó Calderón de la Barca, “que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son”. Y si no, que pregunten por China y su peculiar relación con el mundo del fútbol. Una historia que comenzó con la llegada al gigante asiático de fichajes que acapararon portadas en todo el planeta y cuyo desenlace fue una crisis galopante y un futuro incierto.

Pero no adelantemos acontecimientos y retrocedamos en el tiempo hasta 2011. Xi Jinping, el actual presidente del gobierno chino, todavía era vicepresidente por aquel entonces. Pero tenía un sueño: conseguir que China fuera una potencia mundial en fútbol. En un país en el que el tenis de mesa es el deporte rey, el balompié siempre ha quedado en un segundo plano y el nivel y los resultados de sus equipos y de su selección nacional han sido en consonancia con esa visibilidad.

Jinping, harto de decepciones e incapaz de comprender cómo el nivel era tan pobre en un país donde residen más de 1.400 millones de personas, decidió tomar cartas en el asunto una vez hubo alcanzado la presidencia en el año 2013. Y lo hizo presentando un paquete con 50 medidas entre las que destacaban, por ejemplo, la construcción masiva de campos de fútbol (se propuso el objetivo de que hubiera uno por cada 10.000 habitantes) y la imposición del fútbol como asignatura obligatoria en las escuelas del país. Jinping iba con todo y se fijó tres metas: clasificarse a una Copa del Mundo, organizarla y ganarla. Todo ello, antes del año 2050.

El mandamás chino sabía que no podía hacerlo solo, por lo que quiso ayudarse de los mejores. Y, por aquel entonces, la Selección Española era la vigente campeona del mundo. Es por ello por lo que buscaba importar entrenadores españoles, ansiaba empaparse de la metodología que llevó a ‘La Roja’ a practicar el fútbol más vistoso y el que le llevó a consagrarse como la mejor selección del planeta aquel 11 de julio en Johannesburgo. Pero el plan de Jinping no se basaba sólo en ‘españolizar’ su fútbol. Y fue ahí cuando se desató la lluvia de estrellas.

Radiografía de un desastre

El gobierno chino apremió e incentivó a sus grandes constructoras (Evergrande, la más destacada de todas y otros grandes conglomerados como Wanda Group) para que invirtiesen enormes cantidades de dinero en los equipos que eran de su propiedad. Y así fue como llegaron a la Superliga China una retahíla de futbolistas con gran cartel, sobre todo brasileños. Oscar, Hulk, Alex Teixeira, Jackson Martínez, Carlos Tévez, Yannick Carrasco, Axel Witsel… El gigante asiático se había transformado, en tiempo récord, en el nuevo dorado del fútbol mundial y en una clara amenaza para las ligas punteras de Europa.

Yannick Carrasco, en un partido de la Superliga China con el Dalian Yifang.
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Yannick Carrasco, en un partido de la Superliga China con el Dalian Yifang.STRAFP

A golpe de talonario, brindando unos salarios mareantes, China tenía en jaque a la aristocracia del viejo continente y tentaba constantemente a sus estrellas. No obstante, el desembarco de grandes jugadores no elevó el techo competitivo de los equipos de la Superliga. Para muestra, el hecho de que sólo ha habido dos veces en las que un equipo chino haya sido campeón de la Champions de Asia: en 2013 y en 2015, ambas conquistadas por el Guangzhou Evergrande. Los dispendios económicos no se traducían en éxitos sobre el verde y la corrupción de algunos de sus dirigentes terminó de configurar el caldo de cultivo perfecto para el desastre. La burbuja acabó explotando, de forma irremediable, en 2020.

La irrupción de la covid-19 fue el golpe de gracia que acabó con la efímera época dorada del fútbol chino. En el país donde surgió el paciente cero, las competiciones se detuvieron durante un año entero. Después, cuando se reanudó la Superliga China, se hizo con las gradas vacías. Un varapalo tremendo para la economía de los clubes por la pérdida de ingresos en taquilla y por la destrucción de la liturgia de acudir a los estadios que tenían los hinchas chinos. Por último, y sin duda el factor más importante de esta caída, la crisis del ladrillo. El estancamiento del sector de la construcción posterior a la pandemia hizo que las empresas propietarias de la gran mayoría de los clubes se quedaran sin fondos para seguir financiándolos. Los equipos de la Superliga China se endeudaron y sus mejores jugadores se marcharon pero, sin duda, la prueba más fehaciente de la crisis fue la desaparición del Jiangsu Football Club en febrero de 2021. El vigente campeón de Liga, que llegó a pujar fuerte por el fichaje de Gareth Bale, se veía obligado a bajar la persiana.

Los diez fichajes más caros de la historia de la Superliga China

Procedente delDestinoPrecio de traspaso
OscarChelseaShanghai Port60M€
HulkZenitShanghai Port56M€
Alex TeixeiraShakhtar DonetskJiangsu Suning50M€
PaulinhoTottenhamGuangzhou Evergrande42M€
Jackson MartínezAtlético de MadridGuangzhou Evergrande42M€
Cédric BakambuVillarrealBeijing Guoan40M€
Yannick CarrascoAtlético de MadridDalian Yifang30M€
Anthony ModesteColoniaTianjin Tianhai29M€
RamiresChelseaJiangsu Suning28M€
Marko ArnautovicWest HamShanghai Port25M€

Un nuevo comienzo… con Setién

Con todo lo anteriormente expuesto, parece de perogrullo pensar que ese modelo era insostenible en China. Y en ese punto están en la actualidad, en el de tratar de restablecer el orden de una manera mucho más sostenible. Los salarios mareantes, los traspasos multimillonarios… todo eso ya es historia en la gran potencia oriental. Para muestra, la salida de Oscar. El mediapunta brasileño fue, en su día, el niño maravilla de la ‘Canarinha’, lo que le llevó a que le fichase en 2012 el Chelsea, vigente campeón de Europa por aquel entonces. Oscar, después de cinco temporadas con altibajos en Stamford Bridge, fichó por el Shanghai Port a razón de 60 millones de euros. Tras ocho años en China, en los que ha cobrado unos 24 ‘kilos’ por temporada, regresa al São Paulo, su casa.

La salida de Oscar fue sonada y simbólica debido a que supuso el adiós del último reducto de ‘estrellas’ que quedaba en la Superliga China. Ahora, en el gigante asiático tratan de resurgir de sus cenizas apostando por el crecimiento desde la base. Aun así, no han renunciado a buscar los servicios de profesionales con cierto currículum en la élite para que ayuden en la reconstrucción. Un renacimiento que, por cierto, tendrá cierto regusto español con Jordi Vinyals y con la última llegada al Lejano Oriente: Quique Setién.

Vinyals, ex de las categorías inferiores del Barça, lleva ya casi cuatro años dirigiendo al Zhejiang. Setién, cuya última experiencia en un banquillo fue en el Villarreal, vuelve al ruedo para asumir el mando del Beijing Guoan. El club capitalino busca, en el cántabro, al impulsor de un nuevo juego más técnico y al catalizador de un proyecto que busca apostar por el talento local. La síntesis perfecta del camino hacia el que se dirige el fútbol chino: más cantera y menos cartera. Buscando recuperar el brillo de antaño sin incurrir en los errores del pasado.

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