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RUSIA

El equipo ruso de Eto’o y Roberto Carlos, al borde del colapso

El Anzhi Makhachkala ha perdido el estatus de equipo profesional y se acerca a su desaparición. En su día, convirtió a Samuel Eto’o en el futbolista mejor pagado del planeta.

El equipo ruso de Eto’o y Roberto Carlos, al borde del colapso

Majachkalá se ubica a unos 2.000 kilómetros al sur de Moscú. Se trata de una ciudad de unos 600.000 habitantes cuyo crecimiento se basa en las industrias de refinería de petróleo, de construcción naval y también de conservas de pescado y frutas. Cercana a Georgia y Azerbaiyán, se asoma a Asia a través de su puerto, uno de los más importantes del Mar Caspio. Una urbe que no tiene ni 200 años de historia y que posee un relato que contar en el fútbol europeo. Uno bonito, pero efímero. Como una estrella fugaz.

El Anzhi Makhachkala, fundado en 1991, jamás había pisado la Primera División rusa hasta el año 2011. Dos años después, estaba plantándose en Anfield para jugar un partido de Europa League. ¿Cómo es esto posible? La respuesta la tiene Suleiman Kerimov, conocido como el ‘Gatsby’ ruso. Este oligarca, cuya riqueza ronda los 14.000 millones de euros, llegó en enero de 2011 -después de confirmarse del ascenso del equipo a Primera- dispuesto a asentar los cimientos de un equipo campeón a orillas del Mar Caspio.

Kerimov tiró de billetera y empezó a confeccionar una nueva plantilla. Solo un mes después de su llegada al cargo, el nombre de su club ya acaparaba titulares de todo el planeta: Roberto Carlos llegaba a Majachkalá procedente del Corinthians, aunque solo acabó jugando una temporada en Rusia. Ese mismo verano, el siguiente pelotazo: Samuel Eto’o. El camerunés llegó desde el Inter por 27 millones de euros y pasó a ser el jugador mejor pagado del mundo: firmó un contrato de 20 ‘kilos’ por temporada. La temporada siguiente, en la que competiría en Europa, otro fichaje mediático: Lass Diarra, que cambiaba el Real Madrid por el Anzhi por una cantidad de cinco millones de euros.

Un sueño fugaz

La ilusión por el fútbol europeo en Majachkalá solo duró un año. El Anzhi llegó a la fase de grupos de la Europa League 2012/13 -que acabaría ganando el Chelsea- después de superar tres rondas previas. Superaría el corte encuadrado en un grupo con Liverpool, Udinese y Young Boys con victoria incluida ante el conjunto inglés por 1-0 en Rusia en un partido que, como curiosidad, fue arbitrado por el español Fernández Borbalán. También salió victorioso en dieciseisavos de final contra el AZ Alkmaar y, finalmente, su trayectoria en el torneo se vio truncada en octavos frente al Newcastle. Un tanto del argentino Jonás Gutiérrez acabó con el sueño, un sueño que se convirtió en pesadilla.

En la siguiente temporada, Kerimov empezó a temer por el fair play financiero y decidió vender a Eto’o y a Willian Borges. Ambos siguieron su camino en el Chelsea, pero al Anzhi le costó bastante más avanzar. El nivel del equipo empezó a caer y el oligarca, quien entendió que se había acabado la gallina de los huevos de oro, decidió vender el club en el año 2016. A partir de ahí, la entidad empezó a pasar por verdaderos problemas financieros y se vio obligada a seguir vendiendo jugadores y sustituirlos por juveniles. Como resultado, acabó cayendo a la tercera división.

La economía del club siguió deteriorándose hasta tal punto que, en el verano de 2022, no ha podido cumplir los requisitos económicos mínimos para poder competir en la categoría de bronce del fútbol ruso la próxima temporada, por lo que ha acabado perdiendo su estatus profesional y, en consecuencia, se encamina hacia su desaparición. El comunicado en el que el Anzhi anunciaba su triste final rezaba lo siguiente: “La gerencia del club comprende las razones de la negativa y evalúa adecuadamente la situación financiera del club. Se hizo todo lo posible para pagar las deudas existentes. Desafortunadamente, sin el apoyo de patrocinadores y socios, no fue suficiente. Creemos que este no es el final. Creemos que, algún día, el Anzhi regresará. ¡Un día esta estrella se iluminará de nuevo y brillará aún más!”. El juguete roto de Kerimov, por tanto, no pierde la esperanza de volver algún día. Habrá que ver si con magnates -o no- de por medio.