Dwamena se quitó el desfibrilador en 2022 ante la oposición médica
El delantero ghanés, diagnosticado de arritmia y fallecido tras desplomarse en pleno partido, firmó un documento en el que asumía toda responsabilidad.
Raphael Dwamena, fallecido este mediodía en el partido que disputaba con su equipo, el Egnatia albanés, era consciente de lo que se exponía cuando decidió retirarse el Desfibrilador Automático Implantable (DAI) que le obligó a implantarse el Real Zaragoza para consumar su fichaje procedente del Levante, en calidad de cedido. Los granotas habían abonado cerca de siete millones de euros al Zúrich suizo un año antes. Todo se remonta a 2018, cuando Dwamena iba a cumplir su “sueño de niño”, el de jugar en la Premier League, según relataba su agente, Philipp Degen, en una entrevista al diario suizo Neue Zürcher Zeitung (NZZ) en la que se relatan los problemas cardíacos del ghanés y su vuelta al fútbol.
Sin embargo, su traspaso al Brighton Hove & Albion, en el que le esperaba un contrato de “enorme riqueza”, según NZZ, se hace añicos al detectársele en el reconocimiento médico “arritmias cardíacas provocadas por una cicatriz”. Fue el comienzo de su infierno. “Lo tratan como un leproso, como un enfermo”, relató Degen al señalar a los titulares de la prensa y su peaje deportivo. Después de otra revisión, Dwamena se sometió a un nuevo examen en la clínica Schulthess antes de regresar al Zúrich. Los profesionales médicos dieron su aprobación, y el director deportivo de ese momento, Thomas Bickel, afirmó: “Desde la perspectiva del club, Dwamena está en condiciones de jugar”.
Lo confirmó sobre el campo. Los nueve goles y las ocho asistencias en 32 partidos le valieron el pase al Levante. Volvemos al punto del comienzo donde lo dejamos. Tras un año en Orriols (Valencia), acepta operarse e implantarse el DAI. Sin embargo, se desplomó en dos ocasiones, víctima de una descarga eléctrica impulsada por su marcapasos: uno en Zaragoza y otro en Blau-Weiss Linz, equipo de la segunda división austriaca al que se uniría en 2021. Se habla de un “paro cardíaco”, un “colapso”, pero Dwamena sostiene que fue un malfuncionamiento.
“Sólo una persona puede decirme que es hora de parar: el Señor”
El miedo se apodera de él, por lo que decide quitárselo a pesar de la oposición médica, firmando un documento en el que asumía todas las potenciales consecuencias, incluida la muerte. “No sabía cuándo llegaría el siguiente golpe. No le desearía este sentimiento a nadie en el mundo”, explicaba. Su familia le instó a poner fin a su carrera; algunos incluso le suplican, incluido su cercano asesor Degen: “No quiere entrar en razón”.
“Entiendo que cualquier persona normal tendría miedo. Pero no me rindo. He visitado a tantos médicos. Cada uno dice algo diferente. Respeto las opiniones, los diagnósticos. Pero no los tomo en serio, a veces tengo que reírme. Sólo una persona puede decirme que es hora de parar: el Señor” declaró el ghanés, cuya vida vertebraba profundamente la fe. Cada día, según NZZ, dedicaba tiempo a la oración y, los domingos, viajaba a Francia con un amigo para asistir a misa. Entre las aplicaciones en su iPhone, además de WhatsApp, las cinco más usadas eran exclusivamente aplicaciones de la Biblia.
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