Irene Martín, de futbolista a bombera
Como jugadora ganó una Liga con el Rayo, tras estar un año entero sin cobrar, y después estuvo en Inglaterra e Italia. Su sueño siempre fue ser bombera y en la última oposición lo logró.
La historia de Irene Martín (Madrid, 12 de marzo de 1990) sirve de inspiración para que las niñas sueñen con ser algún día como ella, futbolista o bombera. Empezó a jugar al fútbol con sus compañeros de clase. “Tuve suerte porque en mi clase sí que había chicas que jugaban bien al fútbol”, afirma. Con seis años se apuntó al Orcasitas y todavía recuerda lo que vivió los primeros días. “Los chicos se me apartaban, nadie quería hacer pareja conmigo”.
La insistencia de su madre provocó que se quedara. “Se me juntó un chaval que era muy malito, Roberto, nadie quería ponerse con él, y se puso conmigo”, responde entre risas. Finalmente, su calidad sobre el verde se acabó imponiendo y se sintió muy a gusto entre sus compañeros. “Si lo haces bien, los chicos te integran totalmente”. Fue quemando etapas y en 2008 fichó por el Pozuelo. Dos años después, llegó junto con Claudia Zornoza al Rayo Vallecano y allí, con apenas 20 años, ganó la Liga: “El equipo era muy bueno, teníamos a Sonia Bermúdez, Jenni Hermoso, Natalia Pablos, Jade o Adriana Martín”, afirma.
“El equipo era muy bueno, pero nos dejaron de pagar. Después llegó Martín Presa, y quitó el dinero para el femenino”
A pesar de que se lesionó en pretemporada “me rompí el cuádriceps”, recuerda ese año como una gran experiencia “estar con esas jugadoras, que ahora ves donde han llegado, fue increíble”, confiesa. Ganaron la Liga tras estar el año entero sin cobrar. “Económicamente hubo el problema de los Ruiz-Mateos y nos dejaron de pagar”, afirma con tristeza, mientras sonaba el CECOP, la emisora del parque de bomberos para mandarla a una intervención. Una hora después, regresó para seguir hablando del Rayo: “Llegó Martín Presa, y quitó el dinero para el femenino”. Muchas jugadoras se fueron, entre ellas, la propia Irene. “Justo había terminado la carrera de magisterio de educación física, quería aprender inglés y me fui a Inglaterra con 21 años”.
Se marchó al Watford, donde estuvo temporada y media, antes de hacer pruebas en el Tottenham y en el Chelsea. “Me dijeron que técnicamente podía ser mejor que lo que había, pero que físicamente, se juega con gente más corpulenta”, pero en el tiempo que estuvo, sí pudo disfrutar de la profesionalidad del fútbol femenino. “Todos los servicios del masculino estaban a disposición del femenino”. De allí se fue al Everton, donde esta vez sí, le ofrecieron fichar, pero como económicamente no había nada claro, se marchó al Calcio di Riviera di Romagna, en Italia. “Era lo más profesional que he tenido, tenías un sueldo normalito y entrenábamos por las mañanas y por las tardes”, afirma.
Estando en Italia ya empezó a escuchar que iba a haber bastantes convocatorias para bombero de la Comunidad de Madrid, así que, volvió a España y se animó a presentarse. “Yo siempre había querido ser bombera, lo que pasa es que no había muchos referentes de mujeres y las oposiciones son muy duras”, declara. Aunque si quería cumplir su sueño, tenía que dejar el fútbol. “Te levantas a las ocho de la mañana y estás hasta las siete de la tarde estudiando, más las dos, tres horas de entrenamiento, no te puedes permitir una lesión en el fútbol”, así que, no le quedó más remedio que tomar una decisión.
En 2015 empezó a opositar. El reto era difícil, desde 1992 solo habían entrado siete chicas como bomberas a la Comunidad de Madrid y la última había sido hace diez años. En 2016, aprobó como bombera en el aeropuerto, pero su sueño era otro. Su padre es bombero de la Comunidad de Madrid y a veces, iba a su parque de bomberos para verle, “miraba a los compañeros de mi padre y decía ojalá ser como ellos”, responde entre risas. Un año después, en 2017, se presentó. “Suspendí en la última prueba, pierdes todo lo que has hecho, otros tres años estudiando hasta que vuelve a haber otro examen”, confiesa. No se iba a rendir, y esa chica que quería ser como los compañeros de su padre, por fin, en esta última promoción, lo consiguió.
“Quiero que las niñas y los niños crezcan viendo que las profesiones las puede tener cualquiera, que no se encasillen”
A pesar de ser una de las pocas mujeres en superar el examen, Irene no considera que esté rompiendo barreras. “Más que una cuestión de género, es una cuestión de la persona”, afirma. Ella lo vive con naturalidad: “Haré cosas bien y otras mal, igual que compañeros serán buenos en unas cosas y peores en otras”. Este año, se ha quitado la espinita del fútbol jugando en nacional y en verano, ha vuelto a ser referente, se ha convertido en la primera mujer en disputar el campeonato de fútbol de bomberos. “Me ha gustado muchísimo, la gente venía y se hacían fotos. Yo me sentía muy a gusto y como una más”.
Ahora está en el parque de Villaviciosa y en enero tendrá un destino definitivo. Mientras tanto, seguirá disfrutando de sus dos grandes pasiones. “Este año voy a apuntarme a la liga de fútbol de bomberos y espero estar, otra vez, para el campeonato de verano”, afirma. Al rato de acabar la entrevista, le volvieron a llamar para otra intervención, pero antes, le dio tiempo a dejar un último deseo: “Yo quiero que las niñas y los niños también crezcan viendo que las profesiones las puede tener cualquiera, que no se encasillen. Cada vez es más normal vernos en intervenciones en las calles, que se vea que hay bomberas y que hay futbolistas”, concluye.