Vinicius, capitán y obrero
El brazalete potencia su “compromiso” con el grupo. Ante la Real pisó el medio más que nunca y recuperó hasta tres balones. La actitud fue distinta.

Un brazalete cambia a una persona. Como Las Vegas, como El Show de Truman. Sucedió con Vinicius, de estreno ante la Real Sociedad. La lluvia de ausencias fue corriendo el turno y le terminó llegando a él. Modric y Lucas fueron suplentes, mientras que Valverde y Carvajal, bajas. Así que oh capitán, mi capitán. Vinicius. Otro jugador. Porque su imagen fue la de un futbolista prácticamente limpio de polémicas, líder y, sobre todo, muy trabajador. Especialmente. Ese “compromiso” del que Ancelotti tanto habla, se potenció. El poder de un brazalete.
“Después de tantos años, ha sido muy especial poder llevar el brazalete. Un orgullo para mí y para toda mi familia. Ya era mucho llegar al club de mis sueños, pero seguir cumpliendo sueños... es increíble. Ojalá pueda seguir haciéndolo durante mucho tiempo. Me voy muy feliz de haber sido el capitán del mayor club del mundo. Es algo inexplicable, que nunca te imaginas que pueda llegar a suceder. No tengo palabras”, dijo en zona mixta. Con una sonrisa de oreja a oreja. Redondeando la noche, su noche.
Uno para todos
Aquella en la que protagonizó la recuperación que propició el contragolpe del gol. Y ese es el perfecto resumen de su actuación. No marcó, no asistió. Pero hizo mucho trabajo en la sombra. Y eso tiende a ser antónimo de Vinicius, porque tiende a ser antónimo de esas estrellas que habitan en el Olimpo. Apareció más que nunca por el centro del campo, casi haciendo de Bellingham y terminó el partido siendo el jugador que más pases dio en el último tercio (13) y con tres recuperaciones, su mejor dato de la temporada.
Pero sin olvidar la faceta ofensiva: fue el que más remató, empatado con Bellingham (4), una estadística que también colideran en tiros a portería (2). Vinicius, brazalete en brazo, fue portavoz del grupo. Dialogando con Sánchez Martínez, discutiendo con Oyarzabal –de capitán a capitán– y encabezando la movilización para parar el partido cuando se escucharon los gritos de odio contra Asencio (“muérete”). Fue un capitán en toda regla. Existía la sensación de si el estatus le quedaría grande, pero no lo ha hecho.

A por los 300
Ahora, a por otro hito. Ante el Betis disputará su partido número 300 con el Real Madrid. De no jugar Valverde, le igualaría. Y ya acecha a Pepe (334), Casemiro (336), Del Bosque (339), Martín Vázquez (343) y Helguera (346), entre tantos. “Llegar al Real Madrid tan joven y jugar tantos partidos es algo que no entraba ni en mis mejores sueños, era inimaginable. Pronto llegaré a los 300, pero quiero más. Quiero los 400 y los 500. Ojalá pueda hacer historia en este club”, añadió en las entrañas del Reale Arena. Insiste en su continuidad. Desoyendo los cantos de sirena procedentes de Arabia, pese a que sean dignos de ópera. Vinicius se quiere quedar en el Real Madrid. Punto. Palabra de capitán... y de obrero.
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