Dali desempolva la leyenda del ‘Hai que roelo’
El golazo del mediapunta recuerda momentos de gloria en Primera de un Pontevedra que sueña con volver a batir al Real Madrid.
Cuenta la leyenda que, en la década de los 60, el hoy remozado Pasarón se convirtió en una suerte de aldea gala; que, como si fueran aquellos héroes de Pontesampaio que rechazaron a las tropas de Napoleón, un puñado de irreductibles jugadores vestidos de granate fue capaz de ganar a todo un Real Madrid. No era aquel un Madrid cualquiera; era el Madrid yeyé, el de los Pirri, Paco Gento y Amancio Amaro, que el año anterior había ganado la Copa de Europa y, dicho sea de paso, terminaría meses después siendo campeón de Liga.
El marcador de tres a cero ayudó a forjar una creencia que ha llegado a nuestros días en forma de mito, y que el gol de Dalisson en Copa del Rey desempolvó: que el Pontevedra es un hueso duro de roer; que ‘hai que roelo’. El tanto que marcó el atacante cántabro convirtió al Villarreal en una nueva víctima de un equipo que, por más años que hayan pasado, sigue siendo combativo; que, por más humilde que sea su categoría, continúa recordando lo que fue, como si aquel aroma de imbatibilidad siguiera impregnado en el estadio incluso después de las obras de remodelación.
Pontevedra es una plaza distinta; a boa vila que da de beber a quen pasa y que honra a sus ancestros como si el tiempo no hubiera pasado. Allí se recuerda a Cholo, el capitán de la mítica formación tan temida en los años en los que el Ponte jugó en Primera (incluso fue líder en dos ocasiones; la segunda, tras ganar al Atlético del ‘Zapatones’ Luis Aragonés), pero también a José Castro Ruibal, mítico masajista del equipo, o a miña benquerida señora Lola, como se refería Modesto, jugador en los 90, a la queridísima mujer de la lavandería que trabajaba en el vetusto templo.
En un visita a la ciudad del Lérez, recordaba Alfredo Relaño que una vez el Real Madrid se dejó olvidada una cesta con ropa en el vestuario, y que ella la lavó y la planchó antes de devolverla. Falleció en 2002, pero, como a Ceresuela, Neme, Martín Esperanza o Cholo, no se le olvida. Tanto es así que, cuando uno llega a Pasarón, desde uno de los edificios de enfrente, un mural gigante de Señora Lola le vigila y advierte: esto es Pasarón, y al Pontevedra, efectivamente, hai que roelo...
Un zurdazo para ajusticiar a otro Primera
En las seis temporadas que el Pontevedra militó en Primera División, en su casa perdieron el Real Madrid en dos ocasiones, el Barcelona en otras dos, las mismas que el Athletic Club, hasta tres veces lo hizo el Valencia... Sucedió que, una vez descendió en el 1970, el Ponte no volvió a la élite. Así, el golazo de Dalisson ha servido para recordar viejas tardes (o noches) de gloria y para dar cuenta del segundo ‘primera’ que cae ante el mito este siglo, después de que en 2007 lo hiciera el Real Zaragoza. A ellos hay que sumar tres ‘segundas’, todos en el último lustro: el Cartagena en 2020, el Tenerife en 2022 y el Levante en la primera ronda de este 2024.
De algún modo, también, sirvió a Dali para resolver alguna de sus cuitas con el fútbol profesional, en el que no se logró asentar ni en el Real Valladolid ni en el Real Racing Club. Aunque es oriundo de la localidad cántabra de Cabezón de la Sal y jugaba en el Textil Escudo de dicho municipio, el mediapunta fichó por el club vallisoletano en 2015, cuando era todavía cadete. Inicialmente no pudo jugar por razones burocráticas, lo que llevó a José Prieto ‘Cata’, secretario técnico de Osasuna y entonces director de la cantera, a involucrarse personalmente para que pudiera ser registrado. Bajo su paraguas, comenzó una evolución que le llevó hasta el filial.
Dalisson estuvo dos temporadas en el Promesas y llegó a ser convocado por Pacheta para un partido en Segunda, aunque sería en el Racing donde debutaría en esta categoría. Los siete minutos que le dio Fernández Romo no estuvieron a la altura de la incidencia que tuvo en el Rayo Cantabria, donde evolucionó y elevó sus cifras hasta los siete goles marcados, una cuenta pendiente que mantenía también desde que empezó su etapa sénior en Los Anexos. Y es que su fútbol, en el Pontevedra, está alcanzando su mejor versión, culebreando en ataque y gambeteando como si dejase aflorar lo que dentro lleva de brasilero (tiene orígenes en este país).
Los ocho goles que hizo como granate la pasada campaña van camino de quedarse en anécdota, pues, en menos de medio curso, acumula siete, contando el zurdazo que le marcó al Villarreal. Uno que permitirá al conjunto que dirige Yago Iglesias recibir a otro rival de Primera; quién sabe, puestos a reverdecer laureles, si otra vez a un Real Madrid plagado de estrellas, recibido por Señora Lola y por un espíritu, el del ‘Hai que roelo’, que el Pontevedriña mantiene vigente.
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