Kokpar: sangre, sudor y tradición
AS se adentra en el otro deporte rey de Almaty. Dos equipos de jinetes y en el centro... una cabra decapitada. O un saco elaborado con su piel. Kokpar, sus secretos y su evolución.

Imaginen una estepa de dos kilómetros. A un lado, dos equipos de jinetes. Al otro, una cabra decapitada. Ese es el inicio de un deporte duro, mucho. Y polémico. Que hizo que le temblaran las piernas al mismísimo Sylvester Stallone. Rambo lo practicó en Afganistán, en una escena icónica de la tercera parte de la saga. Se batió al ‘Buzkashi’, como se le conoce en territorio talibán. O ‘Kokpar’, si preguntan en Kazajistán. ¿El origen? Una leyenda: los pueblos nómadas, en la época antigua, cazaban lobos y, de vuelta a casa, peleaban, sin reglas, por quedarse con la carcasa. Ello derivó en juego, el lobo derivó en cabra y el tiempo lo convirtió en tradición. Y AS se adentra en ella. En los secretos del Kokpar, el otro deporte rey de Almaty.

La logística no es sencilla, pero desde el ‘Daukey Kokpar Club’, a orillas del Kok Tobe, la montaña que protege a la ciudad, respondieron a la llamada: “A las 16:00 hay un partido. ¡Venid con tiempo!”. La respuesta a esa petición se descubrió rápido. Antes del silbatazo, el ensayo, con el redactor y el fotógrafo de AS como conejillos de indias. La cabra decapitada no era tal, sino una carcasa de piel de oveja que, eso sí, pesaba unos 50 kilos. Tras comprobar que era mejor ser espectador que jugador, empezó la acción.

Las reglas se han ido suavizando, para mantener la esencia pero restar violencia a un deporte con muchos detractores fuera de Asia Central. La fusta, que antes se utilizaba entre jugadores, se utiliza ‘solo’ con los caballos. Eso sí, de una manera bastante vehemente. Al menos en el partido entre el Alash y el Turan que se disputó el domingo. No eran 10 o 12 jinetes por plantel, sino 4. Ni eran dos kilómetros de estepa, sino un campo de unos 50 metros. Pero hasta ahí las adaptaciones.
‘Sus’ Mbappé, Vinicius y Ramos
Fue una batalla de cuatro actos. El objetivo, dejar la carcasa, tras recogerla del suelo descolgándose con habilidad de la montura, en una especie de montículo. Lo lograron, tras una lucha sin cuartel, en 21 ocasiones. Ganó el Alash, de rojo, a un Turan que vestía de azul: 11-10. “Ojalá el partido del Madrid y el Kairat sea tan igualado”, rieron tras el partido.

Ellos también tienen a sus estrellas. “Turebiv es Mbappé; Aidos, Vinicius; y Bekzat, Sergio Ramos”, rieron de nuevo. Porque, a pesar de la rudeza con la que afrontan el duelo, “todo se queda en el campo, como en el fútbol”. Pero no el cansacio. Al menos, el de los neófitos en el tema. Si Rambo no sentía las piernas, nosotros tampoco...
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