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UNION BERLIN - REAL MADRID

An der Alten Försterei, una fortaleza en medio del bosque

El estadio del Union es un hogar lleno de mística y tradición. El Real Madrid no lo experimentará, porque jugará en el Olímpico.

Berlín (Alemania)
09/12/23 REPORTAJE AFICION SEGUIDORES UNION BERLIN 
ESTADIO AN DER ALTEN FORSTEREI
JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

“Queremos que el Union cambie tan lentamente que no nos demos cuenta del cambio”. Ese es el concepto de evolución que late en el Union Berlin, el único que se entiende. El que explica que An der Alten Försterei mantenga un aura de otra época. El estadio más antiguo de la Bundesliga, de 1920. Una fortaleza que nadie logró derribar en la mejor temporada de su historia (único equipo de las cinco grandes ligas que no perdió un partido en casa en la 2022-23). En medio del bosque. La guarida del próximo rival del Madrid en Champions. Un lugar lleno de mística, que el club blanco no paladeará...

Marcador manual en An der Alten Försterei.
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Marcador manual en An der Alten Försterei.JESUS ALVAREZ ORIHUELADiarioAS

¿La razón? Logística, pero dolorosa para muchos. An der Alten Försterei, cuyo nombre es literalmente “en la antigua casa del guarda forestal”, es coqueto, demasiado para los 60.000 socios que se desviven por el Union. El aforo es de 22.012 espectadores. El 85%, en pie. el del Olímpico, 74.475. Una diferencia que impulsó la decisión de cambiar una vez a la semana Oberschöneweide, una pedanía de Köpenick, por el berlinés Charlottenburg donde se alza el estadio presidido por los cinco anillos. También los requisitos UEFA, más estrictos en materia de prensa o patrocinadores que en una Europa League donde el Union Berlin sí que logró jugar como local en su hogar.

Mural en honor a Hauptmann von Köpenick.
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Mural en honor a Hauptmann von Köpenick.JESUS ALVAREZ ORIHUELADiarioAS

Pero aquí, el protagonista es An der Alten Försterei. Aparcado el coche, a la altura de Rudolf-Rühl-Allee, arranca un paseo que atraviesa un bosque. Al fondo, el estadio. Y la casa del guarda forestal, no sólo bautiza al feudo unioner. Aún existe y ahora es una oficina del club. El Union abraza su pasado con fuerza. El suyo y el de Kopënick, a quien hay dedicado un enorme mural a unos metros de Alte Försterei con un protagonista curioso: Wilhelm Voigt. Más conocido como Hauptmann von Kopenick, un célebre impostor que invadió Köpenick en 1906 fingiendo ser un capitán del ejército. Su historia merece un artículo aparte (o un hilo como este), pero su carácter rebelde le convierten en símbolo unioner.

“Es algo único”

El súmmum, eso sí, son las entrañas. Antes de los partidos, no importa qué, quién o la racha de resultados, las gradas se tiñen de rojo. También las gargantas. Mucho más de 90 minutos a viva voz, al unísono. “Aquí hay que saberse las canciones. ¡Es obligatorio!”, reconocen varios aficionados. Pero es el Eisern Union de Nina Hagen, el himno, el que muta el ambiente y hace que a los jugadores se le pongan los pelos de punta. “Es algo único”, sale del vestuario. Por algo, tras los partidos, también sin importar qué, quién o la racha, se colocan frente a los suyos. Muestra de respeto. Primero, silencio. Luego, palmas. Y a saltar y cantar.

Videomarcador del Union en una sustitución.
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Videomarcador del Union en una sustitución.Jesús Álvarez Orihuela / Diario AS

Un ritual que transcurre a unos metros del marcador. También especial, pues es manual y un operario del club se encarga de sacar las tablillas como antaño. Enfrente luce uno luminoso más actual, aunque con el toque unioner. Para anunciar las sustituciones aparece el Ampelmännchen (“hombrecillo del semáforo” en alemán) berlinés (ver foto arriba). Rojo y verde, claro. Y cuando el Union tiene una ocasión, un tintineo los segundos previos a la definición. Son llaves, que agitan nerviosos cientos de aficionados al unísono (ver foto abajo).

Llave al cielo, ocasión del Union.
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Llave al cielo, ocasión del Union.JESUS ALVAREZ ORIHUELADiarioAS

En el futuro hay planes de progreso, una reforma que elevará hasta 37.000 el aforo. No será como la de 2009, cuando ante la falta de fondos fueron los propios fans los que se pusieron el casco e invirtieron 140.000 horas de su tiempo en remodelar Alte Försterei. Hasta Christian Arbeit, ahora jefe de prensa, cogió una pala para arrimar el hombro. Pero las particularidades del Union seguirán presentes. Ya lo dicen ellos: “Queremos que el Union cambie tan lentamente que no nos demos cuenta del cambio”.

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