130 días después...
El Madrid vuelve a escuchar en el Bernabéu la música de la Champions tras la gesta con el City.
EI 4 de mayo de 2022 quedará para el recuerdo como uno de los grandes momentos de la historia del mejor club de todos los tiempos. Y también del archivo de oro de la Champions. Esa noche de la primavera madrileña, el Bernabéu volvió a asistir a un milagro que se sumaba a los acontecidos en las veladas mágicas con el PSG y el Chelsea. Por eso, la afición volvió a responder a lo grande. 61.416 aficionados abarrotaron el santuario de La Castellana con la fe de volver a presenciar nuevos fenómenos paranormales.
Tocaba remontar de nuevo. Esta vez, un 4-3 ante el reputado City de Pep Guardiola. Con la normativa antigua, ese resultado era ideal por el valor doble de los goles en campo contrario. Pero ahora esos tres goles del Etihad no sumaban pese a su mérito. Se trataba de ganar por uno para forzar la prórroga y de hacerlo por dos para pasar a la final de París.
Un doble objetivo que empezó a llenarse de nubarrones con carga eléctrica incluida cuando Mahrez adelantó a los citizen a un cuarto de hora del final del partido. Los de Ancelotti ni siquiera habían puesto a prueba los guantes de Ederson y se veían con una montaña de dos goles a remontar con sólo unos minutos por delante. Pero el Bernabéu creyó. En la Champions es otro público, acostumbrado a ese Poltergeist que se apodera aquí de los rivales en Europa hasta destruirlos. Ancelotti se lió la manta a la cabeza y quitó a su particular Triángulo de las Bermudas (Casemiro-Kroos-Modric) para jugársela con Camavinga, Asensio y Rodrygo. ¡Todos al ataque!
Eso permitió a los ingleses llegar con opciones claras para el 0-2, pero en una salvó el gol Mendy desde la línea y en otra Courtois hizo una parada antológica con la punta de la bota. Así llegamos al minuto 89. Algunos aficionados perdieron la fe (¡craso error!) y empezaron a abandonar las gradas. Pero en ese momento emergió Rodrygo, el menino de oro, para poner el 1-1 de la esperanza tras una buena asistencia de Benzema. La megafonía puso el aperitivo del 2-1 al anunciar ¡seis minutos de descuento! El Bernabéu rugió enloquecido y llegó el pase de Carvajal, la peinada de Asensio y el cabezazo de Rodrygo. Locura, lágrimas de emoción, sillas al cielo de Madrid (la de Alaba la primera) y Guardiola mirando al suelo resignado. La prórroga era pan comido, como lo fue la de la Décima en Lisboa. Benzema puso el descabello metiendo el penalti cometido sobre él mismo. Fue la tercera locura milagrosa en una 14 para la memoria del fútbol. Modric, Kroos y Marcelo animaban desde el banquillo a los jóvenes. Fue maravilloso. Desde entonces, la música de la Champions no había regresado al Bernabéu. Han pasado 130 días...