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REAL ZARAGOZA

La salida de Sabin Merino, el mayor desafío de Sanllehí

Al delantero vasco, de 31 años, le quedan todavía tres temporadas más de contrato y su salario es de medio millón de euros, a la altura de los mejor pagados de la plantilla.

Zaragoza
Sabin Merino.
ALFONSO REYES

Encontrar una salida a Sabin Merino no excesivamente gravosa para la economía del Real Zaragoza es, sin duda, el mayor de los desafíos que tiene por delante el nuevo director general Raúl Sanllehí. Y es que al delantero vasco, de 31 años y con un rendimiento absolutamente improductivo, le quedan todavía tres temporadas más de contrato y su salario es de medio millón de euros brutos, a la altura de los mejor pagados de la plantilla, junto a Cristian Álvarez y Narváez, otro de los que están ya en el mercado.

Sabin Merino, al que Miguel Torrecilla fichó en el último mercado de invierno para intentar enmendar su propia programación deportiva, con otra vez una falta de gol más que alarmante, es la incorporación más fallida y la peor herencia en año y medio del director deportivo. Ha jugado 16 partidos, 13 de titular, y no sido capaz de marcar un gol ni de darle ninguna solución al equipo en la banda izquierda, pese a la insistencia de Juan Ignacio Martínez en alinearlo en cada jornada, muchas veces por delante de Iván Azón.

El delantero vizcaíno nunca ha disfrutado en su carrera de unos registros goleadores apreciables, salvo en Segunda B en sus inicios con el Bilbao Athletic, pero, igual que sucedió un año antes con Álex Alegría, otra apuesta directa de Torrecilla, o seis meses antes con Toro Fernández y Vuckic, las últimas y carísimas gestiones de Lalo Arantegui, se le presentó como un remedio oportuno para la falta de gol del Zaragoza, aun a costa de hipotecar el futuro del club con un contrato de difícil explicación por su duración y su cuantía económica.

Sanllehí sabe que no va a resultar fácil colocar a Sabin Merino en la Segunda División española, ni tan siquiera cedido sin que el préstamo resulte muy gravoso, y su futuro podría estar en alguna liga menor del extranjero o, quizá, en el Inter de Miami, que también preside y del que es propietario Jorge Mas.