Lewandowski, una cuestión de credibilidad para Laporta
Después de fracasar con la renovación de Messi y su intento fallido por Haaland, el delantero polaco del Bayern es su nuevo reto. Un nuevo fiasco le erosionaría en el cargo de presidente.
El prestigio de Joan Laporta está en juego. Después de asegurar que resolvería la renovación de Messi en un asado para luego no poder retener al argentino; y de filtrar de enero hasta marzo que iba a fichar a Haaland hasta que entendió que era imposible, el presidente se enfrenta al desafío Lewandowski. Un fracaso más con el polaco erosionaría su figura como presidente y, sobre todo, pondría en discusión su vieja fama de seductor, con una capacidad de convicción superior a otros dirigentes. Esa magia lleva meses bajo sospecha y da la razón a quienes opinan que al actual Laporta le falta el viejo vigor de 2003, cuando fue elegido por primera vez presidente hace casi 20 años; y, sobre todo, la calidad del equipo que tenía alrededor: Sandro Rosell, Txiki, Ferran Soriano, Marc Ingla...
A Laporta se le ha visto más nervioso que de costumbre en los últimos días, con reproches al equipo y al fairplay financiero de LaLiga. Fue él, sin embargo, el que decidió minimizar los efectos de la pandemia para señalar la gestión de Bartomeu; y quien optó por depreciar jugadores como Griezmann. Eso se le ha vuelto en contra y ha limitado la capacidad de maniobra del Barça.
Laporta tiene trabajando en el asunto Lewandowski a Mateu Alemany y a Jordi Cruyff, a quien por cierto aún no ha nombrado secretario técnico en otro de esos extraños movimientos desde que es presidente. El Barça ha cerrado un acuerdo verbal con el jugador para las tres próximas temporadas, pero el Bayern se ha cerrado en banda y a Laporta no le queda sino confiar en su amigo Pini Zahavi, que intenta presionar a los bávaros. El verano se le va a hacer largo al Barça. Tal vez, también a Laporta, que se juega su prestigio en este mercado y está obligado a mover esas famosas palancas económicas de las que tanto tiempo lleva hablando para no fracasar en su intento.
Laporta no sólo recibe presiones exteriores y tiene a la crítica pendiente de lo que es capaz de hacer. También Xavi fue directo después de la última jornada de Liga: "Es el tiempo de los despachos". El entrenador, después de cerrar un mal final de temporada que ha molestado profundamente al presidente (“estoy decepcionado”, dijo esta semana en una entrevista a L'Esportiu), que decidió no acompañar a la plantilla en el viaje a Australia, puso el foco en la planta noble para que haga su trabajo. Algo así como quitarse del foco y también sacarse algo de responsabilidad de encima para la próxima temporada si la directiva no trae los fichajes prometidos. El mensaje no gustó nada a Laporta que, sin embargo, está obligado a actuar porque él mismo se metió la presión internamente anunciado off the record a los medios que al menos un crack vestiría la camiseta del Barça esta semana.
Lewandowski, sonriente esta semana en Cannes cuando apareció con su mujer en el Festival de cine y se le preguntó por un hipotético futuro azulgrana, ha dado el sí al Barça, pero posiblemente no fuera consciente de los problemas económicos que envuelven al club azulgrana, más allá de los obstáculos que pueda poner el Bayern. Laporta, que esta semana también ha tenido que lidiar con la información que procede del entorno de Messi en la que se asegura que el argentino está haro del presidente, está ante un mes de junio complejísimo en el que va a tener que moverse con maestría para atar al delantero polaco y presentar algo ilusionante a una afición que ha terminado la temporada más decepcionada incluso que el mismo presidente azulgrana.