CHAMPIONS LEAGUE (FINAL) | ENTREVISTA AS
David Moli, de promesa del Liverpool a estrella en la pintura
David Moli fue apadrinado por Kenny Dalglish en la cantera 'red'. Compartió equipo con Sterling entre otros, pero las lesiones le mostraron otro camino al estrellato: la pintura.
En las canteras de los grandes equipos, no todos los proyectos de crack alcanzan el estrellato. Es un camino complicado y laberíntico. Nuestro protagonista sí lo ha hecho. Aunque no de la forma que esperaba cuando compartía habitación en la cantera del Liverpool con Raheem Sterling e iba convocado con Inglaterra sub-16. Dave Moli ha encontrado la salida cuando las lesiones enredaron el camino. A sus 27 años, ha alcanzado la cima. Si antes facturaba goles como el potente delantero que era (mide 1,86m), ahora factura hasta 10.000 libras (11.700 euros) por obra de arte. Boogie, su nombre artístico, es el pintor de cámara de futbolistas de élite, esos que apuntaban a ser rivales o compañeros. Rüdiger, Grealish, Lingard o Alexander-Arnold tienen sus trazos colgados en la pared.
Quizá le toque viajar a Madrid el curso próximo ahora que el alemán pondrá rumbo a la capital. "Definitivamente, ya hemos hablado de ello y una vez que se haya asentado y tenga una gran temporada, estaré allí en Madrid creando algunas obras de arte para él y espero que para otros jugadores del Madrid también", responde entre risas a AS, donde analiza su particular historia y, por supuesto, la final del sábado en París: "Me encantaría que ganase el Liverpool, pero, por alguna razón, veo al Madrid ganando en el último minuto. Eso sí, sea cual sea el resultado, estoy seguro que será un gran partido. No puedo esperar". Mientras llega el partido, Boogie cuenta su historia en este periódico.
"En realidad, nada de esto estaba planeado. Siempre supe que era una persona creativa incluso cuando jugaba, así que cuando decidí retirarme del fútbol debido a las lesiones, empecé a pintar en casa y desde entonces todo fue creciendo. Una vez que empecé a recibir feedback positivo de mis amigos, me animaron a tomármelo más en serio y fue entonces cuando pensé que podía tener hacer carrera con esto", explica. Sus aspiraciones de ser futbolista profesional terminaron en 2019. Cuando jugaba en el Parnu JK Vaprus de Estonia se rompió el ligamento cruzado anterior. A volver a su Mánchester natal a recuperarse, decidió colgar las botas.
Regreso al fútbol y el papel de Kenny Dalglish
Aunque el gusanillo le ha vuelto a picar, como chiva Transfermarkt a este periódico. "Sí, (ríe) incluso después de mis lesiones había una parte de mí que siempre creyó que todavía podía jugar a un buen nivel futbolístico porque creía mucho en mí mismo. Pero con las lesiones llegaron más contratiempos y, poco a poco, el amor por el fútbol que una vez tuve se desvaneció. Ahora disfruto mucho más del fútbol porque puedo jugar todos los fines de semana con mis amigos, pero no tengo la presión que rodea el ser futbolista profesional", confiesa el ahora delantero del Alsager Town de la novena división británica.
De no ser por esas lesiones, quizá estuviera jugando la final de Champions con la elástica red. Esa que se enfundó gracias, entre otras cosas, a una leyenda como sir Kenny Dalglish. Un padrino al que recuerda con especial cariño. "Antes de fichar por el Liverpool, me dijeron que había al menos otros 4 ó 5 equipos de la Premier que también querían ficharme, pero el Liverpool fue el primero que me invitó a entrenar con ellos durante una semana y a conocer el entorno. Durante ese tiempo, sir Kenny Dalglish tenía una oficina en la academia y todos los días, durante esa semana, me invitaba a su despacho para hablar conmigo y darme muchos consejos. Se preocupó de conocerme. Incluso participó en algunas sesiones de entrenamiento, lo que me pareció muy especial. Es una leyenda, no sólo en el Liverpool, sino en el mundo del fútbol en general, así que el hecho de que se tomara un tiempo para hablar conmigo significó mucho, y sólo eso ya me convenció para fichar por el Liverpool", recuerda. La relación entre ambos sigue viva, pues Boogie le realizó un cuadro a Dalglish en el que retrató su etapa como futbolista.
Luis Suárez, Gerrard y Drogba
Así recuerda su etapa en el equipo de Merseyside: "Mi desarrollo en el Liverpool fue increíble, me convertí en mejor jugador en todos los aspectos de mi juego, aprendí mucho de los increíbles entrenadores que tuve y de los jugadores con los que jugué. Tuve la oportunidad de entrenar con estrellas como Steven Gerrard y Luis Suárez...El mero hecho de estar cerca de esas leyendas y verlas ya fue una experiencia increíble". Aunque el futbolista en el que se fijaba para desarrollarse no jugaba en Anfield como local... "Drogba fue la principal razón por la que apoyo al Chelsea hoy en día. He visto todos los vídeos que he podido encontrar de él en YouTube... Quería basar mi juego en el suyo", reconoce y así se explica que, aunque apoye el Liverpool en la final, su corazón sigue siendo un poco más azul: "Siempre que juega el Liverpool quiero que gane, aparte de cuando lo hace contra el Chelsea, claro (ríe). Eso sí, probablemente tienen la mejor plantilla del mundo en este momento". Asimismo, reconoce que sus ídolos ahora son otros: "Ahora que mi carrera ha cambiado, admiro a artistas como Retna, George Condo, Basquiat, Andy Warhol... sólo por nombrar a algunos".
El inicio del estrellato
Para redondear la historia, Boogie nos relata quienes fueron sus primeros clientes. Antes de que los ya nombrado o Marcus Rashford, Riyad Mahrez, Moise Kean o Luke Shaw, con quien compartió convocatorias con Inglaterra sub-16 como demuestra la fotografía que muestra a AS, tocasen su puerta. "Ha sido un viaje increíble trabajar con todas esas superestrellas. Todos ellos aman y aprecian mi trabajo y eso me alegra. Mi primer cliente famoso fue un amigo mío muy cercano llamado Nafe Smallz, un músico muy famoso aquí en el Reino Unido. Fue la primera persona que creyó en lo que yo hacía y vio mi visión antes que nadie. Además, mi buen amigo Nouha Dicko (exfutbolista del Wolverhampton, cantera por la que Boogie pasó tras el Liverpool) fue también uno de mis primeros clientes y le encanta recordármelo cada vez que hablamos por teléfono o por Facetime (ríe)", señala.
Preguntado por el trato con tanta superestrella, sólo tiene palabras amables hacia ellos: "Ha sido increíble trabajar con todos ellos y tengo una buena relación con la mayoría. Hablamos en las redes sociales, etc. Tengo un montón de camisetas firmadas en mi estudio". Eso sí, muestra su buen humor y, de paso, recuerdo que alguno de sus clientes tiene un envío pendiente: "Todavía estoy esperando a algunos más, pero no voy a mencionar sus nombres, aunque ellos saben quiénes son", apunta mientras ríe. Pero su éxito no se limita a vender obras de arte que rozan los 12.000 euros o grafittis por 6.000. Boogie se ha esforzado mucho en investigar cómo presentar su arte y eso ha dado sus frutos con algunas colaboraciones exclusivas con empresas como la Red 8 Gallery de Londres. Este verano tiene en mente hacer pasar por sus redes sociales a invitados muy influyentes para potenciar aún más su arte. En tanto que este año se trasladará a la capital británica en busca de nuevos de retos y expansión.
La receta del éxito
El fútbol y el arte, de la mano de Boogie Moli. ¿Guardan similitudes?: "Sí y no. Sí porque ambas industrias son un gran negocio, por lo que tienes que manejarlo correctamente y tener una ética de trabajo por encima de todos tus compañeros para tener éxito. No, porque, bueno, no tengo que levantarme todos los días e ir a trabajar, incluso en los días en que no me apetece ir a trabajar. Yo decido cada uno de mis movimientos, y si tengo un mal día en el trabajo, no voy a tener más de 20.000 fans gritando o criticando todo porque hoy no fuese mi día". Aunque el verdadera secreto de su éxito es el disfrute con el que afronta cada día y el trabajo duro. "Dicho esto, ahora mismo soy implacable en mi trabajo, trabajando a veces siete días a la semana. Sin embargo, no lo siento como un trabajo", finaliza. Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida, decía Confucio. Boogie sigue esa premisa.