"En mi palmarés también sumo la Champions del Liverpool"
Fernando Morientes recuerda su etapa como jugador de Madrid y Liverpool, los dos equipos que se enfrentan en la final de la Champions. Ha jugado cinco finales y ha ganado cuatro.
En vísperas de una final de la Champions, su amante futbolística, y más cuando los contendientes son dos clubes en los que él ha jugado, Real Madrid y Liverpool, el corazón de Fernando Morientes (Cilleros, Cáceres, 46 años) se acelera más de lo normal y su cerebro no deja de alimentar pretéritos recuerdos que gestiona como si se estuvieran produciendo en el presente por lo vivos y reales que se le aparecen.
El ex del Albacete, Zaragoza, Real Madrid, Mónaco, Liverpool, Valencia y Olympique de Marsella, 18 temporadas como profesional, no está entre el privilegiado grupo de futbolistas con cinco finales en esta competición (Van der Saar, Seedorf y Evrá) porque se lo impidió una normativa de la UEFA que hoy ya no está vigente y que prohibía a un jugador disputar el torneo con dos clubes diferentes.
La llegada de Ronaldo al Real Madrid (2002-03) apuntó directamente a la línea de flotación de Morientes. Perdió la titularidad y a la segunda temporada decidió marcharse cedido al Mónaco donde no solo fue un fijo para su ahora amigo Didier Deschamps, sino que llegó a disputar la final de Champions contra el Oporto (0-3). Regresó al Bernabéu, pero la situación no mejoró. Tres míseras titularidades en la Liga (solo un partido completo contra el Leganés) y ninguna en la Champions (seis trozos como suplente) le terminaron de convencer de que, de su presente, de entonces, y su futuro estaban fuera del Real Madrid.
La salida no era mala: la Premier y un Liverpool entrenado por Rafa Benítez. Y allá que se fue. Lo demás lo cuenta en primera persona.
Quien le iba a decir a usted aquel 15 de enero de 2005 que debutó en Anfield con el Liverpool que su equipo iba ganar la Champions y usted se iba a convertir en un campeón sin corona…
Fue complicado, la verdad. Recuerdo que ya entonces los jugadores nos quejábamos de la situación. No comprendíamos que por haber jugado en un club no pudieras hacerlo en otro si se daba un caso como el mío en el que cambiabas de equipo a mitad de temporada. Sin ni imaginarme que el Liverpool podía ganar la Champions, me acuerdo que siempre ponía un ejemplo. Pongamos que la ganamos, entonces resulta que yo, que soy jugador del Liverpool, no soy campeón de Europa porque no he podido jugar ningún partido por la norma, pero si la hubiera ganado el Real Madrid si podía haber sido campeón por los seis partidos que había jugado en la previa y en la fase de grupos. Oficialmente no podía ser campeón con mi equipo actual y sí con el anterior… Era una incongruencia total.
Menos mal que después ganó tres Champions con el Real Madrid y se tomó la revancha personal de la de Estambul.
La realidad es que he tenido una relación muy especial con esta competición. Gané las del 98, 2000 y 2002, la séptima, la octava y la novena. Tres experiencias de las que guardo recuerdos muy especiales porque las circunstancias de cada una fueron diferentes. Para mí también gané la del Liverpool, la de 2005. Aunque la UEFA diga que no, yo la tengo en la vitrina y la considero como mía. Era uno más de la plantilla, me entrenaba todos los días y la trabajé igual que todos mis compañeros. Tampoco olvido nunca la final con el Mónaco que, aunque perdiéramos con el Oporto, fue una experiencia tremenda. Cinco finales, cuatro títulos, en una carrera de 18 años no está nada mal. Siempre pienso en esos jugadores que han llegado a jugar una o dos y las han perdido y yo gané cuatro de cinco.
¿Cómo llevó la experiencia? Supongo que por mucho que supiera la situación antes de llegar a Liverpool, según iba viendo como su equipo superaba las eliminatorias, se le comerían los demonios…
Fue una experiencia cuanto menos extraña. Yo sabía que no iba a poder jugar la Champions, pero tampoco me imaginaba que íbamos a llegar a la final y ganarla como la ganamos. Según iban pasando las eliminatorias mi frustración iba creciendo. Era lógico. Venía de jugar habitualmente esa competición con el Real Madrid y ser un jugador importante dentro del equipo. El año anterior había llegado a la final con el Mónaco…
Además, qué eliminatorias: la Juventus que había eliminado al Real Madrid, el Chelsea… el Milán en la final. ¿Cuál era su papel en esos partidos?
Pues hacía todo igual que mis compañeros menos jugar. A los partidos de fuera no viajaba, hasta la final, claro. Y en los de casa era uno más. Escuchaba la charla del míster, que solía ser en Melwood, la Ciudad Deportiva, y luego me bajaba en mi coche a Anfield como los que no iban convocados. Ellos bajaban en el autobús. Ya en el estadio vivía en el vestuario con mis compañeros esos últimos minutos antes de saltar al campo. Rafa daba sus últimas indicaciones. Yo escuchaba, miraba a todos con esa frustración que crecía por momentos más que nada porque veía que no podía ayudarles en estos partidos que a todos nos gusta jugar. El ambiente en esos duelos de Champions era especial. Anfield vive de manera muy suya la Copa de Europa. Me recuerda en eso al Real Madrid y más contra esos rivales. El vestuario entonces era pequeño e intentaba siempre no molestar, no distraerles.
¿Recuerda algún momento especialmente particular en el que se sintiera peor…?
En cuartos y semifinal no tanto, porque lo tenía bastante interiorizado, pero el día de la final sí lo pasé mal. Sentí rabia de no poder vivirla desde dentro. El equipo viajó solo. Tuve que ir en otro avión con los no convocados y los familiares. Estuvimos en Estambul en otro hotel diferente. Eso me costó. Me hubiera gustado estar por lo menos en el mismo. Ver de cerca a los compañeros. Escuchar la charla de Rafa. Lo viví más todo como un aficionado. Como voy a vivir esta de París.
Pero en aquella iba con el Liverpool y en esta va con el Madrid.
Evidentemente. Aquella era red y esta soy blanco. Le tengo mucho cariño al Liverpool, le deseo lo mejor antes y después.
En esos meses de frustración en los que solo jugaba la Premier, ¿Rafa Benítez estaba pendiente de usted, le daba bola…?
Hablábamos claro, pero más de los partidos, de mi adaptación a un fútbol nuevo. Se me quedó grabado un asunto. Cuando nos íbamos a enfrentar a la Juventus en cuartos, antes del partido de ida en Turín, estaba en mi casa de Liverpool y sonó el teléfono. Era ya tarde. Los italianos habían eliminado al Madrid en octavos y me llamó para preguntarme si me había quedado con algo especial de los juventinos, algo que me hubiera llamado mucho la atención… Así era Rafa. Él lo tenía todo súper preparado, pero quería conocer cuántos más detalles mejor. En algunos momentos me daba la sensación de que no disfrutaba de esos momentos de gloria. Siempre estaba pensando en lo que podías mejorar o qué podías haber hecho mal. El día de la final me acerqué a darle la enhorabuena… y ya se me puso hablar del año siguiente, de lo que quería de mí… Yo alucinaba, acabábamos de ganar la Champions y ya estaba pensando en el año próximo. Él era así.
¿Cómo es el Liverpool por dentro? ¿Cómo fue aquel año y medio en Anfield?
Lo sigo de cerca y creo que en los últimos años ha habido muchos cambios, ha crecido notoriamente. Entonces me dio la sensación de ser un club muy familiar. Muy accesible a todo el mundo. La grandeza del club se notaba por las instalaciones, por el estadio, por cómo te hacían ser partícipes de su historia. Lo comparten contigo y quieren que tú lo compartas con ellos. Viven del presente, pero también viven mucho del pasado. Más que aquí. Están continuamente haciendo actos conmemorativos. De las desgracias que sufrieron sus aficionados, como podían ser Heysel o Hillsborough, pero también de sus éxitos, de sus exentrenadores y exjugadores.
Es una liturgia distinta a la española.
Sí. Me di cuenta ya la primera semana de estar allí. Jugábamos contra el United y me empapé de lo que significaba ese partido históricamente para el club y sus seguidores. Y encima perdimos (0-1). Se puede comparar perfectamente a un Madrid-Barça. El club involucra mucho a los jugadores. Cada diez o quince días teníamos que acudir todos juntos a actos y siempre bien trajeados.
Por la calle, ser jugador del Liverpool qué significa.
Hay mucha normalidad. Se pasa más inadvertido. El día del partido es cuando se vive el fútbol con más intensidad, cuando ya te acercas al estadio, ves a todos los aficionados en las calles, con sus cervezas… En el día a día, no tenía nada que ver con lo que había vivido en el Real Madrid. A lo mejor en otros clubes era más parecido a Liverpool, pero en el Madrid sabía dónde no podías ir y la gente estaba más pendiente de ti. En Liverpool podías ir a cualquier sitio sin sentir ningún atosigamiento, aunque la verdad es que entonces tampoco había muchos sitios. Después de ser capital europea de la cultura en 2008, la ciudad ha dado un gran cambio. Cómo sería entonces que nos íbamos mucho a Mánchester a cenar o dar una vuelta, porque allí había lo justo…
La final de París se acerca, ejerza de analista y 'desnúdenos' a este Liverpool que aspira a todo.
Cuando comenzó la competición dije que el equipo que no quería ver ni en pintura para el Madrid era el Liverpool. Ahora ya no hay más remedido. Para mí es el más potente. El más fuerte. Más que el Bayern, el PSG, el City… Para las condiciones del Madrid es el equipo que peor le viene. Es un equipo que corre muy bien, que tiene arriba jugadores muy rápidos y el Madrid sufre mucho cuando presiona arriba y coloca la defensa muy adelantada. Como no suele robar con facilidad, porque no es un equipo hecho para presionar arriba y con espacios el Liverpool es el mejor de Europa. Antes había que tener cuidado con tres: Salah, Firmino y Mané, ahora también están Jota y Luis Díaz. Son cinco delanteros. Tiene mucho arriba, pero vamos lo veo al cincuenta por ciento. No le doy más, ni menos.