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Marcelino: "No aceptamos entrenar a un futbolista desmotivado"

"Si sucede, con nosotros sucede durante poco tiempo”, alude al respecto el técnico del Athletic en una charla celebrada el Campus de Madrid-Princesa de la Universidad Nebrija.

Marcelino, en Madrid

“No creo en los ADN en el fútbol, hay muchas formas de jugar y hay que respetar todas. No se me ocurriría nunca decir que un equipo juega muy mal porque defiende o juega muy bien porque tiene el 70 por ciento de la posesión del balón. Juega tan bien el Real Madrid como el Barca o como el Atlético de Madrid o como el Sevilla. Todos tienen grandes argumentos y debilidades y todos me merecen el mismo respeto”. Marcelino García Toral respondió así a una pregunta de los muchos estudiantes que se acercaron a escuchar su charla celebrada el Campus de Madrid-Princesa de la Universidad Nebrija. Esos “caminos diferentes pero todos válidos” buscan el máximo rendimiento posible y ganar el mayor número de partidos, “aunque es importante también conocer la propia filosofía del club desarrollada a lo largo de su historia”, sostiene el técnico del Athletic.

En el marco de Impulsa, I Jornadas de Empleabilidad Nebrija, Marcelino explicó algunos de los valores y estrategias que inculca a sus equipos: “Lo primero es tener capacidad, pero también cultivar tres principios básicos en las relaciones humanas: sinceridad, lealtad y ser justos”. A esto añadió la coherencia, la lógica, un estilo, una metodología adecuada y confianza mutua con los jugadores en las conversaciones privadas. “Intentamos hacer de la cohesión algo natural en el día a día y en el cumplimiento de objetivos”, manifestó. En sus más de 20 años como entrenador “afortunadamente” ha dirigido a “grandes futbolistas y personas”. En un tono amable se reafirmó: “Hasta que se demuestre lo contrario, el fútbol es un deporte colectivo de suma de individualidades, aunque no sea entendible para muchos futbolistas”.

No obstante, ¿qué ocurre cuando se topa con un jugador sin ilusión? “No aceptamos entrenar a un futbolista desmotivado; si sucede, con nosotros sucede durante poco tiempo”, ironizó. El trabajo con su cuadro técnico –con el segundo entrenador lleva desde 2005 y con el preparador físico desde 2003- es otra de las patas sobre las que se asientan sus proyectos deportivos, en los que no falta “la autoexigencia y la autocrítica”. El entrenador del Athletic lo dejó claro: “Seguro que hay algún equipo técnico que trabaje más que nosotros, pero no son muchos”.

En un formato de entrevista con Aldara Pereira, responsable de Nebrija Alumni, Marcelino concedió mucha importancia a la formación. “Nuestra forma de pensar y de actuar son diferentes a medida que cumples años por las experiencias vividas y las personas en las que te fijas”, observó, y se puso como ejemplo: “Con 20 años debuté en Primera División y pensé que me iba a comer el mundo. Me equivoqué en decisiones y en formas de actuar, en ese momento me convertí en un egocéntrico que creía que todo lo podía encauzar desde solo un punto de vista”.

A los 29 años, las lesiones “y otras circunstancias” lo retiraron de los campos de fútbol y consiguió una oportunidad para entrenar en Tercera División: “Pensaba que era sencillo, pero vi que la situación me superaba. En quince días, le dije al presidente que no estaba preparado para esto”. Comenzó entonces un periodo de formación con equipos jóvenes y de mejora en la oratoria y en la convivencia de grupos. También de muchas lecturas, “aunque no aproveché este periodo para aprender inglés”. Esperó y con el Lealtad en dos temporadas ascendió de categoría sacando quince puntos al segundo clasificado. En menos de una década, Marcelino pasó de debutar en Tercera a ser nombrado Mejor Entrenador de España. “Como entrenador logré desquitarme de todos los descensos que sufrí como jugador”, apuntó.

Interpelado por otro asturiano como José Muñiz, rector de la Universidad Nebrija, Marcelino rememoró cuando con cinco años empezó con sus amigos a dar patadas a un balón y cuando a los doce años lo ficharon en el Sporting, equipo con el que debutaría en Primera el 22 de diciembre de 1985. En ese mismo año fue subcampeón del mundo sub-20. Sobre la actualidad, opinó que “los jugadores jóvenes están sometidos a una gran presión familiar, un entorno difícil de redes sociales y agentes y la propia vorágine de la competición”.

Los alumnos de la Universidad Nebrija aprovecharon la oportunidad para bombardearlo a preguntas. ¿Por qué no ha aceptado ofertas del fútbol internacional? “En un momento fue por las dudas y los miedos. En algunas ocasiones ganaba más dinero, pero a lo mejor no estaba en el mismo nivel deportivo, y en otras ocasiones no fui por tonto”.