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Sevilla se tiñe de verdiblanca

Miles de aficionados acompañan al autobús de los jugadores hasta el centro de Sevilla antes del festejo final del título de Copa en el estadio.

El autobús del Betis, hacia el centro.
Toni Rodríguez

EI beticismo vivió un día mágico en la celebración de su tercer título de la Copa del Rey. Desde un inolvidable trayecto por la ciudad en un autobús rodeado de miles de béticos hasta el festejo final en un Benito Villamarín rendido al equipo que escribió un capítulo más en su historia. Todo ello con una guinda inesperada: Joaquín anunció que seguirá un año más en el Betis tras dar un paso más en su consagración como eterna leyenda. "No sé si voy a estropear un plan que tengo por ahí, pero lo siento mucho. Voy a seguir un año más". Ahí terminó de enloquecer el beticismo en su día más especial.

A sus 40 años, el portuense se convirtió en el jugador más laureado de la historia del club al levantar su segundo título. Su talento, eterno, seguirá presente mientras su fútbol, tan virtuoso como imprevisible, sobreviva.

Antes de ese guiño al destino, las calles de Sevilla se vistieron de verdiblanco. Lo hicieron en la resaca de un título copero que consagra también a Pellegrini como magistral arquitecto de un proyecto que quiere más. Y Joaquín lideró cada festejo, cada guiño a la afición y cada aliento de futuro mientras sostenía una y otra vez una Copa tan ansiada como trabajada.

El Betis recibió a sus aficionados en masa desde el Benito Villamarín hasta la Plaza Nueva. Allí, en su visita al Ayuntamiento de la ciudad, ofreció el trofeo a todos sus hinchas bajo cánticos casi infinitos y amagos de lágrimas. Con Joaquín como improvisado director al mando. Con otra leyenda como Rafael Gordillo guiños convertidos después en certezas: "Joaquín tiene que quedarse un año más por huevos". La afición coreó el nombre de Manuel Pellegrini y éste, visiblemente emocionado, siguió siendo cauto: "Esta Copa es para ustedes, los jugadores hicieron el esfuerzo para entregársela". "Vamos a por la Champions", aseveró Borja Iglesias, al tiempo que Sergio Canales suspiraba entre emociones: "Esto es lo más grande que viví en mi carrera. Espero que sea el inicio de algo muy grande".

Los jugadores vibraron de forma conjunta a la alegría desbordada de la afición bética. De las calles de Sevilla al Benito Villamarín. La ciudad se asemejó a Heliópolis. Borja Iglesias vistió una camiseta de Denilson, Bellerín una de Kowalczyk , Ruibal una de Cañas y Bartra una de Alfonso. Había guiños al pasado y sentimientos de futuro. En el Villamarín llegó el fin de fiesta. El encuentro con la afición bética en el templo del equipo verdiblanco. Allí continuaron los cánticos y las emociones sobrevolaron cualquier indicio de cautela. "Esto es sólo el principio", expresó Ángel Haro. Tras 17 años sin alcanzar la gloria, en Heliópolis sueñan con más. Y Joaquín quiere reinar en esa historia.