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VALENCIA

Las lágrimas del Valencia por un proyecto incierto

El equipo de Bordalás regresa de Sevilla cabizbajo y consciente de la travesía siberiana que le espera por quedarse otro año más fuera de Europa.

Las lágrimas del Valencia por un proyecto incierto
DAVID GONZÁLEZ

El penalti fallado por Yunus Musah, en otra fatídica tanda del valencianismo, agotó la magia que tenía Sevilla para el Valencia, donde conquistó dos Copas y una Liga, y con la racha de tres finales consecutivas en las que el equipo había levantado el trofeo (1999, 2008 y 2019). Ese penalti, como en la final de la Champions de Milán, apearon al Valencia del título y de Europa.

El oasis que estaba siendo la Copa para el Valencia se secó. El torneo le ha estado sirviendo de válvula de escape y a la vez de dique de contención. La Copa, ese lema de equipo ‘bronco y copero’, le estaba permitiendo al club potenciar una identidad perdida a raíz de otra final en Sevilla, la del Centenario. Pero a 24 de abril ya no hay dónde beber ni ramas donde taparse. El equipo va décimo y está a 10 puntos de Europa en Liga. Largas se le van a hacer las semanas.

La Copa de 2019 estaba llamada a ser el principio de algo muy bueno, como lo fuera la de 1999, aunque aquella acabara siendo el final antinatura de un proyecto ganador. Y de aquellos barros estos lodos. Esta Copa de 2022 era una oportunidad para al menos cambiar el paso del proyecto, un punto y aparte dentro del relato triste del Valencia de Peter Lim. Pero la Copa la levantó Joaquín y cada lágrima de Gayà moja los naipes del castillo de la planificación.

José Bordalás se hace una foto con dos aficionados del Valencia en Sevilla antes de iniciar el viaje de regreso.
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José Bordalás se hace una foto con dos aficionados del Valencia en Sevilla antes de iniciar el viaje de regreso.DAVID GONZÁLEZ

El Valencia no estará en Europa por tercer año consecutivo, algo que no sucedía desde finales de la década de 1980. El club ha agotado así su reputación competitiva en el viejo continente, mientras que las consecuencias económicas y deportivas aventuran ruta siberiana. Sin Europa no hay escaparate y menos ingresos. Todo ello con un presupuesto en el que se contemplaba la venta de futbolistas por 37 millones aún asumiendo unas pérdidas de 31 millones.

El club tiene que seguir reduciendo su coste de plantilla (de 119 a 80, según estimación del club). Aun así, seguirá superando su margen de Fair Play. Ello limitará su capacidad de inversión en refuerzos y en salarios. En ese panorama, por ejemplo, cuesta pensar que el Valencia vaya a poder afrontar las renovaciones de Carlos Soler y José Luis Gayà en los términos económicos en los que se habla en la negociación.

Yunus, protagonista tras fallar el penalti decisivo en la tanda, abandona Sevilla cabizbajo.
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Yunus, protagonista tras fallar el penalti decisivo en la tanda, abandona Sevilla cabizbajo.DAVID GONZÁLEZ

De aquí hasta final de temporada, se recuperarán temas de debate como a quién traspasar o por quién intentar quedarse. Guedes, Cillessen, Diakhaby, Maxi… También el club tiene que decidir qué hacer con Hugo Duro (4 millones tienen la culpa) y, sobre todo, con Omar Alderete. El Valencia, sin Europa, ya no tiene la obligación de ejecutar la opción de compra y 7,5 millones no es cuantía precisamente asequible. Pero en el caso del paraguayo, ahora, hay lugar a la negociación. Sin Europa, también se queda sin argumentos ni posibilidades monetarias el plantearse u optar a prolongar la cesión de Bryan Gil o Ilaix. Todo ello en un equipo en el que Hélder está cedido y Cheryshev acaba contrato.

La Copa también suavizó las tensiones entre Bordalás y los gestores del club por la planificación en la confección de la plantilla. El alicantino se ha cansado de repetir, hasta llegar a convertirlo también en una excusa, que la plantilla que tiene no le da para más. Ello le ha generado tirantez entre los jugadores, que se han sentido señalados muchas veces, y da lugar a la incertidumbre respecto al futuro, porque nada hace pensar que la del año que viene vaya a ser mejor ni tampoco que vayan a incorporarle todo lo que él pida. La cúpula tiene presente que su reclamado Marcos André no jugó ni un minuto en la final ni con Maxi sancionado.

El hijo de Peter Lim, Kiat Lim, estuvo presente en Sevilla y vería con sus propios ojos el músculo social que tiene el club que compró su padre. El valencianismo ha mantenido aún clasificándose para la final de Copa su petición de que Lim se vaya de Mestalla, aunque ninguna declaración ni gesto hace pensar que lo tengan en mente a corto plazo. Menos mientras el entuerto del nuevo estadio no se solucione. Hay quienes dicen entre pasillos de oficinas que la presencia en La Cartuja de Kiat es el primer paso para la herencia en vida. De hecho, él mismo dijo: “Representaré más a mi padre en Valencia”. Pero Lo que requiere el proyecto del Valencia no son gestos simbólicos sino un cambio de rumbo en la gestión social y deportiva. De hecho era necesario hasta ganando la Copa. Lo más.