Ancelotti y su terapia de campeón
El técnico del Real Madrid, que tiene a su alcance ganar las cinco grandes ligas, dio un motivador discurso a la plantilla: "El partido del Pizjuán es una final".
Carlo Ancelotti sabe lo que es ganar como técnico el trabajoso título de Liga en Italia (con el Milan, 2004), en Inglaterra (con el Chelsea, 2010), en Francia (con el PSG, 2013) y en Alemania (con el Bayern Múnich, 2017). Solo se le resiste la Liga española. Estuvo cerca en la 2013-14 y 2014-15 con el Real Madrid, pero en ambas terminó cediendo. La primera ante el Atleti del Cholo y la segunda ante el Barcelona de Luis Enrique. Por eso, esta vez Carletto se lo tomó muy en serio y preparó el partidazo del Pizjuán a conciencia para evitar sustos que pusiesen en peligro el trabajo de toda la temporada. Su quinta corona liguera en las cinco grandes Ligas de Europa es un reto que solo está a su alcance y Ancelotti diseñó con su cuerpo técnico durante los días posteriores a la noche feliz con el Chelsea el asalto al hasta ahora inexpugnable feudo sevillista.
"Chicos, sabemos que tenemos un colchón importante de puntos, pero si especulamos con eso en Sevilla, perderemos. Y si perdemos daremos al Barça la posibilidad de creer que ganando sus tres partidos de esta semana ante Cádiz (jamás hubiera pensado el italiano que los azulgrana pudieran perder ante los gaditanos, sino le hubiera quitado trascendencia a la cita), Real Sociedad y Rayo Vallecano pueden darnos caza. No les demos esa opción. El partido de Sevilla es una final y hay que jugar con esa mentalidad. Si logramos vencer tendremos mucha parte del título conseguido y eso está en vuestras manos". Con ese mensaje, orientado a no caer en la relajación festiva en la que el equipo sí incurrió tras la remontada con el PSG (Carlo no olvida que eso desembocó en el desastroso 0-4 del Clásico), logró el italiano que su vestuario afrontase el viaje a Sevilla y el partido ante los de Lopetegui como si estuviese el título en juego en esos 90 minutos.
Eso explica que pese al 2-0 del descanso, unido al penalti no pitado a Diego Carlos y el error arbitral al admitir el gol de Rakitic como legal pese a la irregularidad en la barrera cometida por Lamela, nadie admitiese en el vestuario la posibilidad de perder en Nervión. En ese descanso, Ancelotti volvió a hablar con sus jugadores y apeló a su orgullo de campeones. Les explicó que igual que hicieron ante el PSG y el Chelsea, podían levantar el resultado y ganarse el respeto de todos ganando la Liga a lo grande, sin sufrimientos innecesarios y sin tener que echar mano de las matemáticas en las últimas jornadas del Campeonato. Por eso movió ficha rápido dando entrada en la reanudación a Rodrygo por el tarjeteado Camavinga, regresando a su 4-3-3 tradicional y volcando el partido sobre Bono. Con el gol rápido de Rodrygo, Carlo insistió en que la ofensiva fuese total, asumiendo que el Sevilla iba a atrincherarse en torno al portero marroquí. El gol inexplicablemente anulado a Vinicius pudo ser un punto de inflexión. Pero Ancelotti, en vez de aferrarse a eso como una excusa que hubiese tenido su validez para justificar la derrota, sacó a Nacho y a Asensio y la orden fue atacar sin desmayo. Así llegó el gol de Nacho, desde la posición del ‘9’. Pero ni con 2-2 la bastaba. Indicó a Benzema, su brazo extensor en el campo junto a Modric, que buscase la conexión con los brasileños (Vini y Rodrygo) en busca del 2-3. Así fue como llegó el gol de la victoria y el éxtasis del líder en el descuento, con la celebración final en el campo y en el vestuario. Un festejo propio de un equipo que ya se siente campeón.
Carlo reflejó su alegría tras ver que su ‘terapia de campeón’ había surtido efecto en el día más importante: "Hemos aprendido que creyendo, se puede. Me deja muy orgulloso lo ocurrido. Quiero agradecérselo a todos los jugadores". Esa química entre cuerpo técnico y plantilla se escenificó en los vestuarios del Pizjuán con esa piña feliz en la que de nuevo David Alaba, en un clásico ya de las celebraciones de las últimas gestas del equipo, volvió a levantar una silla como símbolo de victoria. La Carlettina fue de nuevo certera y efectiva. La experiencia triunfal de Ancelotti le ha llevado a manejar este vestuario con hilos de seda, donde hasta los suplentes se sienten partícipes de los éxitos que se están consiguiendo. El italiano trasladó a media tarde de ayer su felicidad en este tramo del curso, con este mensaje en Twitter: "Juntos hasta el final. Vamos a por la siguiente". Esa será mañana en Pamplona (21:30). La 35ª del Madrid y la Liga conquistada en un quinto país diferente por parte de Ancelotti están mucho más cerca. Puede que sea en el Wanda, el 8 de mayo, pero tras el pinchazo del Barça con el Cádiz, ese día podría tocar pasillo en lugar de alirón. El madridismo saborea con morbo esa doble posibilidad en el campo de su vecino. Las matemáticas dicen que es posible…