CHAMPIONS (1/4, IDA) | CHELSEA - REAL MADRID
Coto cerrado en Stamford Bridge
Las sanciones impuestas a Roman Abramovich provocan una parálisis en la actividad comercial del Chelsea y el cierre casi total del estadio cuando no hay partido.
Stamford Bridge es un estadio escondido entre sus propios edificios adyacentes y varios inmuebles que lo rodean en esa zona fronteriza entre el distinguido barrio de Chelsea y el más clásico de Fulham (donde, de hecho, se alza el estadio). A diferencia del Bernabéu, un edificio singular pero integrado como un elemento más en el entramado urbano de Madrid, el campo blue es más sencillo alejarlo de las miradas de los curiosos. Y ahora sufre esa soledad. Las sanciones a Roman Abramovich, el magnate que hace casi dos décadas catapultó a la entidad a otro nivel, ahogan al club, privado desde hace semanas de poder recabar ingresos y, por tanto, impedido de la explotación de todo el potencial comercial que ofrece Stamford Bridge.
El recinto cuenta, además del tour del estadio y el museo del club, con varios restaurantes y bares, un par de hoteles, un gimnasio con spa, la 'megastore' del club y una segunda tienda para los días de partido. Esta última luce en su escaparate un gran aviso: "Esta tienda de día de partido está cerrada hoy. Disculpas por los inconvenientes. Por favor, visite nuestra megastore". En las últimas semanas, sin embargo, la tienda está cerrada y es imposible acercarse a ella. Apenas unos metros más adelante dos guardias de seguridad frenan al visitante. Todo está cerrado y no se puede pasar más allá de ese control.
Es mediodía del domingo, resaca de la derrota (1-4) contra el Brentford, y en Stamford Gate, unos de las tres puertas del recinto, se detienen unos pocos curiosos. Una familia local, que pasea con un niño ataviado con la camiseta blue, se detiene unos instantes para que el pequeño contemple el estadio desde la lejanía. Una pareja se hace varias fotos en un muro con el escudo del club y los retratos de los jugadores antes de que uno de los vigilantes les advierta de que tienen que salir de la zona vallada. Otros tres amigos, también londinenses, pasan por allí y se detienen. "Solo para echar un vistazo", afirman. Aunque cuesta arrancarles unas palabras, todos ellos saben que Stamford Bridge es un estadio cerrado, solo accesible al público los días que juega el Chelsea.
Unos metros más adelante, en Bovril Gate, dos turistas de Nueva Jersey se hacen fotos en la verja, con el estadio al fondo. El más joven de los dos se declara seguidor del Manchester United, pero manifiesta que se está pensando comprar una entrada para el museo. "¿Está completamente cerrado?", dice sorprendido al hablar con AS.
La única llave para entrar
Britannia Gate es la puerta más cercana a la estación de metro de Fulham Broadway y la que ofrece una mejor vista de la fachada del estadio. Allí se puede contemplar un cartel que anuncia que las entradas para el partido contra el Madrid están agotadas. Una familia de turistas asiáticos pregunta por la entrada al recinto al guardia de seguridad que vigila ese acceso, totalmente vallado. Atienden a este periódico apresuradamente. Tenían billetes para el museo reservados desde hace un mes y llegan con una hora de retraso a su visita programada. No andan despistados. La única excepción que permite la entrada en Stamford Bridge (aparte de empleados y repartidores de comidas para estos) es para aquellos que hubieran reservado su visita antes de que tuvieran efecto las sanciones sobre Abramovich. Están entre los privilegiados.
Minutos después, un grupo de seis amigos procedentes de Indonesia se detienen a hacerse fotos. Desconocedores del cierre, preguntan si pueden acercarse al estadio. Negativo. Se confiesan seguidores de varios equipos. Uno de ellos, Pernawan, confiesa su afición por el Real Madrid y se despoja de su abrigo para sacarse una foto con la camiseta madridista.
Un entorno poco futbolero
Salvo por la decoración exterior que puede verse en el recinto y las banderolas que exhiben la imagen de los futbolistas en las farolas según uno se va aproximando al estadio, el ambiente que se respira en los alrededores de Stamford Bridge es poco futbolero. El dependiente de una tienda de alimentación enfrente de Stamford Gate afirma que el cese de la mayoría de actividades de Stamford Bridge no ha impactado en el día a día de su negocio. El establecimiento de la esquina parece ajeno al sitio que tiene. Físicamente, como pub más cercano al estadio blue, y en la historia. En el lugar donde ahora se erige The Butcher's Hook se fundó el Chelsea un 10 de marzo de 1905. Una pizarra en el exterior recuerda la efeméride, pero no parece servir como reclamo. El ambiente del interior guarda escasas referencias al equipo cuya cuna fue. Pocas e imprecisas. Un cuadro que representa una alineación de la temporada 2016-17 incluye como suplentes a Filipe Luis o Drogba, que se marcharon en 2015...
Se está jugando un West Ham-Everton, pero los tres televisores del local tienen sintonizada la BBC, que retransmite la regata Oxford-Cambridge. Cuando en el minuto 10 se conectan al Tottenham-Newcastle, por la televisión de pago, solo uno de la decena de clientes que están en el bar en ese momento presta atención al partido. "Se nota un poco que hay menos gente, pero no hay mucho que podamos hacer", dice, entre resignado e indiferente, uno de los camareros. El fútbol, deporte nacional, no parece despertar pasiones en los alrededores de Stamford Bridge.