Natxo González, en la diana
Los números del técnico al frente del Málaga son muy malos. El equipo no ha mejorado ni en resultados ni en sensaciones. Su continuidad está en el aire.
El Málaga no levanta cabeza. Natxo González no ha sido capaz de revitalizar a un equipo que va a peor, que en los últimos cuatro meses solo ha sido capaz de ganarle a los dos últimos clasificados, Alcorcón y Amorebieta, y que ha hecho saltar todas las alarmas. Sus números son de descenso. Solo el flojísimo nivel de los cuatro equipos de abajo le mantiene a flote.
6 puntos sobre 27, cuatro goles a favor en nueve partidos, una pírrica victoria ante el Amorebieta y cinco derrotas son cifras ante las que no cabe defensa posible. Ni siquiera por parte del propio técnico. "Ahí están los números, ¿cómo voy a defender esos números? Claro que no puedo defenderlos", reconocía el vitoriano tras perder ante el Huesca en otro partido lamentable del Málaga.
Su continuidad, obviamente, está en el aire. La decisión que tome la dirección deportiva será determinante. El cambio de técnico no ha funcionado y la amenaza de un posible descenso es cada vez mayor. La Real Sociedad B está a seis puntos y recibe al desahuciado Alcorcón este próximo fin de semana. El Málaga, en cambio, visitará a un Girona que ganó este domingo en Almería...
Objetivamente, existen muy pocos argumentos a favor de Natxo González. Su discurso empieza a quedarse vacío. Trata de resaltar los pocos momentos buenos que ha tenido el equipo en estos dos meses largos, pero lo cierto es que la mejoría ha sido, en el mejor de los casos, mínima.
El preparador blanquiazul ha movido el árbol sin descanso en busca de soluciones. Aun así, sigue habiendo un porcentaje altísimo de jugadores mostrando un nivel paupérrimo. Los errores individuales se suceden, los regalos defensivos siguen siendo habituales y la falta de gol ya es desesperante.
La plantilla hace aguas en todas sus líneas, el vestuario está carente de líderes y el clima dentro de la caseta no es, ni mucho menos, el mejor para afrontar una crisis galopante como la actual. Para colmo, empieza a dar síntomas de agotamiento hasta la afición, a la que el club continúa descuidando y maltratando. Valga como ejemplo en este sentido el lamentable estado de los asientos de La Rosaleda después de la lluvia de barro de hace unos días. 48 horas no fueron suficientes para limpiarlos...
Desorientado y sin rumbo. Así está el Málaga dentro y fuera del campo.