Militao y diez más
El brasileño fue de lo poco salvable del Madrid en París: seis recuperaciones, cinco duelos ganados, un 80% de pases buenos... Ha despejado el debate sobre su precio.
El partido del Real Madrid en París fue un desastre en ataque, sin paliativos: apenas tres remates, ninguno de ellos a portería, y la sensación constante de que probar los guantes de Donnarumma era una quimera. El PSG se hizo con el balón (58% de posesión) y conjuró todo el peligro blanco con una línea de tres centrales que se comió al tridente formado por Benzema, Asensio y Vinicius. Aunque sí puede el Madrid sacar conclusiones positivos de su partido en defensa: solo le toleró al PSG ocho tiros entre palos, la mayoría lejanos y de escaso peligro, y aguantó el 0-0 hasta el 94', minuto en el que Mbappé tiró por tierra el esfuerzo blanco, liderado por un Militao que se consagró como un central con todas las condiciones para el Real Madrid.
El brasileño se agigantó ante el dominio del PSG (seis recuperaciones, cinco duelos ganados, un 80% de pases buenos...), sobre todo volcándose hacia la derecha para echar un cable a Carvajal para contener a Mbappé, principalmente, y también a Nuno Mendes. Le bastó además para frenar los intentos de internarse de Messi, que actuó como un mediapunta más, y dominó el espacio aéreo; Alaba, en su costado, también brilló, sobre todo en labores de corte. Aunque el encuentro de Militao no puedo ser perfecto, como tampoco el del Madrid en defensa; ambos recibieron la misma mancha, la de Mbappé.
Mediada la segunda mitad, Militao recibió una tarjeta amarilla por una dura entrada sobre el francés por detrás; una falta que no le hizo rebajar la intensidad, pero que sin duda le condicionó a la hora de defender la última jugada del partido, en la que Mbappé se marchó entre él y Lucas Vázquez para hacer el único gol del duelo. Con todo, en el Madrid se ve con satisfacción cómo Militao sigue cumpliendo etapas y demostrando que la inversión por él fue acertada, aunque haya tardado en romper el cascarón.
El Madrid pagó 50 millones de euros al Oporto por Militao, una cantidad alta por un central joven y de gran proyección, pero que tenía que asentarse en una liga de primer nivel, pues no son pocos los casos de jugadores que brillan en Portugal y naufragan fuera de sus fronteras. Su primer año y medio dejó muchas dudas, con una única razón para la esperanza: un partido en San Mamés, vital para ganar la Liga 2019-20, en el que secó a Iñaki Williams a todo lo que le llegó.
Qatar 2022, el objetivo de Militao
Zidane, con todo, no se entregó a él hasta el tramo final de la temporada 2020-21, y fue por pura necesidad: sin Ramos, lesionado, el brasileño fue titular en el mejor tramo del curso para el Madrid y empezó a justificar su fichaje. Las salidas del sevillano y de Varane pusieron a Militao en primera línea de fuego, junto a un Alaba con el que ha cuajado estupendamente: no solo hay entendimiento sobre el campo, también fuera de él. Son buenos amigos, y sus respectivas parejas, Karoline Lima y Shalimar Heppner, también se han vuelto muy cercanas.
Y todo este clima de progreso constante le ayuda también a ir haciéndose imprescindible con la selección de Brasil. Es un fijo en las convocatorias de Tite desde septiembre de 2018, aunque al principio le costaba hacerse un hueco en el once ante la presencia de una pareja contrastada como la que forman Thiago Silva y Marquinhos. Ya en la última Copa América fue titular en el tramo inicial (no así en el final), y ha sido parte del once inicial en los cinco últimos duelos que ha disputado con la canarinha. Thiago Silva tiene 37 años y llegará a Qatar 2022 con 38; el objetivo de Militao, ser titular en la gran cita mundial, está a su alcance.