Y Butarque perdonó a Garcés
El delantero debutó de titular por primera vez desde su polémica indisciplina. Lo hizo ante un estadio que le silbó con timidez al inicio y acabó despidiéndole con una sonora ovación.
Borja Garcés ha revertido casi al completo (aún quedan críticos) su situación en el Leganés después del acto de indisciplina que protagonizó hace algunas semanas, cuando se ausentó del entrenamiento previo al duelo contra el Tenerife para asistir a la boda de su hermano. Esa noche Garitano prometió que el chaval nunca más jugaría bajo su batuta. Con el relevo del banquillo, Garcés no sólo ha vuelto a competir, sino que lo ha hecho hasta tal nivel que ayer, ante el Oviedo, en Butarque, en su primera titularidad tras la polémica, se ganó la ovación de sus gradas en dos ocasiones. El perdón se puede confirmar como oficial y (casi) mayoritario.
Porque no se puede obviar que aún hay voces duras con el delantero. Algunas se dejan sentir en las redes sociales. Otras se escucharon en el estadio, aunque condensadas en el momento en el que la megafonía pronunció su nombre como titular en la delantera del Leganés. Ahí surgieron algunos tímidos pitos mezclados entre los aplausos típicos que se otorgan a cada pepinero que sale de inicio. Desde entonces, nada más se supo de críticas generalizadas. Nada de abucheos. Nada de reproches.
De menos a más
Un cambio de actitud (en el anterior partido ante el Cartagena fue bastante más silbado cuando salió desde el banquillo y al protagonizar alguna jugada de ataque) que también fomentó el chaval con su esfuerzo. Fue un respaldo que, como el ritmo del equipo, creció de menos a más. También resultó así la actuación del propio Garcés, impotente entre balones en largo que el Leganés le eyectaba con frecuencia en los compases iniciales del partido.
Visto que el plan A no funcionaba, Nafti pasó al plan B para comenzar a buscar balones rasos a la espalda de la defensa del Oviedo y ahí, en ese esquema propicio para su perfil de delantero pícaro y veloz, este ariete cedido por el Atlético de Madrid comenzó a soltarse. Con las primeras acciones de confianza fue desatando su estilo, mezcla de clase y arte callejero.
Un tobillo reventado
Así le sacó a Costas una amarilla que provocó una peligrosa falta en la frontal del área. Idéntica acción a la que pudo costarle la segunda amarilla al central en la segunda parte. Iglesias Villanueva obvió la cartulina pese a que Garcés salió cojeando y con el tobillo reventado. En su paseíllo rumbo a la banda para ser atendido la Tribuna rompió en un aplauso que él correspondió retornando para dejarse los pulmones hasta que, en el 75’, Nafti lo sustituyó.
Su nombre volvió a sonar por megafonía y, ahí sí, todo el estadio rompió en aplausos sin silbidos que, como al inicio del duelo, recordaran su indisciplina, ésa que casi lo deja fuera del Leganés, pero que ahora ha convertido en una motivación para ganarse el perdón de Butarque y demostrar que lo sucedido fue más una excepción, que la regla de su comportamiento.