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LEGANÉS

Garcés inicia redención goleadora

El delantero del Leganés marcó en Huesca un gol clave que le ayuda a disipar la polémica de su indisciplina justo cuando Nafti le pidió dar un pase al frente. “Este gol es un subidón”, afirmó.

Garcés inicia redención goleadora
Juan AguadoDIARIO AS

Borja Garcés ha necesitado menos de 90 minutos repartidos en dos encuentros para comenzar su camino de redención hacia el perdón de una hinchada, la del Leganés, aún dolida en un buen número por su episodio de indisciplina, pero crecientemente satisfecha con la resolución del asunto. Una vía hacia la concordia que ayer, ante el Huesca, ya regaló un gol importante para las cuentas pepineras. El ariete cedido por el Atlético de Madrid marcó el 0-2 en su estreno realizador como jugador del Leganés. Un gol que llegaba en el momento justo. Del partido y de la tensión generada a partir de su archiconocida escapada (sin permiso) para acudir a la boda de su hermano.

En el partido anterior, tras volver ante el Cartagena en Butarque (apenas disputó 21 minutos en los que fue silbado), Nafti dejó claro que estará a su lado para ayudarle a ganarse el cariño del respetable, pero que para hacerlo necesitará trabajar y dejar lo mejor en cada partido. Dicho y hecho. Ante el Huesca actuó poco, pero actuó con una eficacia notable. No sólo porque marcó su único remate a puerta, sino porque bregó como le reclamó su nuevo entrenador. Incluso se ganó una amarilla. La primera que veía este curso.

Los obstáculos de las lesiones

Con el hambre inyectado aún en su mirada, Garcés habló para los medios del club. “Esto es un subidón”, admitía con las palabras atropellando sus ideas, tratando de hablar más rápido de lo que le permitía la excitación. “He pasado malas semanas por problemas musculares”, añadía para poner contexto a su situación. Porque Borja Garcés es mucho más que su polémica escapada. El delantero firmó en los estertores del verano después de que el Leganés solicitara un fichaje que Garitano vio con buenos ojos precisamente por el perfil currante y humilde del chaval.

El problema es que aterrizó tocado en Butarque con una dolencia muscular que se produjo en el último amistoso de pretemporada disputado con el Atlético en Cádiz, semana y media antes del fichaje. Desde entonces no terminó de encontrarse bien y cómodo en el aspecto físico, lo que convirtió sus presencias en el césped en intervenciones más voluntariosas que de calidad. Más de ganas que de fútbol.

Retorno a la senda del gol

Con apenas 376 minutos disputados en 11 encuentros (sólo dos titularidades, el 15º pepineros por tiempo de juego) la escasa continuidad en los planes blanquiazules le han impedido eclosionar en el ariete ratonil que tan buenas sensaciones dejó en Fuenlabrada, donde marcó siete goles en medio curso, tantos en Copa incluidos. Buen curso que cerró con un doblete en la última jornada ante el Albacete. Desde entonces no veía gol en competición oficial, esto es, en once partidos en los que el foco ha estado más en lo que sucedía a su alrededor, que en su rendimiento. Ya no.

Descorchado el champán de los goles, ahora está por ver si Nafti continuará confiando en él incluso para ser titular justo en el momento en el que Juan Muñoz vuelve a contar en los planes del equipo y que Jon Bautista y Sabin Merino emergen en el horizonte con opciones de jugar. Seguramente sus ganas de redimirse y demostrar que puede dar más de lo que ha podido demostrar hasta ahora ayuden para verle de nuevo morder en Butarque, el campo al que quiere convencer de que lo sucedido hace unas semanas, es más anécdota que rutina. Una triste excepción en su carrera como pepinero.